El historiador y coordinador de Extensión Cultural de la Universidad de Los Andes, Raúl La Torre, explicó que en el hemisferio sur, específicamente en Chile, estas tradiciones tienen un carácter más rural y están más ligadas a la tierra.
El pasado sábado 21 de junio marcó el inicio del solsticio de invierno en el hemisferio sur y el solsticio de verano para el hemisferio norte.
La fecha, que es conocida también por ser el día más corto del año, está cargada de simbolismos debido a la celebración de la Noche de San Juan, que se conmemora la víspera de este martes 24 de junio.
El historiador y coordinador de Extensión Cultural de la Universidad de Los Andes, Raúl La Torre, explicó que la jornada combina elementos del cristianismo -nacimiento de San Juan Bautista- con antiguas tradiciones paganas relacionadas con los ciclos del sol y de la naturaleza.
Y añadió que se mezcla una celebración cristiana con festividades que “tienen una vinculación directa con el solsticio, ya sea de verano o de invierno, dependiendo del hemisferio”.
En el hemisferio norte, por ejemplo, la Noche de San Juan es celebrada con rituales de luz y hogueras, de manera de invocar protección, abundancia y renovación.
Mientras que en el hemisferio sur, específicamente en Chile, estas tradiciones están más ligadas a la tierra y con carácter rural.
El historiador comentó que “en el campo chileno, hay creencias populares que se mantienen vivas, como esperar que una higuera dé frutos durante la noche, o pararse bajo ella en busca de señales sobre el futuro. También están los ritos que ha documentado el folclorista Orestes Plath, como el de las papas debajo de la cama para augurar lo que viene”.
La Torre señaló que “en una época del año marcada por la oscuridad del invierno, esta celebración invita a encender pequeñas luces de esperanza, a través de rituales, creencias y tradiciones que nos conectan con la tierra, con la historia y con lo más profundo de la identidad popular chilena”.
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