A doce años de su primera escala en Santiago y tras agotar presentaciones en 2023, la banda regresa al Movistar Arena el 1 de marzo de 2026. Desde su casa, recién terminado el tramo estadounidense de la gira, Carlos PenaVega habla del asombro que todavía le provoca ver multitudes reunidas por la misma razón: la música.
El mapa de recuerdos de Big Time Rush en Chile se despliega en cuatro momentos nítidos.
Primero, 2012: el Teens Live Festival en el Movistar Arena, en un cartel compartido con The Wanted y el trío argentino Airbag.
Luego, 2014: el primer concierto en solitario de la banda en Santiago. Después, el regreso tras un largo paréntesis, con dos noches agotadas en 2023 en el Teatro Caupolicán.
Y ahora, un nuevo hito en el horizonte: 1 de marzo de 2026, Movistar Arena, con el In Real Life Worldwide Tour.
Al otro lado de la videollamada, Carlos PenaVega (36 años, casado con la también actriz Alexa Vega, padre de tres hijos) recibe la noticia de que en Chile la preventa no tardó en agotarse. “Es realmente increíble. Cada vez que vamos a estos lugares me asombra cuánta gente llega a los conciertos, cuánta gente se acerca a los hoteles para esperar y tomarse una foto o, simplemente, para darme un ‘high five’”, dice.
Enseguida vuelve sobre una idea que repite varias veces: “Es como si no lo dimensionáramos hasta que estamos allí y los vemos a todos. Es una bendición. Es hermoso. La música es lo que reúne a todos, y eso es lo que nos mantiene en marcha”.
¿Tiene recuerdos específicos de esas visitas? PenaVega se ríe y responde sin endulzar la realidad: “Tengo que ser sincero: no. Tengo tres hijos, así que cada día es una maratón, y me olvido hasta de lo que hice ayer”.
La conversación deriva, naturalmente, hacia su su propia familia. ¿Viajan los niños con él? ¿Cómo se organiza el día a día cuando la ruta pasa de estadios a aeropuertos y de camerinos a buses de gira? “Acabamos de terminar el tramo por Estados Unidos y ya estamos de vuelta en casa por un rato, lo cual se siente muy bien”, cuenta.
“En la gira por Estados Unidos. es sencillo: tenemos un bus para toda la familia y ellos estudian a la distancia. Pero cuando se trata de viajes al extranjero, me toca ir solo, lamentablemente. Aun así, estoy seguro de que les encantaría venir algún día”.
¿Y qué significa, entonces, ver ese crecimiento del cariño, desde ser parte de un cartel compartido en 2012 hasta encabezar una arena que se llena a velocidad de vértigo?
PenaVega vuelve al punto de partida de su biografía artística. Necesita esa línea temporal para explicar el asombro de hoy. “No tengo palabras. Sigo repitiendo que el hecho de que sigamos haciendo esto… Tengo 36 años. Empecé a los 18 cuando audicioné para Big Time Rush. Que sigamos aquí, que pueda mantener a mi familia haciendo lo que amo… es una bendición. Le doy gracias a Dios; este es el trabajo más genial que podría tener”, reconoce.
Un show de 43 canciones: Cómo convertir 4 temporadas en un concierto vivo
Si el regreso de Big Time Rush a Chile tiene un eje curatorial, es la ambición de contar la serie en formato concierto. El In Real Life Worldwide Tour se propuso exigente y arriesgado: interpretar una canción por cada episodio.
En la práctica, eso significó revisar un catálogo que, según PenaVega, “empezó siendo todas las canciones de la historia”, una idea romántica que duró lo que tardó el Excel en volverse inviable. “Fue complicado, porque pasamos por la lista de cada canción… Bueno, partimos con ‘todas las canciones de siempre’, y era imposible”, admite.
“Si hacíamos ‘todas las canciones de siempre’, hubiese sido un show de cinco horas, tipo Eras Tour, de Taylor Swift, y eso no era posible. Lo condensamos en 43: cada canción de cada episodio”.
Ese número, 43, opera como columna vertebral del set. No es solo una suma, sino un conjunto de diversas puestas en escena. Secciones de rock que agrupan los temas más guitarreros, bloques de baile que despliegan las coreografías grandes, y transiciones que ordenan el relato para que fluya como un especial de televisión comprimido en dos horas.
“Tuvimos que volvernos a interiorizar un montón”, aclara. “Yo tenía 19 cuando grabé varias de esas canciones, y algunas letras… las habíamos olvidado”. La reorganización trajo otra decisión escénica: tres cambios de vestuario. “Yo quería un solo vestuario”, confiesa. “Pero con estas secciones tenía sentido darle vida nueva a cada bloque: haces seis canciones, cambias el look, y sigues”.Al sugerirle cómo coincide la visión creativa que tuvo Taylor Swift al diseñar su última gira mundial, el artista encuentra eco inmediato.
