{"multiple":false,"video":{"key":"gqBBNlttbeY3W","duration":"00:51:09","type":"video","download":""}}

Nació en Colbún, en la región del Maule, y a sus 81 años se ha convertido en uno de los locutores radiales más reconocidos del país. Pablo Aguilera lleva décadas escuchando a las personas y planea seguir haciéndolo.

Sin embargo, su historia parte mucho más atrás. Hijo de un trabajador ferroviario, vivió en diferentes lugares de la zona central de Chile durante su niñez y adolescencia, entre Talca y Temuco.

Lee también: Paulina Urrutia: “Dejé de ser mujer y actriz para convertirme en la cuidadora de Augusto y eso repercute”

En 1958 llegó a Concepción, donde estudió en el Liceo Enrique Molina Garmendia y dos años más tarde entró a la carrera de derecho en la Universidad de Concepción (UdeC).

Al poco andar, descubrió que su pasión no era la abogacía y en 1965 comenzó sus estudios de periodismo en la Universidad de Chile. Aguilera se instaló en Santiago y comenzó la carrera que ejerce hasta la actualidad.

Lee también: Chihuailaf y la oralitura: “Hago uso de la escritura, pero escribo de sueños, esperanza, la ritualidad de mi familia”

En conversación con CNN Íntimo, Pablo Aguilera Parotto aborda sus inicios en la radio y su paso por la televisión. Asimismo, cuenta detalles sobre cómo fue su vida profesional durante la dictadura militar de Augusto Pinochet.

Descubriendo pasiones

La trayectoria de Pablo Aguilera es bastante amplia y reconocida.

El periodista recibe al equipo de CNN Íntimo en un hogar lleno de fotografías, galardones y diplomas que cuentan una parte de su exitosa carrera.

Hay una frase que dice ‘elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida’ ¿Te pasó eso?
Mi trabajo en la radio me gusta tanto que decidí no trabajar nunca más (…) La verdad es que nunca lo he tomado como un trabajo, es una pasión la radio, es una manera de irme realizando día a día y el contacto con los auditores es mágico, para mí es muy gratificante.

Tu camino iba a ser distinto, ya que te habías inscrito en derecho y fue un hecho fortuito el que te lleva finalmente a dedicarte a la radio y al periodismo.
La verdad es que no fue tan así, ya que yo estaba trabajando en radio. Junto con matricularme en la universidad (de Concepción), ya empecé a trabajar como locutor, esto en el año ’60. La radio en ese momento era simplemente un pasatiempo, una manera de financiar mis estudios también.

¿Tú querías ser abogado?
Claro, aunque tampoco tenía grandes deseos. Como todo adolescente (…) me pregunté qué me convenía más. Dentro del área científica obviamente no, pero en el área de letras, leyes me interesó bastante. Sin embargo, cuando estuve dentro de la escuela estudiando me di cuenta de que era una carrera bien latosa.

El periodista relata que “desde el comienzo me gustó hablar con los auditores”. “No sé si me fui enamorando de la radio o no, pero me entretuve bastante y por eso cuando dejé de estudiar me dediqué a la radio, aunque mi sueño era igual seguir en la universidad, por lo que decidí estudiar periodismo, ya que sería una herramienta que me iba a servir en la radio”.

—¿Siempre te interesó la radio o igual pensaste en reportear?
(En la universidad) trabajaba en radio y el director de la escuela de periodismo era el director del Canal 9 y él un día me dijo ‘oye, tú estás trabajando en radio, te he escuchado, anda al canal a preguntar a ver si te dan un trabajo’. Y me dieron. Entonces, empecé a trabajar en las dos cosas.

Aguilera cuenta que también trabajó en diarios como La Segunda, La Nación, y La Tercera, aunque “siempre dentro del área de espectáculos, porque como estaba en radio era mucho más fácil”. Además, detalla que “durante muchos años, a pesar de que ya no era tan joven, fui como la figura juvenil”.

Dicen que el mundo es de los audaces y me llamó la atención cómo llegaste a Santiago desde Concepción y fuiste a presentarte tú solo a una radio.
Ya estaba casado, tenía tres hijos en ese momento y la verdad es que fue bien terrible el comienzo. Un día estaba tomando desayuno en la Alameda y frente a mí había un teléfono público con varias guías de teléfono y me dije ‘voy a ver si queda alguna radio cerca por aquí y me voy a presentar’.

Aguilera finalmente logró contactar con una radio, donde lo recibieron. “Me dijeron que podía trabajar el domingo, yo saqué las cuentas, pero lo que me pagaban ese día era la mitad de lo que ganaba en Concepción, entonces no podía darme el lujo de irme en esas condiciones. Sin embargo, después me presenté a otra radio y ahí ya me contrataron para la semana”, narra.

