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Si sumamos los cupos en los directorios de las 30 grandes empresas que más tranzan en la Bolsa de Santiago y vemos cuántos de ellos son ocupados por mujeres, constatamos que el sector privado sigue en deuda en materia de paridad de género: En total son 260 asientos en las mesas de los directorios y en sólo 23 de ellos se sientan mujeres.

Ante esto, hay quienes podrían argumentar que es en el ámbito público donde la participación femenina tiene espacio para incidir en la toma de decisiones y aportar en la definición de las políticas que rigen el destino del país. De hecho, hay hasta una bancada feminista en la Cámara de Diputados, donde la presencia de legisladoras subió de 19 a 35 parlamentarias y de 6 a 10 senadoras. Sin embargo, hay un problema que parece más de fondo.

Estamos en una sociedad en que al final el poder político está bastante subordinado al poder económico”, dice Teresa Valdés, Coordinadora del Observatorio de Género y Equidad, quien ejemplifica que “tiene consecuencias graves y hace que para las mujeres llegar a esas instancias sea más difícil entonces… mujeres en la Sofofa ha habido una”.

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Pero… ¿Por qué es tan importante que las mujeres estén en cargos de toma de decisiones? La respuesta es clara: porque significa incorporar la mirada específica de más de la mitad de la población de Chile a temas que son colectivos

Las pocas que se incorporan en el mundo privado, además, lo hacen supeditadas a los estigmas con que carga el género. La directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal, María Luisa Scuro, explica que “tenemos presencia de mujeres más bien en empresas pequeñas, muchas veces asociadas a la extensión de las tareas que las mujeres hacen en el hogar hacia el mercado. ¿Qué quiere decir esto? Que hay muchas mujeres bajo el rubro empresa realizando tareas que efectúan para el hogar en forma remunerada, pero que salen al mercado a vender”.

Es decir, se incorporan en el rubro gastronómico, el rubro textil y el de los cuidados. Como si las jefaturas, gerencias, directorios de las grandes compañías no fueran territorio para las mujeres, quienes no solo tienen que sortear dificultades al momento de desarrollar una carrera, también se les presentan barreras cuando logran especializarse y cuentan con las herramientas para su promoción profesional

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Si las mujeres con entre cero y tres años de educación tienen casi el mismo salario que sus colegas hombres, cuando tienen más de 13 años de educación, es decir, cuando llegan al nivel alto o universitario, tienen más de un 30% de diferencia salarial con los hombres con el mismo nivel educativo”, explica la investigadora de género de la Cepal.

En concreto, la diferencia promedio de salario entre hombres y mujeres en Chile es del 12,4%, o sea, a mayor educación esta brecha aumenta a más del doble.

Sin embargo, puede que estas cifras comiencen a cambiar de a poco. La reciente aprobación de la paridad en la conformación del eventual órgano constituyente, que tendrá por tarea redactar una nueva constitución, es valorada por muchas mujeres como un gran avance, como una gran oportunidad para cambiar las cosas.

Porque, aunque aún algunos no lo tengan claro, todo lo que afecta a las mujeres afecta al conjunto de la sociedad. A su vez, cuando sus problemas no se abordan, el bienestar de la sociedad se ve alterado en su conjunto. Las mujeres no tienen nada que demostrar para validar sus capacidades, es la sociedad la que tiene que demostrarles a ellas que es capaz de superar sus prejuicios y recibir sin sesgos sus aportes.

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