Por Holly Thomas.

“Soy más popular que Disney World”, recita el antiguo pupilo de Disney, Zac Efron. La línea, que podría haber sido sacada de una de sus películas antiguas de la misma franquicia, es sólo un signo de puntuación en el trailer de “Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile”, una película basada en la historia real de Theodore Bundy.

El protagonista del mega éxito adolescente High School Musical interpreta al asesino en serie, violador, secuestrador y necrófilo que confesó haber asesinado al menos a 30 mujeres y niñas durante los años ’70.

El trailer de 90 segundos, que muestra imágenes de Efron guiñando un ojo de manera carismática y hasta quitándose la camisa, ha sido recibido con indignación y consternación por parte de muchos que creen que embellece e hipersexualiza a Bundy, quien fue ejecutado por sus crímenes en 1989.

En una coincidencia perversa, el abrumador enfoque en el aspecto físico de Efron desde el lanzamiento del trailer hace eco de una obsesión similar con la aparición de Bundy cuando fue juzgado en 1979, cuando los periódicos hicieron hincapié en su belleza y encanto. Para ese entonces, incluso el New York Times lo describió como “Kennedyesque”.

Es posible, entonces, llegar a la conclusión de que si el objetivo de las películas basadas en historias reales es reflejar la vida misma, eso es exactamente lo que ha logrado fichar a quien un día interpretó a Troy Bolton.

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El glamour que reflejan los asesinos en serie en películas como “Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile” es intrínsecamente descarado, porque se basan en sufrimientos y muertes reales, y su objetivo siempre es afinar esos elementos para atraer al público.

Por ende, es importante preguntarse tanto qué historias valen la pena ser contadas como qué tan bien se cuentan. Si un actor guapo que retrata a un asesino conocido por ostentar su apariencia atractiva es ofensivo, lo que se deduce es que la superficialidad es ofensiva y haríamos bien en ser menos superficiales en nuestra evaluación de estas películas y su tema.

Otra película sobre un asesino, “Detainment”, que está nominada al Mejor Cortometraje de Acción en Vivo en los Oscars, cuenta la verdadera historia del asesinato de James Bulger, de tres años, cerca de Liverpool, Inglaterra, en 1993.

Sus asesinos fueron dos niños de diez años, Robert Thompson y Jon Venables. Los menores llevaron a James lejos de su madre en un centro comercial y luego cruzaron la ciudad hacia una vía férrea, donde lo torturaron y golpearon hasta que murió.

Tanto Thompson como Venables fueron acusados ​​de secuestro y asesinato y se les juzgó como adultos, pues tenían más de 10 años, el punto legal en el que una persona en el Reino Unido asume responsabilidad penal por sus acciones. En 2010, Maggie Atkinson, comisionada para niños de Inglaterra, pidió que la edad fuese elevara a 12 años. Su argumento fue que 10 era “demasiado joven”, a la luz del caso Bulger.

La madre de James, Denise Fergus, ha protestado con vehemencia por la realización y nominación de “Detainment”, que se basa en imágenes reales de entrevistas con Thompson y Venables bajo custodia. El trailer muestra a los niños angustiados mientras responden las preguntas de la policía con los ojos llenos de lágrimas. Se ven mucho menos siniestros en la vara de Efron, medida por Bundy, y la simpatía que provocan atrae a un instinto mucho más profundo.

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Vincent Lambe, quien dirigió “Detainment”, ha protestado porque muchos no entendieron el punto de la película, diciendo: “Es para hacer preguntas y desafiar a la audiencia, porque creo que tenemos la responsabilidad de tratar de dar sentido a lo que sucedió”.

Esta provocación, o más concretamente, la grave angustia de los padres de Bulger, es difícil, si no imposible, de justificar. No hay lección, sólo tristeza, y un dolor amargo e infructuoso. Ese dolor ha atraído mucha menos atención en las últimas semanas que la mandíbula perfectamente delineada de Efron. Es también revelador que no haya proyecciones planeadas de “Detaintment” en el Reino Unido.

