Por Mónica Rincón
Foto: Casa de América.

La destacada antropóloga, académica de la U. de Chile y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Sonia Montecino, reflexiona sobre la pandemia que estamos viviendo y recalca la importancia de hablar sobre la muerte. “Tenemos que ser capaces de hablar de ello pues estamos en un proceso de duelos anticipados, de duelos reales y si no los enfrentamos la angustia será peor”, asegura.

En una interesante entrevistada con Mónica Rincón, sostiene que el país no volverá a ser el mismo de antes del 18 de octubre. “Las grietas no se cerrarán solas y pienso las estructuras no se erigirán de nuevo. Lo que no se resuelve y queda reprimido saldrá de nuevo”, reflexiona.

Además, Montecino opina sobre el rol del presidente Sebastián Piñera, sobre la desigualdad que se ha vuelto a hacer patente y el Chile que espera surja tras el coronavirus.

Sonia Montecino (Foto: Casa de América).

¿Qué rol juega en la vida de una comunidad el miedo y cómo debe manejarse?

Me parece muy importante que podamos elaborar el miedo, hablar de algo que nunca tocamos pues nos hemos convertido en una sociedad que se piensa inmortal.

Creo es imperativo hablemos de la muerte, porque ella es la que con su vieja e inexorable guadaña nos asola. ¿Cómo la entendemos? ¿cómo la encaramos en una nueva epidemia -recordemos que hemos tenido otras- que amenaza a la especie en su conjunto?

Tenemos que ser capaces de hablar de ello pues estamos en un proceso de duelos anticipados, de duelos reales y si no los enfrentamos la angustia será peor. Las antiguas culturas buscaron modos de exorcizar, superar el dolor de la muerte porque tenían rituales y una concepción de ella y de lo trascendente.

¿A qué le tenemos miedo frente a esta pandemia?

El miedo que tenemos es a la muerte, a la propia, a la de nuestros seres queridos y de los prójimos, el contagio es así un sinónimo de muerte pero eso no se pronuncia y creo es porque hemos abandonado nuestras viejas concepciones sobre lo trascendente y más bien hemos creído que lo trascendente es la técnica, la “ciencia” y tenemos aún más miedo porque ni la técnica, ni la ciencia nos pueden salvar del virus hoy.

¿Cómo muestra las escalas de valores de cada sociedad esta crisis?

Para algunos(as) quizás, como se ha sostenido, hay vidas que valen más que otras ante la carencia de recursos asistenciales. Eso de por sí es un dilema que nos compromete a todos(as), Pedro Gandolfo a colocado la pregunta por los viejos, el símbolo de la vulnerabilidad y tendríamos que sumar a otros sectores de personas vulnerables.

Por ello, reflexionar sobre la muerte es imperativo, pues también se vincula a las decisiones que cada país, que cada grupo de naciones toman: las decisiones incidirán en la vida y en la muerte de seres humanos, por lo que no es banal preguntarse ¿qué sentidos tiene la vida para nuestras sociedades contemporáneas?

¿Qué futuro vislumbras después de esta emergencia sanitaria?

Algunos(as) han respondido con esperanzas en que el desenfrenado capitalismo globalizado, abierto (sin inmunidad) llegará a su fin y otros pesimistas que todo seguirá igual y peor (cambio climático, profundización de las desigualdades, individualismo al extremo).

Por ello creo que este virus nos deja la interrogante sobre el dilema vida/muerte, estamos navegando en esa oposición hoy extrema y en su posibilidad de resolución.

¿Cómo has visto el liderazgo del presidente Sebastián Piñera y el rol de la figura presidencial como símbolo?

Afortunadamente al poder masculino representado simbólicamente por el presidente y su ministro de salud le ha hecho frente un poder femenino, encarnado en la presidenta del Colegio Médico.

Ha quedado de manifiesto que una mujer con las características de la presidenta, feminista y con un compromiso social claro es más convincente que la dupla tecnocrático-política.

Por otro lado, desde nuestras más profunda memoria, han sido las mujeres las que han estado al lado de los saberes de la curación de las enfermedades, de los cuidados de los(as) enfermos(as), asistiendo la vida y la muerte.

