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Es muy común en nuestra vida cotidiana que nos soliciten el número de identificación cada vez que vamos a adquirir un producto. Para convencernos, nos dicen que dar el RUT sirve como una herramienta de fidelización que nos otorga un beneficio, por ejemplo, acceder a descuentos y promociones exclusivas, o acumular puntos.

Pero la verdad es que el interés por nuestra información va más allá de entregarnos un “premio”, en realidad lo que buscan es hacer perfiles de clientes que nos transforman en un producto. No solo estamos entregando nuestro RUT, también estamos permitiendo el cruce de información.

Para graficar esta situación, la Fundación Datos Protegidos lanzó “La moderna vida de la señora RUT”, viñetas creadas por el ilustrador Inges, que cuentan las historias de una mujer a la cual le ocurren distintas situaciones incómodas debido al cruce de datos que realizan empresas y cadenas de retail día a día. El llamado es a utilizar el hashtag #NoDoyMiRUT y contar qué experiencias has tenido a la hora de negarte a entregar tus datos o qué situaciones has vivido por el hecho de comprar un medicamento, alimento o fidelizarte a una marca. ¡Podrías ver tu experiencia graficada en una siguiente viñeta!

Jessica Matus, fundadora y directora ejecutiva de Fundación Datos Protegidos, es enfática en señalar que buscan “emplazar a las empresas y comercios a que manifiesten claramente la finalidad que tienen para solicitar nuestros datos personales y si entregarán esta información a terceros. Exigimos que se informe en forma clara sobre los propósitos que tienen para solicitar el RUT, y con quienes se compartirá ese dato, de modo que cumplan con las exigencias actuales del artículo 4º de la Ley 19.628”.

¿Por qué esta campaña?

Los datos que las empresas obtienen de nosotros les permiten realizar informes completos de nuestra calidad de vida y comportamientos, lo que deriva en la elaboración de perfiles más detallados y acabados de nuestros gustos, intereses e intimidad. Somos el único país del mundo en solicitar esta información de manera tan invasiva y sin entregar mayores antecedentes de para qué los quieren o cómo los van a utilizar.

De esta forma, los comercios pueden ir realizando campañas cada vez más personalizadas para sus distintos públicos, así por ejemplo, ciertas empresas pueden saber, incluso, antes que nosotros mismos, qué tipos de enfermedades padecemos, qué productos podrían ser atractivos para nosotros, e incluso saber si una mujer se encuentra posiblemente embarazada, aún cuando ella todavía no lo haya notado.

Somos el único país del mundo donde el comercio solicita esta información tan personal y es hora de conocer para qué están utilizándola y saber qué podemos negarnos a entregarla.

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