Fue una aventura realmente (…) después de que ya me aceptaron y empecé a trabajar me daba un miedo terrible, me decía ‘chuta y si me echan, ¿qué voy a hacer con mis hijos y todo lo demás?’. Entonces, fue bien terrible esa primera etapa, pero afortunadamente me fue bastante bien desde el comienzo”, señala.

Trabajar en dictadura

En la década de 1970, el periodista tuvo un paso por la televisión, donde trabajó, inicialmente, en Televisión Nacional de Chile (TVN). Esos años fueron muy desafiantes para el periodismo debido a la dictadura de Augusto Pinochet.

Aguilera detalla que un compañero de su universidad era ejecutivo del canal y lo invitó a unirse, aunque antes le advirtió que cuidara sus comentarios o lo acusarían de “comunista”. “Él sabía que yo no era participante de ningún partido ni nada, pero igual en esa época te acusaban de cualquier cosa”.

A ti te despidieron de TVN por mirista.
Me echaron por mirista (…) toda la primera etapa logré salvarme de esas acusaciones gracias a Patricia Guzmán, que era mi jefa, una excelente persona, gran periodista y jefa extraordinaria, exigente y todo, pero cuidaba a su equipo y siempre me defendió porque era muy amiga del yerno de Pinochet, que era jefe de TVN.

Aguilera sostiene que “cuando algún coronel, general, o la señora de alguien, llamaba acusando de cualquier cosa -porque ahí bastaba que te dijeran que tú eras de algún color político para que te echaran-, ella siempre me defendía y como tenía esta cercanía con el director general del canal, entonces ahí frenaba la cosa y no seguía más allá, pero siempre estaba el peligro”.

Cuando Patricia Guzmán dejó su cargo como jefa de prensa, el periodista estuvo cerca de un mes trabajando antes de ser despedido bajo la premisa de pertenecer “a grupos de izquierda”. “El nuevo jefe me llamó un día y me dijo ‘oye, hay una acusación seria y yo sé que te han acusado otras veces’”, explica.

Lee también: Emilia Schneider, primera diputada trans de Chile: “A mí me interesa mucho no quedarme como una anécdota”

Tú no eras mirista, pero habías conocido en el Liceo a Miguel Henríquez, fuiste compañero de él.
Yo estudié en distintos liceos de toda el área sur porque mi padre era el jefe de estación (…) Estuve en colegios de Chillán, Linares, San Javier, Victoria y Los Ángeles, hasta que llegué a Concepción y ahí justamente estaba Miguel Henríquez, pero él en ese momento no estaba metido en política, además era de una familia, los Henríquez Frödden, súper acomodados y de alta sociedad.

No había ningún vestigio en ese instante de lo que iba a ser él después. Después de ahí logré llegar a la Universidad en Concepción, me matriculé en derecho y ahí ya empieza a germinar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y se transforma en un movimiento bastante fuerte, pero yo nunca participé ahí ni en ningún partido”, afirma.

 —¿Tenías algún domicilio político, alguna afinidad?
Bueno, como toda persona joven mi afinidad era más bien en el área de la izquierda. Después me di cuenta de que la izquierda, la derecha, el centro, que todos los políticos son exactamente lo mismo y son una barbaridad, así que ahí dejé todo de lado.

—¿Cómo viviste el momento en que, en un supuesto enfrentamiento, muere Miguel Henríquez? Hace no muchos años se supo que fue un asesinato.
Ahí lo sabíamos perfectamente bien (que era un asesinato). O sea, dentro del canal incluso había que tener mucho cuidado y eso fue un ajusticiamiento. En esa época se sabía lo que pasaba, pero nadie lo iba a reconocer ni lo iba a publicar tampoco.

El locutor señala que “había una especie de autocensura que era bastante fuerte”. En este contexto, reconoce a Santiago Pavlovic, ya que “fue siempre bien valiente. Él pertenecía a la Democracia Cristiana en la universidad, pero siempre defendió sus principios y fue valiente en cuanto al planteamiento dentro del canal porque teníamos compañeros que eran informantes de la CNI”.

Todos estábamos en esta esfera como de autocensura (…) y lo del chago (Santiago Pavlovic) fue lo que más vi como una actitud valiente, que se atrevió a parar cosas, a decir cosas, aunque él siempre ha tenido un carácter bien frontal y en esa época igual se mantuvo en ese sentido, pero el resto siempre estábamos con esta amenaza de que nos fueran a acusar”, agrega.

Aguilera relata que, en una oportunidad, mientras trabajada en la radio “llega un jeep sin ningún distintivo ni nada y preguntan por mí. Se mete uno de los funcionarios acompañados de dos más con metralletas y me dicen que tengo que acompañarlos (..) y me llevan al medio de un asiento con los dos milicos a los lados con ametralladoras, sin saber de qué se trataba”.