“Mira… es un mini ‘Eras Tour’. Lo diré así”, responde PenaVega, sin rodeos. El paralelismo no es gratuito: es un show de dos horas, con una apertura a cargo de Katelyn Tarver y Stephen Kramer Glickman (quienes interpretaron a Jo y Gustavo en la serie) y reapariciones dentro del set principal.
“Katelyn vuelve y canta una canción con nosotros”, adelanta. Luego, el músico se detiene en lo que nombra como su momento favorito: la entrada de Stephen, “un pianista increíble”, para una secuencia de baladas.
“Él toca piano y cada uno de nosotros canta una balada de amor, las canciones lentas que tenemos. Nunca habíamos tenido un momento así en nuestros conciertos: uno solo en el escenario, cantando, y queríamos darle a cada uno ese espacio”.
Música nueva, voces adultas
En junio de 2025, Big Time Rush lanzó I Want You Here All The Time.
La pregunta por la inspiración abre, en realidad, una ventana a cómo trabaja hoy la banda: cuatro biografías en sincronías distintas que convergen en el estudio y en la ruta.
“Siempre estamos escribiendo”, dice Carlos. “Lo increíble es que somos muy diferentes. Yo llevo casi 12 años casado y tengo tres hijos. La vida es una locura. No puedo estar en el estudio todo el tiempo. Logan, que no está casado y no tiene hijos, puede estar en el estudio todo el día. Así que cada uno corre a su propio ritmo, pero al final del día todos amamos Big Time Rush y hacer música. Encontramos el tiempo y seguimos trabajando todos los días”.
En esa línea, adelanta un proyecto que dialoga con la consigna del tour: regrabar material antiguo. No se trata de una arqueología nostálgica, sino de un ajuste sonoro a su presente.
“Definitivamente tenemos cosas en camino: estamos haciendo regrabaciones de canciones viejas… muy viejas”, explica. “Quince o dieciséis años después, podemos hacer que suenen mejor. Nuestras voces están mejor ahora también, así que podemos darles un buen refresh”. Entre los ejemplos que cita, aparece una favorita del público en esta gira: Blow Your Speakers Out. “A la gente le encanta. Cuando la grabamos yo tenía 19 o 20. Ahora tengo 36. Pensamos: ¿y si hacemos una versión renovada?. Estamos trabajando en eso: hacerlas sonar como 2025 y relanzarlas”.
La pandemia, en tanto, dio pie a una nueva pluralidad generacional en cuanto a la fanaticada cuando Netflix sumó la serie a su catálogo.
“Llegaron muchos niños nuevos: ‘¿Qué es esto? ¿Big Time Rush? ¿Todavía existe la banda? ¡Qué loco!’”, recuerda. El resultado se nota en la grada: adolescentes que acaban de descubrir los episodios, veintes y treintas que los vieron al aire, padres y madres que se saben los coros tanto como sus hijos. El tour opera, así, como punto de encuentro de públicos que entraron por puertas distintas y que hoy comparten el mismo estribillo.
“Mis hijos aman el programa”, dice. “Tienen ocho, seis y cuatro, y lo piden todo el tiempo”. En la ruta estadounidense, viajan en el bus, hacen homeschool y, cuando hay show, se acomodan a un costado del escenario. “Están ahí, bailando y pasándolo bien. Yo estoy cantando y miro al lado, y están saludándome con un: ‘¡Hey!’”. Cuando empecé con Big Time Rush tenía 18. No estaba casado y no pensaba en tener hijos. Ahora tengo tres, de 8, 6 y 4, obsesionados, ahí mismo, mirándome cantar. Me vuela la cabeza”.
El día de Big Time Rush
En abril de 2023, la ciudad de Duluth, Minnesota, proclamó el 4 de abril como Día Oficial de Big Time Rush Day un gesto simbólico que reconoce la huella cultural de la banda y de la serie ambientada en la localidad.
Al recordar su primera impresión al enterarse de la noticia, PenaVega describe una mezcla de incredulidad y gratitud: “Es una locura. Es… ¡raro! ¿Qué? ¿Por qué? Como… ok. Mira, me halaga y es muy cool, pero si lo piensas, somos una ‘boy band vieja’, un ‘show viejo’, y la gente todavía lo ama. Es muy bacán, pero al mismo tiempo es como… ¿esta es nuestra vida real? ¿Cómo va a ser de verdad esto?”.
