Por Fernanda Jure

En los últimos meses, el confinamiento, la distancia con nuestros seres queridos y las estrictas medidas sanitarias han generado distintas alteraciones en gran parte de la población. Dentro de los grupos perjudicados se encuentran las mujeres, cuyo estado emocional y hormonal se ve directamente involucrado. De esta forma, la crisis sanitaria afecta a quienes no están embarazadas, quienes sí lo están, y quienes dieron a luz en medio de la pandemia.

Daniela Goretta, matrona de la Universidad de Chile, explica que el confinamiento ha provocado estrés y angustia, lo que genera un aumento de cortisol, “una sustancia que interfiere en la producción de las hormonas y en el ciclo del hipotálamo e hipófisis, que son las que regulan nuestro ciclo menstrual”. Es precisamente debido a eso que se alteraría el periodo de las mujeres. “Eso puede hacer que se retrase o que la menstruación ocurra más de una vez al mes”, cuenta la especialista.

Pero además de ello, hay otros factores que condicionan el ciclo de la mujer. Todos ellos se relacionan a los hábitos y van desde la alimentación hasta la realización de deporte. “Al estar en confinamiento hay una mayor ingesta de grasa e hidratos de carbono, que puede influir en el aumento del peso y alteraciones al metabolismo. Esto también puede afectar el ciclo menstrual”, explica la profesional. Otra de las incidencias es el sueño. Las modificaciones del ciclo circadiano, debido a la exposición a pantallas, podría afectar la regulación hormonal. Del mismo modo, la disminución de la movilidad y la reducción de la actividad física generaría cambios.

Los desórdenes menstruales pueden ser provocados también por el consumo de alcohol y cigarro; además de la reducción de vitamina D, debido a prolongados periodos de encierro sin exposición al sol. La profesional y también académica de la Universidad Central señala que las consecuencias son normales, y que sus causas son multifactoriales. “Es importante que las mujeres entiendan que, lo que está pasando, es normal. Pero, además, que sepan identificar cuándo deja de serlo; como al haber sangramiento excesivo, que pueda generar anemia. Lo importante es mantener la calma y evitar que la angustia se apodere del metabolismo y de las hormonas”, apunta.

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El doctor Juan Enrique Schwarze, ginecólogo experto en medicina reproductiva e infertilidad de Clínica Las Condes, explica que cualquier situación de estrés se traduce en un bloqueo del control del cerebro sobre el ovario, lo que puede provocar que la mujer no ovule. “Eso se traduce en que las reglas ya no son cada 28 o 35 días, sino que cada 45, 60 e incluso 90 días”, explica. Es debido a la falta de ovulación regular, que la mujer está menos expuesta al embarazo, “pasando de, por ejemplo, doce probabilidades al año, a una o dos”.

Asimismo, el especialista detalla que muchas veces se confunde a la menstruación con sangrados genitales, que se producen debido a que el ovario ya no está sometido a un control por parte del cerebro; lo que eleva la producción de estrógenos y a su vez, aumenta el grosor del endometrio. La irregularidad de su tamaño y su posterior disminución produciría este sangrado.

¿Cómo afecta la crisis sanitaria el embarazo?

La Clínica Nueva Cordillera, ubicada en el sector oriente de la capital, ha recibido a más de 170 recién nacidos desde el comienzo de la emergencia. Según reportan desde el recinto, aquí las cesáreas y partos normales han ocurrido con éxito, sin embargo, el estrés previo de las mujeres ha sido significativo. Así lo cuenta Claudia Ocampo, quien el pasado 17 de junio recibió a su hija, Dominga, en el centro médico. “El miedo más grande que tuve era contagiarme o que se contagiara mi hija, pero finalmente fue una experiencia maravillosa”, cuenta ya desde su hogar.

Las preocupaciones de Claudia son compartidas por gran parte de las embarazadas. Y es que la pandemia ha despertado distintos temores en las mujeres.

