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La baja en los niveles de contaminación producto de las cuarentenas por el coronavirus, podría ser un arma de doble filo. Así lo afirmaron los académicos de la Universidad de Chile e investigadores del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Nicolás Huneeus y Anahí Urquiza, quienes quisieron advertir sobre las potenciales consecuencias para el medio ambiente que tendrá la recesión económica.

Aunque es cierto que China y Europa han reducido sus emisiones durante los últimos meses, ese efecto colateral de la crisis podría ser nada más que un respiro. Medidas como las cuarentenas y las paralizaciones productivas son fenómenos temporales que ni siquiera tendrían un gran impacto en la mitigación del cambio climático.

Huneeus explicó que “este es un evento que va a tener un efecto pasajero en términos de contaminación y moderado en relación al cambio climático, principalmente por la permanencia de los gases de efecto invernadero en la atmósfera”.

Resulta que los gases de efecto invernadero perduran desde décadas hasta cientos de años en la atmósfera, “mientras que los gases criterio, los contaminantes que afectan la calidad del aire, duran relativamente poco, del orden de un par de días hasta algunas semanas. Por lo tanto, la reducción que ocurra en este período de pandemia va a tener un impacto muy menor a futuro, porque las emisiones de ahora se superponen con las anteriores y las venideras”.

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El mayor temor de ambos académicos es que las medidas pro crecimiento que se impulsen tras la crisis para reactivar la economía sean a costa del medio ambiente.

Cuando las cosas vuelvan a la normalidad, es probable que el escenario sea incluso peor que antes, porque las industrias y el transporte emitirán más”, sostuvo Huneeus,

Riesgos del invierno

A esto hay que sumar la inminente llegada del invierno en Chile, ya que una de las mayores fuentes de contaminación en ciudades de la zona centro-sur es la calefacción generada a partir de la leña.

“Si esto se alarga durante el invierno, es probable que tengamos el efecto contrario, que el COVID-19 en vez de reducir la contaminación, la aumente, porque la gente se quedará más en sus casas y las calefaccionarán para tener una temperatura de confort. Puede que haya más emisiones y contaminación incluso en horarios en que normalmente se mantienen más bajas“, advirtió el académico.

En tanto, Urquiza añadió que esto afectaría negativamente en la propagación del virus, dado que “ya hay estudios en Italia que indican que la contaminación por material particulado favorecería la transmisión del virus. El contagio en las ciudades del sur va a ser muy significativo“.

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