El escándalo que “Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile” ha despertado es comprensible. Una película que amplifica deliberadamente las ágiles estrategias psicólogicas de Bundy en el juzgado y las manipulaciones que derivaron de su atractivo sexual es exactamente lo que él hubiera deseado.

Es otro ejemplo de un asesino en serie masculino cuyas horripilantes acciones atrajeron más fascinación que las vidas que robó de sus víctimas exclusivamente femeninas. Pero es una representación de lo que realmente sucede, con demasiada frecuencia, en lugar de una plantilla de cómo se deben tratar estas circunstancias en el futuro.

El director de la película, Joe Berlinger, respondió a la reacción: “Si realmente ves la película, lo último que estamos haciendo es glorificarlo. Obtiene su cuota, al final, pero estamos retratando la experiencia de cómo uno se convierte en víctima de ese tipo de seducción psicopática“.

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Kathy Kleiner Rubin, una de las víctimas sobrevivientes de Bundy, a quien atacó de manera salvaje en su casa de la hermandad de la Florida State University en 1978, ha explicado porqué la representación de la película, aunque en su opinión exagerada, tiene sentido. “Creo que para mostrarle exactamente lo que era, no lo está glorificando, sino mostrando, y cuando dicen cosas positivas y maravillosas sobre él… eso es lo que vieron, eso es lo que Bundy quería que tú vieras”, explicó. “La película lo glorifica más de lo que creo que debería ser. Pero como dije, creo que todos deberían verla y entenderlo por lo que él era, incluso cuando era el hijo perfecto”.

Rubin hizo hincapié en que el punto más importante era el mensaje detrás de la película, que demuestra cómo Bundy usaba sus artimañas para atraer a sus víctimas del sexo femenino. “Tenía diferentes tácticas que usaba para que la gente lo ayudara a subir a los autos o hacer cosas. Sigue tu instinto, si sientes que algo no está bien, simplemente di que no”.

Perder esa incómoda visión directa de Bundy y el efecto que tuvo en su audiencia de la vida real, sería perder gran parte del punto de advertencia de la historia. La sexualización de hombres guapos que hacen cosas malas y la amplificación de su narrativa sobre sus víctimas es un fenómeno perturbador, pero muy real. Ocurre una y otra vez en el cine y en la televisión, desde los éxitos de taquilla de Jack The Ripper a las re-imaginaciones de Black Dahlia con Chris Pine.

Lo más preocupante es que el escándalo fugaz hecho por las películas que glorifican a los criminales violentos de nuestro pasado a menudo no se confirma en el presente cuando los hombres atractivos hacen cosas horribles.

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La fotografía policial de Jeremy Meeks sólo le valió el apodo de “preso sexy” cuando se volvió viral en 2015. Meeks fue declarado culpable de cargos federales por ser un delincuente en posesión de un arma de fuego y un gran robo. Mientras Meeks fue encarcelado en 2014, el Oficial de Información Pública, Joseph Silva, lo llamó “uno de los criminales más violentos en el área de Stockton”. En 2017, Vogue lo describió como un “chico malo pulido”

Si nos molesta que un asesino en serie como Theodore Bundy fuese apuesto y nos resulta de mal gusto que nos lo recuerden en una nueva narración de su historia, no estamos entendiendo el punto de qué constituye el mal.

Demasiados hombres violentos pueden escapar de sus crímenes durante demasiado tiempo, porque preferiríamos no reconocer que la belleza y la brutalidad pueden caminar de la mano.

Al demostrarnos tan distraídos por Zac Efron, en la medida en que muchas más películas ofensivas se deslizan por debajo del radar, caemos en la misma trampa superficial. La señal de advertencia a la que debemos prestar atención no es una cara fea, sino la incapacidad de mirar más allá de una bonita.

 

*Holly Thomas es una escritora y editora residente en Londres. Su Twitter es @HolstaT. Las  opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente del autor. 

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