Hace pocas semanas su nombre volvió a protagonizar noticieros y portadas de diarios, luego de que la justicia francesa negara la solicitud del gobierno chileno de extraditar a Ricardo Palma Salamanca, para que cumpliera su condena en Chile por el asesinato del senador UDI, Jaime Guzmán.

En esa ocasión el ex frentista publicó un video junto a su pareja, Silvia Brzovic, que estaba dirigido a sus familias y amigos y en el que agradecían el apoyo y celebraban “la victoria”. Y ahora que los ánimos están más calmados dio su primera entrevista, en la que se refirió a su nueva vida en París, los años que vivió escondido en México y sus posturas políticas actuales.

En conversación con The Clinic, Palma Salamanca abordó sus orígenes como estudiante en el Colegio Latinoamericano de Integración, del que reconoció que era de “los niñitos ricos de esa izquierda”.

Además, manifestó su visión actual sobre ese círculo: “La cultura comunista me tiene harto: es ideológicamente intolerante y autoritaria”. “La detesto (…) Muchos de quienes se sumaron a su causa, estaban movidos por buenos sentimientos, pero el partido los utilizó. Yo terminé con todo eso hace mucho tiempo”.

“Los chilenos de aquí son bien comunistas y absorbentes. Me han acompañado y apoyado mucho, es cierto, y se los agradezco, les debo mucho, pero me agarraron de Patito Donald, de causa perdida y llorona”, explicó.

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Sobre sus ideales durante sus años como integrante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), contó que durante esos años estaba movido por “el abuso de la fuerza por parte de la dictadura en aquel tiempo. Eso mucho más que la construcción de una Patria Socialista y todo ese cuento. Sabía que al final la gente siempre se va corrompiendo y adaptando con la experiencia”.

“Admiré mucho la Unidad Popular, a pesar de que entonces era un mocoso, porque se trató de una especie de revolución hippie, liderada por un hombre que parecía aspirar a establecer el bien. Y esa experiencia fue partida por la mitad sin piedad, por intereses mezquinos e injustos. Estaba en un ambiente en que sentíamos que la Historia nos daba la posibilidad de participar en una aventura épica, y muchos la tomamos“, continuó.

Además, consultado sobre si ve un espíritu similar en los actuales exponentes de la izquierda chilena, aseguró que cree que “la falta de sentido de las sociedades contemporáneas, de la sociedad de consumo, carente de grandes causas, mueve a eso. Lo noté. Y a mí me interesa ser vaso comunicante entre esos que son tributarios de una izquierda determinada –aunque la verdad es que yo ni sabía lo que era el Frente Amplio, porque he estado completamente alejado de la realidad chilena- y los que tuvimos la oportunidad de participar en una experiencia que nos cambió la vida para siempre”.

Finalmente lanzó una aseveración tajante: “La Revolución está agotada. Los cambios se dan de manera paulatina, porque lo que debe transformarse es la cultura. Yo ya pasé eso que tenía que pasar y ahora quiero vivir mi vida como se me dé la gana”. “La experiencia me ha vuelto un reformista”, cerró.

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