Pedro Salinas, psicólogo de la Universidad Central, explica que la experiencia para quienes han sido madres, se está viviendo con una carga de ansiedad y estrés muy superior a lo que podría ocurrir en condiciones normales. “Cuando nos convertimos en padres, secretamos hormonas como la oxitocina, que nos dispone para la crianza y protección del otro. La situación de estrés y ansiedad repercute en que esta hormona, que se libera naturalmente, pueda ser inhibida”, detalla el profesional.

Así, la crisis sanitaria podría hasta provocar que las embarazadas y quienes tengan un bebé recién nacido, vean alterada su disposición tanto física como anímica para llevar a cabo el rol de la maternidad. “Es un periodo esencial que va a afectar también la salud posterior del recién nacido; además de las alteraciones al sueño en la mujer, inquietudes, falta de lívido y aprensiones”, apunta Salinas.

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Es por ello que el especialista recomienda una buena alimentación para restablecer el equilibrio neuroquímico y así lograr la regulación del sueño, de las funciones del cuerpo y de las hormonas. Además de ello, es importante dar cuenta a la pareja sobre la situación que se está viviendo, y contar con redes de apoyo efectivas. Otra de las sugerencias es mantener una vida sexual activa, y fortalecer las conductas de comprensión mutua de afecto y apoyo, como, por ejemplo, mediante la interacción con otras mujeres que compartan su experiencia en el embarazo y en la maternidad.

Los nuevos protocolos para el parto

Así como el estrés puede alterar el ciclo menstrual, también puede generar algunas consecuencias importantes durante el periodo del embarazo; una de las más alarmantes son las contracciones uterinas. La matrona Daniela Goretta, explica que la angustia podría llegar a transformarse en un parto prematuro, y que es esencial que “las gestantes intenten estar acompañadas, en la medida de lo posible; contenidas y con pensamiento positivo. Que sepan que los sistemas sanitarios en Chile, tanto públicos como privados tienen urgencias separadas para quienes presenten problemas respiratorios y que, las vías de acceso a las distintas unidades de atención son diferenciadas. Tendrán poca exposición”.

Así también lo detallan desde la Clínica Nueva Cordillera. “Trabajamos con todas las medidas ministeriales dispuestas, tal como el uso obligatorio de mascarillas, lavado de manos y distancia social”, explica el doctor Vicente Solá, jefe de Ginecología y Obstetricia en el recinto médico.

El centro de salud permite que en el trabajo de parto la madre esté acompañada por una persona, a quien se le exige la realización de un examen PCR, pero no se permite la rotación de visitas. Carolina Cortés, matrona del establecimiento, detalla las otras modalidades adoptadas debido a la contingencia: “Tanto los partos como cesáreas son cirugías impostergables, por lo que los controles previos al nacimiento incluyen examen PCR a la futura madre y una encuesta completa para determinar si en el grupo familiar y en el hogar existen personas contagiadas”.

Los signos de urgencia

Antes de la pandemia se sugería que los recién nacidos no se vieran expuestos al exterior, ni a una cantidad importante de personas por al menos un mes. Debido a la pandemia, la recomendación se ha convertido en una exigencia, que considera un tiempo prolongado y que, de preferencia, las madres sólo salgan a los controles y no reciban a nadie que no viva en el domicilio.

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Además de esta consideración, hay otros factores que resultan esenciales a la hora de que las embarazadas deban decidir si acudir o no a un centro de salud. “Los signos de urgencia para trabajo son las contracciones cada diez minutos, o las que son intermitentes durante una hora; esto para quienes ya tengan más de 37 semanas gestación”, explica la profesional, Daniela Goretta.

Pero hay situaciones que son directamente negativas y frente a las que hay que reaccionar inmediatamente, como el sangrado durante los últimos días de embarazo. “Eso significa una hemorragia y es urgente. No hay que esperar que alguien nos vaya a buscar, sino que hay que ir de inmediato al hospital. Un sangrado en el último trimestre de gestación es peligroso”, detalla Goretta; quien también recomienda contabilizar los movimientos del feto en el vientre materno: “El bebé se debe mover al menos seis veces en una hora, si se mueve menos, también hay que asistir a un recinto médico”, señala.

Además de ello, explica que es preferible no optar por el parto domiciliario, debido a que no se encuentra regulado en nuestro país y que, significaría asumir un riesgo innecesario.

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