Entre el aquí y el largo plazo: Planes, pausas y la familia en el centro
¿Dónde ve a Big Time Rush en cinco años?
Su respuesta es honesta, y lejos de aventurar una línea de tiempo grandilocuente, ancla su respuesta en lo que sí está en el horizonte inmediato: “No tengo idea”, admite.
“Entre ahora y abril tenemos mucho trabajo de gira. Y ya anunciamos un montón de shows. Todavía hay varios por anunciar… Estamos yendo día a día. Diría que entre ahora y abril estoy enfocado en la gira y en algunas canciones nuevas. Después veremos qué pasa”.
Ahí asoma una posible pausa y el mapa personal que guía sus decisiones: “Puede que me tome un pequeño descanso y simplemente disfrute a la familia. Quizás vaya a filmar algunas películas o algo. Pero por ahora estoy enfocado en girar… y de aquí a cinco años no sabría decirte. Quizá tenga dos hijos más. No lo sé”.
¿Cuál es la rutina que los mantiene con los pies en la tierra cuando el calendario solo ofrece ciudades y aforos? En el caso de Carlos PenaVega y Alexa, la respuesta no apela a fórmulas grandilocuentes, sino a una disciplina tranquila: replicar la vida de casa allí donde estaciona el bus.
“La verdad es que no cambiamos nuestra rutina”, dice. “Lo único distinto es que podemos dormir un poco más. Llevamos una niñera porque a mi esposa le encanta ver loz shows (es fan, ve cada presentación), así que cuando yo me acuesto, después del concierto, son la 1:00 o 1:30 de la mañana, y ella no puede levantarse a las 7:00 con los niños. La niñera nos ayuda en las mañanas. Pero, salvo dormir más, el día es exactamente igual: hacemos el colegio en la ruta, vamos al gimnasio, tratamos de hacer ejercicio con los niños afuera, vamos a parques acuáticos, a plazas, andamos en patines. Todo lo que hacemos en casa tratamos de imitarlo en la gira. Mantenemos todo igual. La única diferencia es que papá tiene que tocar para 10.000 personas cada noche y puede dormir hasta más tarde; en casa, nos levantamos antes que los niños”.
La normalidad de los recreos, cuadernos, juegos convive con el recordatorio explícito de que aquello no es, precisamente, cotidiano. “Nuestros hijos saben que esta no es la vida normal”, subraya. “Que tienen mucha suerte de poder hacer lo que hacen. Mientras mantengamos presente ese recordatorio, van a estar bien”.
Y agrega una escena reciente que, por su tono, suena a conversación de pasillo de colegio: “Ayer fue su primer día de clases y les preguntaron: ‘¿Por qué faltaron las primeras dos semanas?’. Ellos respondieron: ‘Mi papá es una estrella pop y estábamos de gira’. Y yo: ‘no, no, no, no, no… podemos decirlo de otra manera’”, ríe. “Están viviendo la vida allá afuera y tratamos de darles la mejor vida que se pueda”.¿cuándo se dieron cuenta sus hijos de que sus padres son, literalmente, estrellas para millones que crecieron con Spy Kids y Big Time Rush? “Es una locura”, responde primero, casi como si tanteara la magnitud del asunto. Luego entra en detalle: “Este verano fue importante”, dice. “Ocean ya forma parte de esto, Kingston también, pero Rio, que tiene cuatro, este verano fue cuando la vi por fin decir: ‘oh, esto…’”.
La escena se arma en dos tiempos: ensayo de sonido y puertas abiertas. “Estás de pie en el escenario con todas las butacas vacías; ellos salen al soundcheck, suena la música, estamos cantando, y ven los asientos vacíos. Y luego los llevo al costado del escenario y ven a toda la gente”.
En esa transición, del vacío a la multitud, Rio parece descifrar el mapa. “Creo que verla darse cuenta, ‘oh, por Dios, esto es bacán’, fue súper impactante para mí. Mis niños son increíbles, pero la niña de papá ahora piensa que papá es bacán”, sonríe.
“‘Mi papá canta. Papá, cántame como les cantas a ellos’. Eso me hizo el corazón… No sé…”. La frase queda abierta. “Creo que este verano fue un gran momento para todos, pero especialmente para Rio. Ahora quiere ser… una estrella de pop. Quiere cantar. Se la pasó actuando todo el verano, canta cancioncitas. Y, bueno, quizás algún día la veamos en su propio escenario”.
Remata con una declaración de nombre propio que suena tanto a cartel de backstage como a firma en una portada: “Escucha: Rio Ray PenaVega. Es un gran nombre. Me encanta”.
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