Por Bruno Córdova

«Parece increible, ¿verdad?, que uno tenga miedo hasta de su propio país… que te tengas que defender de él… que la gente por la que votas sea la gente que más te hace daño». Esas son las palabras del actor Demián Bichir, interpretando un galán de telenovela, el comandante Carbajal.

Es el último capítulo de la telenovela y está tomando un tequila directamente de la botella con Luis Mario, interpretado por José Ángel Llamas. Luis Mario es medio hermano y rival de amores del comandante Carbajal.

Los dos están sentados en un sillón, conversando sobre la descomposición del país en el que viven. Es el México del año 1996. La telenovela se llama Nada Personal y es la primera telenovela que produce la casa productora Argos. Además, se trata de una de las primeras historias que lleva a la pantalla el canal Televisión Azteca.

Esta historia desafió la telenovela rosa. Y, por primera vez, una telenovela producida en México jugó de tú a tú contra el entonces todopoderoso imperio Televisa.

Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) explica cómo se gestó la trama. «Estábamos al final del gobierno de [Carlos] Salinas de Gortari, en la irrupción de los zapatistas y había sucedido el asesinato de Luis Donaldo Colosio; [esto último], un referente muy fuerte. De hecho, [el asesinato de Colosio] fue el gran referente de la telenovela», cuenta.

A inicios de 1994, Colosio era el candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, el (prácticamente) partido único que rigió los destinos de México de manera consecutiva desde 1929 hasta 2000. Colosio fue asesinado por lo que habría sido una conspiración al interior del partido y fue uno de los hechos claves en la decadencia de los 71 años de hegemonía del PRI mexicano.

Barrera inició su carrera escribiendo ficción para televisión en Venezuela. Luego, por cosas del destino, terminó en México escribiendo Nada Personal. Estaban buscando «a un dramaturgo venezolano llamado José Ignacio Cabrujas, un hombre excelente, pero que murió antes» de trabajar en la telenovela.

Aparte de su carrera como guionista de telenovelas, el venezolano ha desarrollado una carrera como autor de novelas como La enfermedad (Anagrama, 2006), ganadora del Premio Herralde de Novela, Rating (Anagrama, 2011) o Patria o muerte (Tusquets, 2015), historia basada en el cáncer que padecía el entonces presidente venezolano Hugo Chávez.

La narración de Barrera oscila entre la decadencia de la realidad y el morbo del espectáculo.

“Bolsonaro va a gobernar Brasil. Son tipos que manejan recursos televisivos, al igual que Donald Trump, muy eficaces y muy provocadores. Es el triunfo del reality show sobre la telenovela”.

—En 1996, teníamos historias como Nada personal, una historia en la que la gente busca respuestas. Quizá hoy la gente no está buscando la verdad, sino lo que busca refugio en lo que llaman alt facts.
—Yo creo que también se podría analizar la crisis de las narrativas políticas en América Latina. Y ahí te pongo el ejemplo de Hugo Chávez. Chávez y su liderazgo, todo este tipo de populismos (sean de izquierda o de derecha) utilizan un tipo de narrativa basada en el afecto. Trabajan afectivamente. En ese sentido, tiene mucha relación con el principio melodramático de la radionovela y de la telenovela. Más que apelar a ideas, apelan a sensaciones y ahí establecen una relación muy interesante que tiene que ver con televisión, política, crisis de representación y nuevas narrativas en América Latina.

—Esto también lo podemos ver en Italia, con el que podría ser el antecesor de Donald Trump, Silvio Berlusconi.
—Es un caso de populismo igual. Son liderazgos que destapan la irracionalidad. Y la gente se conecta de otra forma. Algo que pasaba con ciertos productos televisivos. A mí me interesa mucho esa afectivización de la política, que tiene que ver con una melodramatización de la vida que en América Latina tiene mucho éxito. Eso tiene que ver con el fracaso de la política tal y como la conocíamos. Se trata de fenómenos ligados a cierta antipolítica en nuestro continente. Es un fenómeno muy peligroso en la medida que tampoco ofrece nada; siempre implica una fragilidad de las instituciones. Y el fracaso de la política es el fracaso de las sociedades también, el fracaso de tratar de establecer formas de relaciones más o menos sensatas.

