Entre razones políticas, un cuadro gripal y roces protocolares, el Te Deum 2025 registró ausencias que reabren el debate sobre símbolos republicanos en plena campaña.
El Te Deum ecuménico de Fiestas Patrias volvió a ser termómetro político y, esta vez, lo fue tanto por quienes asistieron como por quienes optaron por no estar. La imagen de unidad —que algunos ven como parte del rito republicano— convivió con un mosaico de excusas y argumentos que revelan el tono de una campaña que ya entró en tierra derecha.
Al interior de la Catedral Metropolitana se vio a Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser; afuera, las ausencias comenzaron a explicarse una a una.
¿Qué dijeron los candidatos ausentes?
La carta oficialista, Jeannette Jara, no llegó pese a tener asiento reservado. Circularon versiones sobre un cuadro gripal; sin embargo, su equipo aseguró que simplemente se debe a “motivos personales”.
La candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei, sí cruzó la puerta principal y defendió el sentido del oficio: “Esto es una tradición desde antes de la Independencia… es un acto cívico para pedir por nuestra patria”, dijo.
Desde el flanco de izquierda, Eduardo Artés elevó el debate a una dimensión política. Señaló en declaración a CNN Chile que su candidatura “no se presta para imágenes que presentan un Chile que no existe, un Chile de unidad entre quienes sostienen el modelo y quienes lo sufren”.
A esa razón añadió un reproche práctico: asegura que la invitación formal llegó recién ayer y “con fecha de agosto”. En su marco, la ausencia es un gesto deliberado: más que el rito, cuestiona la foto.

Hubo también justificaciones más prosaicas. Franco Parisi sí se excusó por un cuadro gripal; Harold Mayne-Nicholls y Marco Enríquez-Ominami se encuentran fuera del país.
En los pasillos de la Catedral, en tanto, la liturgia siguió su curso con la llegada del Presidente Gabriel Boric —en el tradicional Ford Galaxy— y el saludo del cardenal Fernando Chomalí, quien pidió “dar esperanza al país”.
El saldo político del Te Deum 2025 es, por tanto, dual: hubo escenario para los presentes y relato para los ausentes. Unos reivindicaron la tradición; otros la impugnaron o, sencillamente, no pudieron estar.
En año electoral, incluso los silencios se leen, y cada explicación —de la razón política al resfrío estacional— termina contando su propia historia de campaña.