Este sábado 5 de abril, cuando sea medianoche, se deberán atrasar los relojes una hora. Estas modificaciones pueden afectar a las personas neurodivergentes. ¿Cómo apoyar su adaptación a esta nueva rutina? Revisa aquí los detalles.
Este sábado 5 de abril se deberán atrasar los relojes una hora durante la medianoche, lo que genera afectaciones también en la salud de las personas.
¿Cómo impacta el cambio de hora en las personas neurodivergentes?
Académicos de la Universidad de Chile explicaron cómo puede afectar a las personas autistas o con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) el nuevo horario.
El académico del Departamento de Neurología y Neurocirugía Norte de la Facultad de Medicina y neurólogo de la Clínica Quilín del Hospital Clínico U. de Chile, Pablo Salinas Carrizo, explicó que el cambio de horario puede alterar nuestro ritmo fisiológico habitual, afectando los ciclos circadianos. Esto ocurre debido a la descoordinación de la rutina de luz y oscuridad asociada con el horario de verano y el horario oficial.
“Nos va a producir un desbarajuste, con más sueño, menos rendimiento, y mayor fatiga mental y física durante los primeros días”, planteó Salinas.
Para minimizar el impacto, recomendó “ir ordenando los horarios de sueño los días previos y mantener medidas de higiene del sueño, que son transversales a cualquier situación”. Aconsejó que una persona adulta debería tener entre 7 y 8 horas de sueño diarias, conciliando el sueño entre las 22:00 y 23:00 horas para despertarse alrededor de las 6:00 de la mañana.
Además, subrayó la importancia de un ambiente confortable, oscuro, sin ruido, y sin pantallas al menos un par de horas antes de irse a la cama. También es importante evitar consumir alimentos y realizar ejercicios al menos dos horas antes de dormir.
¿Qué efectos tiene este cambio en las personas neurodivergentes?
Marcela Cuevas, coordinadora del equipo Infanto-Juvenil del Centro de Psicología Aplicada (CAPs) de la Universidad de Chile, y docente del Magíster en Psicología Clínica, mención Infanto Juvenil del Departamento de Psicología, detalló que “muchas personas neurodivergentes requieren ritmos y rutinas ordenadas y estructuradas, por lo que los cambios les resultan más complejos que a la población neurotípica”.
“Cuando se trata de cambios importantes relacionados con los ritmos circadianos, el cuerpo y el organismo, esto afecta directamente la función cerebral”, remarcó Cuevas, y agregó que “los cambios de horario impactan la luminosidad y las rutinas de levantarse y acostarse, lo que implica una mayor exigencia de adaptación y una modificación de sus rutinas”.
Por su parte, el doctor Pablo Salinas añadió que “el cambio de rutinas puede afectar directamente a las personas del espectro autista, que generalmente tienen dificultades para adaptarse a los cambios. Por lo tanto, es importante ir preparando este nuevo horario, explicándolo en los días previos, y si se trata de niños, hacerlo de forma clara”.
Además, en el caso de personas con déficit atencional, quienes tienen alteraciones en la función ejecutiva, también presentan dificultades para adaptarse a los cambios, por lo que los consejos mencionados son aplicables.
El desafío para las personas neurodivergentes
La profesora Cuevas destacó que “es importante considerar que los cambios de horario representan una mayor exigencia de adaptación para las personas neurodivergentes, ya que afectan su funcionamiento diario y la estabilidad de sus rutinas”.
Aunque no sería viable aplicar un horario diferente solo para este grupo de personas, señaló que el desafío debe abordarse de manera amplia, considerando a niños, adolescentes y personas con otras condiciones de salud mental que se ven más afectadas por estos cambios de horario.
¿Y si no cambiamos el horario y mantenemos el de verano todo el año?
El astrónomo de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas, José Maza, a través de sus redes sociales, explicó que “si tuviéramos el horario de invierno todo el año, el tiempo de Greenwich -4, el sol en diciembre saldría a las 5:30 de la mañana en Santiago, con lo cual estaría claro desde las 5, y la mayoría de la gente estaría acostada, con las cortinas corridas, para seguir durmiendo”.
Continuó explicando que “el horario de verano permite que esa hora que generalmente no aprovechamos en la mañana, la podamos mudar para la tarde. El sol, en vez de ponerse a las siete y media, se va a poner a las ocho y media, un cuarto para las nueve. Es decir, se utiliza mejor la luz del sol”.
Maza concluyó que “si usáramos el horario de verano todo el tiempo, como una vez lo hicimos, el sol saldría casi a las 8:30, 8:45, lo que significaría que a las 8 de la mañana recién estaría comenzando a aclarar. Esto podría ser un problema, especialmente para los niños”.