Me trasladan y me recibe nada menos que un teniente cuyo nombre es Álvaro Corbalán”, agrega. Corbalán acusó al locutor de comunista y finalmente le dijo que él grabó una canción, la cual recibió una mala calificación en el programa radial A los leones, conducido por Aguilera.

“Le pregunté cuál era la canción y luego le comenté que la había encontrado bastante buena. Tenía buena voz el gallo (…), la canción estaba bien hecha y, de hecho, no fue mal calificada, tuvo un cinco, pero me dijo que la canción era para un siete y le respondí que no era yo el que ponía la nota, sino que eran los auditores, y finalmente eso era por lo que me habían llevado”.

Pero el susto que pasaste.
El susto fue fuerte, no me pasó nada más en realidad, pero fue una experiencia. Cuando estuve en TVN él iba frecuentemente porque le gustaba el espectáculo y tenía amigos y cosas. Ahí lo veía, él me saludaba y yo lo saludaba igual porque tenía que hacerlo, pero era bien siniestro ya en esa época, te daban tiritones porque tú no sabías hasta qué punto podía llegar cualquier cosa.

Pablo, el confidente

Pablo Aguilera lleva 62 años detrás del micrófono, 35 de los cuales los ha pasado en un exitoso programa en Radio Pudahuel. En él, escucha las confidencias de decenas de personas -principalmente mujeres- cada día.

¿Qué sientes cuando ves para atrás toda esa cantidad de tiempo que llevas?
Primero, me siento tremendamente afortunado de que estos radiodifusores, que eran en ese momento los dueños de radio Pudahuel, hayan confiado en mí (…) Fue una suerte el haber estado en el momento y lugar oportuno y haber, de alguna manera, tenido la suerte también de que estas personas, que eran los dueños de la radio, hubiesen pensado que yo les podría servir.

Fuiste pionero en incorporar a los auditores al programa en vivo, cosa que es bien riesgosa también.
Yo creía lo mismo, decía ‘estos gallos están locos, cómo me contratan para esta cuestión’, pero el riesgo fue de los dueños de la radio en realidad y, afortunadamente, a los seis meses estábamos en primer lugar de sintonía, cosa que no es por cachiporrearme, pero se ha mantenido durante los 35 años.

¿Siempre fue dirigido a las mujeres?
Yo llegué haciendo programas todavía musicales. Entonces, nunca pensé (…) en hacer un programa femenino. Si me hubieran dicho en ese entonces, habría contestado ‘están locos, yo no me meto en esta cuestión’, pero fue justamente poco a poco dándose en forma natural.

¿Cómo te defines, machista, feminista o ninguno?
Ni machista ni feminista, simplemente un comunicador que ha tenido la virtud de escuchar las cosas de la gente, cosas que me han ayudado a entender también partes que no entendía (…) Uno va aprendiendo a golpes en la vida y especialmente en el programa que me tocó hacer. Claro, ahí me empecé a dar cuenta que era bastante machista en realidad.

Te has tenido que pulir y me imagino que todas las mujeres alrededor te van enseñando.
Me retan igual y me dicen ‘oiga, usted que es machista’, qué sé yo, pero me lo dicen con cariño. Entonces, la verdad es que no me duele, pero sí me hacen entender que estamos frente a otra dimensión.

—¿Cómo has visto el empoderamiento de la mujer?
Una de las cosas que he aprendido justamente de mis auditoras, que al comienzo quizás lo decía como una frase cliché para sacarles sonrisa y simpatía, pero yo me fui dando cuenta que en realidad la mujer, y lo digo bien en serio, es bastante más inteligente que el hombre y esto es de tiempos remotos. Ellas se manejan mejor en distintas situaciones.

Ahora también hay que tener cuidado respecto al lenguaje.
Yo lo paso bien y me divierto con la gente en la radio y eso es un peligro porque de repente se te van saliendo bromas o chistes que no todo el mundo lo puede entender o pueden tomarlo como un atrevimiento y, en ese sentido, he tenido algunas caídas, pero, afortunadamente, la mayoría lo toma como parte de mi personalidad y yo también trato de cuidarme.

“Además, de mis seis hijos, tengo cuatro hijas mujeres que me están recordando este cambio que ha tenido la mujer y esta evolución que yo la encuentro genial, pero también de repente medio peligrosa cuando se llega a extremos, pero el reconocimiento de la mujer, de lo inteligente y hábil que es, eso ya lo tengo super aprendido”, añade.

Un estudio en pandemia

A causa de la pandemia y sus consecuentes restricciones sanitarias, Aguilera tuvo que transmitir el programa que realiza en Radio Pudahuel desde su hogar. “Subimos en sintonía, lo cual fue bien curioso porque ocurrió a pesar de estar en forma bastante más precaria y con pocos elementos”.

El locutor adaptó una habitación para este propósito, la cual presentó en CNN Íntimo:

Tags:

Deja tu comentario