“Si uno pone el caso de Brasil, Lula [da Silva] era un gran líder y un hombre con una capacidad narrativa fabulosa, impresionante. Bolsonaro no tenía todo de eso, tenía en contra incluso. Es como el villano de la historia: es un tipo desagradable, pero aun así la gente se engancha. Y aun así, Bolsonaro va a gobernar Brasil. Son tipos que manejan recursos televisivos, al igual que Donald Trump, muy eficaces y muy provocadores. Es el triunfo del reality show sobre la telenovela”, agrega.

—Y Brasil busca su propio villano…
—Y que ponga un poco de orden: viene del mundo militar, dice unas barbaridades como extremas, que son además provocadoras y que parecen salidas de un reality show, del que hace de malo en el reality show. Hay una cosa como caricaturesca, que siempre está en el límite de hasta cuándo será verdad o no: si viene saliendo de la televisión o de la realidad.

—¿Está la televisión fabricando los villanos de esta época? Bolsonaro es un producto de programas periodísticos que querían un entrevistado que hablara barbaridades. Está el caso de Trump cuya vida era un reality show. O Berlusconi…
—Y también relaciono el caso de Podemos en España. La experiencia de muchos de ellos no viene de la política y las luchas sociales, sino de la televisión. Venían del mundo académico, pero fueron formados en programas de debates de la televisión española; gente especialista en la provocación. Bolsonaro no. Bolsonaro sí tiene una experiencia política como diputado. Pero siempre ha sido un tipo muy provocador al que le funcionan las herramientas, no solo de los medios diría yo, sino también de las redes sociales. Quizá, en América Latina, no tienen tanto poder las redes sociales todavía; pero que cada vez van ganando más terreno, sin duda.

El público que ve telenovelas está desapareciendo

—¿Cómo influye el desarrollo de las plataformas digitales en la narrativa de la telenovela? Hoy, la telenovela exige duraciones más cortas.
—La telenovela no va a existir tal y como se entiende ahora. La telenovela tiene un principio económico fundamental: el de la rentabilidad. Eso define lo que es la telenovela. Son 120 capítulos para que duren mucho las historias en sets cerrados, estudios de televisión. Por lo tanto, el chisme es muy importante. La acción [de los personajes] es verbal y no real. Y entramos a un mundo en donde las plataformas son las que definen. Lo que compre Netflix es lo que se va a hacer. Netflix compra historias que se hagan en exterior, que tengan pocos capítulos. Eso señala la muerte de la telenovela tal y como se entendía. También, el público que veía la telenovela está desapareciendo.

—¿Todavía se puede hacer telenovela?
—Tal y como la conocíamos antes, creo que sí; pero para un público mínimo, para un nicho pequeño del mercado, que no sé si les interesa a las empresas porque no sabemos qué capacidad de consumo tengan. Puedes hacer telenovelas, pero no como las entendemos antes. Definamos: ¿queremos hacer melodramas? Sí. Todo puede ser un melodrama. Grey’s Anatomy, una serie dividida en temporadas, sí es un melodrama. Pero no es un melodrama como Colorina o María, la del barrio. De eso hay que olvidarse.

—¿Estás viendo alguna telenovela?
—No. ¿Te digo la verdad? Veo muy poca televisión. Gracias a dios, me pagan por escribir y no por ver. Veo series, pero me cuesta enganchar mucho con las telenovelas. Si lo tomamos como una historia, lo último que vi completo [como serie] fue Breaking Bad y, antes, quizá [como telenovela], Betty, la fea. La verdad es que no soy de engancharme. Puede pasar algo que es lo que nos pasa a los guionistas. Si estás todo el día trabajando escribiendo guiones, no llegas a tu casa a prender el televisor y ver una telenovela… por lo menos, en mi caso. Si estás todos los días en la redacción de un periódico, no llegas a tu casa a abrir un periódico… porque es seguir trabajando, de alguna manera.

Tags:

Deja tu comentario