En una columna en el medio El Siglo -vinculado al PC- el exalcalde y actual candidato a diputado, planteó que "tenemos que desmontar el anticomunismo como sentido común, no a la defensiva, sino con orgullo histórico y volviendo a reconectar con la base social de la cual nos hemos alejado. El PC no es una amenaza".
El exalcalde de Recoleta y actual candidato a diputado, Daniel Jadue publicó una columna de opinión en El Siglo -medio de comunicación vinculado al Partido Comunista– en donde aborda el rechazo que existe hacia el partido del cual es parte.
En el texto, Jadue -quien se encuentra en calidad de imputado en el marco del caso Farmacias Populares y que está a la espera de juicio- afirma que el anticomunismo en Chile “es, ante todo, un fenómeno cultural y emocional, no programático. Es el residuo de 50 años de propaganda, desde la dictadura hasta los medios de la gran empresa, que machacaron la idea de que los comunistas somos sinónimo de autoritarismo, caos o amenaza”.
“Lo lograron al punto de que sectores populares que necesitan del Estado y de la organización colectiva repiten esos prejuicios, incluso cuando en la práctica apoyan las soluciones que nosotros defendemos”, agregó.
“Así, el problema no está en nuestras ideas, que son compartidas más allá de nuestras filas, sino en la imagen distorsionada que se instaló sobre nosotros y que la derecha y algunos de nuestros “aliados” pretenden proyectar al futuro para detener el crecimiento sostenido en el apoyo popular que muestra nuestro partido”, afirmó Jadue.
En esa línea, el exjefe comunal sostuvo que “los desafíos para las y los comunistas, a la luz de estos hallazgos, son sumamente claros. Lo primero es recuperar la batalla cultural. Tenemos que desmontar el anticomunismo como sentido común, no a la defensiva, sino con orgullo histórico y volviendo a reconectar con la base social de la cual nos hemos alejado. El PC no es una amenaza, es el partido que ha dado su vida por los derechos de los trabajadores y del pueblo. Se trata de transformar la caricatura en reconocimiento”.
Como segundo punto, planteó que los militantes del PC deben ser capaces de “mostrar gestión y cercanía real. Donde gobernamos municipios, dirigimos sindicatos o incidimos en la agenda nacional, debemos hacerlo visible: menos discurso abstracto y más ejemplos concretos de cómo los comunistas resolvemos los problemas cotidianos de la gente”.
“Lo tercero -continuó en su columna- es disputar el afecto, no solo la razón. El rechazo es emocional, por tanto, la respuesta también debe serlo. De ahí la importancia del humor, la cultura popular, el lenguaje sencillo y los símbolos de esperanza que deben acompañar nuestras banderas. No basta con tener razón; debemos conmover, emocionar e inspirar a los pueblos de Chile como en el pasado lo hicieron nuestros poetas, nuestros músicos, nuestros escritores y tantos otros trabajadores del arte y de la cultura”.
“También debemos interpelar a los jóvenes y mujeres de los sectores populares. El estudio muestra que allí está el segmento más decisivo: mujeres, jóvenes y sectores de bajos ingresos que rechazan al PC como partido, pero simpatizan con el estatismo y con las propuestas que nosotros levantamos”, agregó.
Y cerró conque es”hacia ellos donde debemos dirigir nuestra pedagogía política, mostrando que el comunismo no es un fantasma del pasado, sino una herramienta viva para conquistar dignidad hoy y para mirar el futuro con esperanza”.