En su columna semanal publicada en La Tercera, titulada La historia oficial, el periodista de CNN Chile, Daniel Matamala reflexionó sobre la “conveniente mala memoria” que sigue viva en la clase política y ejemplificó con la vinculación del presidente Piñera con la compraventa de Dominga y el financiamiento de la campaña de Sebastián Sichel en el año 2009.

En el texto, Matamala sostiene que “según la historia oficial, Sebastián Piñera no se enteró de que su sociedad familiar en las Islas Vírgenes había vendido su participación en Minera Dominga a su más íntimo amigo, en un negocio que en total sumó 152 millones de dólares.“El Presidente se enteró de la venta de Dominga una vez terminado su primer mandato”, dice Nicolás Noguera, encargado de administrar su patrimonio”.

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“Esa es la historia oficial. Por más de tres años, Piñera, conocido por gestionar hasta el más mínimo detalle de sus decisiones empresariales, al punto de tener un terminal del medio bursátil en línea Bloomberg en su escritorio de La Moneda, permaneció en la ignorancia respecto de una operación de esa magnitud”, continúa.

El conductor de CNN Chile afirma en el escrito que durante esos años Carlos Délano “se paseaba por La Moneda como Pedro por su casa”, llegando a preguntar a viva voz en algún momento “¿dónde está el Chato?”, apodo para su amigo.

“Chato y Choclo compartieron jornadas íntimas y vacaciones juntos, pero, según la historia oficial, jamás tocaron este tema. Es más: mientras Piñera tomaba decisiones que afectaban directamente a Dominga, como su gestión para bajar la termoeléctrica Barrancones, al parecer aún creía ser el dueño de la minera. ¿Inverosímil? No importa. Esa es la historia oficial”, agrega.

Luego, Matamala se refiere al candidato presidencial del oficialismo, “según la historia oficial, Sebastián Sichel nunca se enteró de que su primera campaña a diputado fue financiada, usando en parte boletas irregulares, por las empresas pesqueras. Treinta millones de pesos entraron por esa vía, una cantidad decisiva en una candidatura a diputado, pero él no lo supo”.

“Su más íntimo amigo, Cristóbal “Beto” Acevedo, estaba a cargo de las platas de esa campaña, pero el candidato jamás se enteró. Acevedo incluso dio una boleta personal, por tres millones de pesos, a una pesquera, pero Sichel (o Iglesias, como se apellidaba entonces), tampoco tuvo la menor idea”, complementa.

Asimismo, el periodista detalla el vínculo entre Acevedo y Sichel, y asevera que “en esta candidatura presidencial, Sichel volvió a confiar a su amigo la coordinación general de su campaña. Pero “nunca tuve conocimiento de ninguno de los hechos denunciados”, dijo Sichel. No tuvo tiempo para explicar nada más al respecto. Tampoco para responder más preguntas. En cambio, hizo un video”. 

“En vez de responsabilidad, victimización. Una y otra vez, en discursos, videos y vocerías de sus incondicionales, Sichel culpa a “la izquierda”, “la DC”, “los operadores políticos”, “directivos de Junaeb”, “los cómplices pasivos”. Al parecer, todos son culpables de que 30 millones de pesos de las pesqueras, 19 millones de ellos a través de boletas, hayan financiado su campaña a diputado. Todos, menos él”, reflexiona.

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En este contexto, Matamala se refiere a los dichos del ministro de Economía, Lucas Palacios, quien dijo que “quien tiene que investigar son los organismos competentes, no son los periodistas ni los parlamentarios”.

Palabras que el conductor contraargumenta: “Claro, si la prensa no hubiera investigado, nunca habríamos sabido que Piñera fue uno de los dueños de Dominga, ni que la vendió a su mejor amigo. Nunca habríamos sabido del detalle de las cláusulas y contratos que conocimos ahora. Nunca habríamos sabido de los 30 millones de las pesqueras a Sichel. Tampoco habríamos sabido de Exalmar, ni de las empresas zombis que grandes grupos económicos usaron para eludir impuestos. Ni de Caval, ni del Milicogate, ni de tantos otros casos de corrupción”.

“En todos ellos, el poder político y económico intentó mantener la información lejos de la luz pública, y los “organismos competentes”, como la fiscalía e Impuestos Internos, convenientemente miraron al techo. En ese sentido, la frustración del ministro es comprensible”, dice.

Finalmente, concluye “si la prensa no hubiera investigado y publicado, la ciudadanía habría seguido en la ignorancia. Ministros y voceros no habrían tenido que dar explicaciones ridículas. Y la historia oficial, esa donde los políticos son ejemplos de virtud, esa donde no hay negocios ocultos ni platas irregulares, habría sido la única verdad”.

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