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Sin embargo, la ciudadanía también hubiera esperado, desde el gobierno, un gesto plural donde no solo apareciera la dupla sino un conjunto de mujeres y hombres que representaran distintas voces: expertos,(as)  lideres sociales, religiosos, étnicos (la mesa que nunca se hizo en plena revuelta). Sabemos que existe esa reunión con el Colegio Médico y rectores (ambos médicos), pero es preciso mayor y más rápida información para que la legitimidad de ese grupo no se disipe.

Ahora más que nunca es imperativa una comunicación veraz, pero también explicativa y no da lo mismo quién enuncie, sobre todo pensando que Chile está, además, inmerso en una crisis de todas las instituciones incluida la presidencial.

¿Qué efectos aprecias en la vida familiar al estar en casa, encerrados?

Es interesante analizar sobre quién recae la reproducción doméstica y los cuidados, pues serán las mujeres las que asuman esto en su mayoría.

Por eso esta pandemia puede leerse en sus consecuencias para las relaciones sociales de género: más violencia intrafamiliar, más estrés, más recarga de trabajo.

Por otro lado, el teletrabajo, y es lo que podemos apreciar quienes estamos obligadas a ello, agobia aun más a las mujeres: hemos visto cómo los(as) niños(as) lloran y demandan mientras nuestra colega intenta concentrarse en la respuesta a una pregunta (hay un meme de humor negro donde aparece una mujer en el computador y tres hijos de distintas edades encadenados y amordazados que es muy decidor).

Sonia Montecino (Foto: Casa de América).

¿Como antropóloga, qué opinas del teletrabajo?

Recopilando opiniones, todos(as) dicen que el teletrabajo es más agotador y que después de una reunión virtual el cansancio es enorme. Y es obvio: estamos a tientas con el sistema virtual, pero con el alma y la cabeza dividida entre la “realidad real” (el horror de la pandemia) y tratando de que todo siga igual, respondiendo a exigencias a veces muy desmedidas de nuestros trabajos.

Se entiende que es “bueno” que todos(as) los que podamos estemos “produciendo” desde nuestros respectivos trabajos, pero creo que debemos también equilibrar el “rendimiento” con el cuidado de nuestras fuerzas emocionales y mentales.

Insisto: en el confinamiento y con el teletrabajo perdemos las mujeres y sin duda con mayor razón las más precarizadas dentro del sistema.

¿Cómo se vuelve a poner en el tapete las desigualdades en esta crisis y específicamente en relación al confinamiento?

Estar en las casas y teletrabajo. Es quizás este momento el más decidor respecto a las relaciones familiares y las desigualdades en general.

Sabemos que nos es lo mismo enfrentar el “confinamiento” en una casa con varias habitaciones y patio que en una pequeña o en uno de los llamados guetos verticales, incluso para enfrentar el contagio. No es lo mismo.

Por otro lado, no estábamos preparados en ningún nivel de enseñanza a la educación online ni tampoco los(as) estudiantes, ni madres ni padres, y estamos todos(as) a mata caballo intentando no desesperarnos con el zoom, y cualquier otra bendita plataforma.

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¿Qué efectos puede tener lo que estamos viviendo en relación al coronavirus en las demandas sociales del 18 de octubre?

Estamos en una cuerda floja pues como te decía antes, el virus nos ha dejado aún más desnudos de lo que ya sabíamos: cobro de test, el “boletariado”, y otros rostros feos como el egoísmo de los que tienen mucho, así como los cálculos económicos por sobre los sociales y humanos.

Ha habido otros hechos, como “limpiar” Plaza de la Dignidad y no así arreglar los semáforos que continúan sin funcionar desde octubre (una medida de provocación y una no medida de orden del tránsito), en fin, podríamos seguir enumerando.

Las grietas no se cerrarán solas y pienso las estructuras no se erigirán de nuevo. Lo que no se resuelve y queda reprimido saldrá de nuevo.

¿Cómo ves el país que surgirá después de esta crisis sanitaria?

Creo que es mejor pensar en que sacaremos muchas buenas lecciones de este virus y de sus efectos inmediatos y posteriores en la vida social, y que ahora más que nunca es urgente proyectar un camino de reflexión profunda y de construcción colectiva del país que queremos y de la comunidad que debemos restaurar.

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