Por César Tudela
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Publicado por Sebastian Flores

El contexto de los avatares políticos de Salvador Allende, que condensó un periodo de utopías y convergencias, llegó a su fin de manera abrupta la mañana del 11 de septiembre de 1973. Un golpe de Estado pactado y mentado entre las FF.AA. del país y el gobierno de Estados Unidos dio inicio a los tiempos más negros de nuestra historia.

Con el inicio de la dictadura, el movimiento musical de la Nueva Canción Chilena (NCCh) –uno de los canales culturales fundamentales para reflejar lo que pasaba en Chile entre 1965 hasta 1973–, ligados y comprometidos con el proyecto de la Unidad Popular (con canciones que sirvieron tanto como vehículo para la victoria presidencial en 1970, como para propagar el mensaje político de la vía chilena al socialismo), será mutilado del dial con un plan mentado de borrarlo de la memoria cultural del país.

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Algunos de sus intérpretes fueron exiliados (Quilapayún, Inti Illimani), otros detenidos (Ángel Parra) e incluso uno de sus emblemas asesinado (Víctor Jara). Durante el inicio del horror y la barbarie tras la insurrección del Ejército, hubieron dos canciones que fueron el réquiem de la patria socialista y que resonaron por las ondas radiales de la frecuencia modulada: ‘El Pueblo Unido’ y ‘No Nos Moverán’. Acá sus historias.

Mil voces de combate

1973, 9:00 de la mañana, martes, septiembre 11

Antes que la CUT emitiera su única declaración llamando a trabajadores a ocupar fábricas y fundos, y organizar la resistencia –“¡A aparar el golpe fascista!”, proclamaron– sin saber muy bien cómo, “las voces de Quilapayún rasgaban el aire con ‘El Pueblo Unido’”, señala la periodista Mónica González en la edición actualizada de su libro “La Conjura” (2012). Esa mañana, y antes que el presidente Allende decidiera dar un fatal fin a su mandato –“pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”, comunicó a través de la Radio Magallanes–, sus últimas palabras fueron antecedidas por esta composición, que con el devenir de la historia, se ha convertido en la canción protesta, resistencia y de lucha social universal por antonomasia.

Los Quilapayún siempre sintieron la necesidad de responder con alguna canción los intentos de sublevación de la derecha, desde el inicio del gobierno de Allende. La manera más efectiva, entendían, para enfrentar las críticas, era aclamar por una idea de unidad de la izquierda chilena. Aunar las voluntades era lo único que podía detener al fascismo. Así, ‘El Pueblo Unido’ se compuso en tiempos difusos para el país, y se mostró en público, por primera vez, en un acto oficial de la UP hacia las mujeres, ante unas 100 mil personas reunidas en Plaza Italia. Era agosto de 1973.

Un mes antes, el compositor Sergio Ortega comienza a idear una melodía luego de varios ejercicios junto a Eduardo Carrasco. La primera inspiración vendría de la música alemana, específicamente de las melodías de un sexteto de cuerdas de Johannes Brahms, ensayada en piano. Esos primeros compases serían la base musical de la canción que sería una épica al compromiso social. Estos elementos serán incorporados a una base folclórica y al uso de voces corales ya característicos del grupo, además de un elemento poco convencional hasta entonces: el uso del clímax, entre la estrofa y el estribillo. En suma, ve la luz un himno melancólico con aire romántico, una marcha armónica con una letra que intentará restablecer puentes en un país de antagonistas.

De pie, luchar, el pueblo va a triunfar
Será mejor, la vida que vendrá
A conquistar, nuestra felicidad
Y en un clamor, mil voces de combate se alzarán
Dirán, canción de libertad
Con decisión, la patria vencerá

“¡El pueblo unido, jamás será vencido!”, recita la frase inicial que contextura una emoción colectiva. Pocos saben que este verso no es precisamente de autoría de Carrasco, sino más bien, una consigna colombiana dicha por el abogado y político liberal Jorge Eliécer Gaitán en la década del ’40 en uno de sus discursos. Sin embargo, no fue sino hasta con la creación de esta canción, que se convirtió en un símbolo con un significado más de aspiración que de poder revolucionario.

Ni con un Golpe de Estado

1973, 9:20 de la mañana, martes, septiembre 11

Salvador Allende terminaba de comunicar por la señal de la hoy desaparecida Radio Magallanes el que sería su último discurso, devenido en manifiesto. Las palabras de despedida para su pueblo. Desde los controles, con el nerviosismo del momento y el ruido de los Hawker Hunter sobrevolando el centro de Santiago, se decide cerrar aquella histórica transmisión con una particular canción: ‘No Nos Moverán’.

Fue una especie de himno anti-golpe en una época donde las canciones tenían un espíritu militante. Pero no era una canción original de la Nueva Canción Chilena. ‘No Nos Moverán’ es un spiritual tradicional estadounidense de inicios del siglo XIX, conocida como ‘I Shall Not Be Moved’, y que luego de muchas versiones, llegó a oídos del conjunto porteño TiempoNuevo, gracias a un casete con canciones antifranquistas españolas. La versión que escucharon fue la del grupo Canción del Pueblo, quienes se dice la castellanizaron. Los de Valparaíso la grabaron en 1970 –luego del triunfo de Allende– bajo el sello DICAP para su segundo disco homónimo, en una versión adaptada a la realidad sociopolítica chilena.

El doctor en sociología David Spener realizó una meticulosa investigación sobre la historia de la canción, disponible en el libro “No nos moverán: biografía de una canción de lucha” (2017). En él, se detiene en la paradoja que le provocan los vaivenes del tema. “Lo irónico de la selección de este tema, teniendo en cuenta el hecho de que el golpe de Estado gozaba del apoyo material del gobierno estadounidense, es que este tema tenía su origen en territorio yanqui y sólo había llegado a Chile pocos años antes. Aquí se ofrece una discusión teórica de cómo y por qué esta canción ha cobrado importancia en los movimientos por la justicia social en tres países: Estados Unidos, España y Chile”.

“Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo”.

Ni con un golpe de Estado
No nos moverán
Y el que no crea que haga la prueba
No nos moverán

La canción fue interrumpida en la mitad. Radio Magallanes –última emisora leal al Presidente Allende– fue callada a punta de fuego militar. El silencio terrorífico que sufrieron los medios simpatizantes de la UP también lo vivía el pueblo chileno. ‘No Nos Moverán’ fue coda del Chile demócrata y socialista de Allende antes del inicio de la dictadura. La última canción. El último soplo del sueño de la patria socialista en donde la canción popular fue más que su banda sonora.

ACERCA DEL AUTOR.

César Tudela es periodista de la revista Rockaxis.

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