Fin al CAE: ¿Qué es el FES? ¿Cómo funcionará el nuevo sistema de financiamiento de la educación?
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Una investigación sobre salud mental realizada a un universo de 2.700 personas demuestra una disminución de la sintomatología depresiva. Es decir, las personas se han adaptado a la crisis sanitaria y han exhibido menos síntomas depresivos durante el periodo de cuarentenas.
El encierro, las nuevas normas sanitarias, el miedo y la incertidumbre han jugado un rol clave en nuestras mentes durante la pandemia. Las preocupaciones económicas, las nuevas formas de trabajo, el cuidado de los hijos y una serie de nuevos escenarios, han modificado también nuestra forma de percibir la realidad, esa con la que hemos convivido durante la crisis sanitaria.
Por eso, para el Instituto Milenio para la Investigación de la Depresión de la Universidad Católica (MIDAP), este momento precisaba más que una foto general del estado mental que ha experimentado la población. Para ir más allá, realizó un estudio intensivo, en el que siguió durante más de un mes los estados emocionales de los encuestados, para visualizar sus avances y profundizar en sus sensaciones.
“No es mucho lo que uno puede aprender de las personas, con mediciones transversales. Las cosas varían día a día”, asegura Juan Pablo Jiménez, el director del MIDAP.
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La primera fase del estudio contó con un seguimiento intensivo durante 35 días realizado a un grupo de personas que representan la realidad en la que vivimos en nuestro país. De un universo de 2.700 personas que estuvieron de acuerdo en participar del estudio, se seleccionó de manera aleatoria pero representativa una muestra de 170 casos inscritos para un estudio que se dividió en cuatro áreas generales de funcionamiento.
“Durante los 35 días, la sintomatología depresiva tiende a bajar”, afirma Alex Behn, director de la encuesta. Detalla que, ante las preguntas realizadas cada cinco días, se observa en las respuestas; que las mujeres parten con una sensación negativa alta, pero que van mejorando en el tiempo, a diferencia de los hombres, que parten en un nivel bajo, pero que va aumentando durante las semanas posteriores.
Para el psicólogo laboral Pablo Herrera Gazale, esto tiene que ver con “la incertidumbre laboral y económica con la que conviven actualmente, un enfoque en la subsistencia. En cambio, las mujeres, que culturalmente han tenido una cantidad de funciones o roles sociales y familiares diversos, logran sobrellevar y adaptarse de mejor manera a esta multiplicidad de funciones”.
“Las personas con más afecciones económicas, son quienes más síntomas depresivos presentan”, se detalla en el estudio.
Otra área investigada fue la de las relaciones familiares y aquí se encontraron dos resultados llamativos. El primero tiene que ver con las relaciones de pareja. “Las relaciones que reportaron, al inicio del estudio, una satisfacción moderada, tienen a deteriorarse y, por ende, la posibilidad de que la relación salga dañada de las cuarentenas es alta. En cambio, las que comenzaron de manera sólida, se han mantenido de la misma manera”.
Muchas personas tienden a preguntarse si lo están haciendo bien o mal con sus hijos durante el confinamiento. Según esta encuesta, los padres y madres no sienten que estén fracasando en su rol, pero aseguran que el tiempo y la energía que tienen para dedicarles es menor que la que necesitan sus hijos.
“A medida que pasa más tiempo en cuarentena, los hombres reportan más posibilidad de maltrato psicológico a los hijos, básicamente por el estrés económico”, detalla el director de MIDAP.
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El estudio demuestra que las personas más jóvenes, entre 18 y 24 años, son los que mayor carga depresiva muestran, entre otras cosas, por la incertidumbre sobre temas estudiantiles. Las personas mayores a 65 años, en cambio, se muestran más preparadas a convivir en las actuales condiciones.
Otro factor relevante, destaca Alex Behn, es la afectación emocional que muestran las personas que vivieron un estrés traumático ocasionado por el estallido social. “Esas personas, que dicen que fueron afectadas en extremo durante el mes de octubre, son las que mantienen índices depresivos elevados, durante los 35 días de medición”, apunta.
El mayor temor de la gente, según la encuesta, es que se contagien otras personas, miembros de su familia.
Steffy es madre soltera. Ha tenido que convivir en un departamento de 65 metros cuadrados, entre el teletrabajo y el cuidado de sus dos hijos. Dice estar preocupada por sus familiares, pero sobre todo por sus hijos. Diagnosticada de cáncer mamario, al comienzo de la pandemia, ha tenido que extremar sus cuidados, lo que se suma a sus responsabilidades laborales a través del trabajo desde casa y paralelamente su rol como madre.
“Ha sido difícil, desde el punto de vista emocional, convivir con el miedo a infectarme, lo que en mi caso, se transforma en un riesgo mayor. Debo mantenerme sana, pero activa. No puedo decaer, mis defensas deben estar en alto y mis hijos deben verme firme, aunque la responsabilidad, el teletrabajo y el miedo, estén afectándome por dentro“, dice.
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La situación de Steffy es extrema, pero grafica el miedo con el que hemos convivido durante estos meses. La incertidumbre choca, de manera permanente, con las responsabilidades con las que debemos lidiar en medio de las cuarentenas. La realidad económica se ha transformado en un factor determinante en los estados depresivos de las personas, sobre todo en los hombres, aunque estas sensaciones, según la encuesta, se estabilizan en el tiempo a través de la adaptación de las personas a esta nueva realidad.
A través de una Cadena Nacional, Gabriel Boric entregó detalles respecto a cómo funcionará el nuevo sistema de financiamiento de la educación superior.