“El profesor Eduardo me molesta, me dice que ‘no existo'”, decía la carta escrita por un niño de sexto básico con un trastorno de autismo y con la que denunció el bullying del que era víctima por parte de uno de sus profesores en un colegio municipal de Santiago.

Hace que todos se rían y eso me hace sentir triste, enojado y ayer en su clase me tuve que esconder debajo de la mesa por eso que pasó y mis compañeros se volvieron a reír y me tuve que escapar de la sala para llorar”, aseguró el niño, quien con su carta puso la alerta en cuanto a materia de inclusión escolar.

Por todo esto, el alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, declaró que desde la municipalidad “hemos activado los protocolos y vamos a perseguir las responsabilidades y vamos a procurar que estas situaciones nunca más ocurran en nuestros establecimientos”.

Sin embargo, surgen las preguntas de si esto es o no suficiente, en qué situación efectiva se encuentra la integración escolar y qué medidas se deberían tomar en materia de inclusión para prevenir esto.

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El presidente de la Fundación Chilena para la Discapacidad (FChD), Matías Poblete, es enfático en afirmar que, aunque el alcalde actuó dentro de sus facultades al separar de sus funciones al profesor, “esta no es la solución a la problemática de la exclusión escolar que existe en los establecimientos educacionales”.

“Muchos de estos programas de integración escolar son verdaderas islas dentro de la escuela y no logran entregar los apoyos necesarios que requieren los estudiantes para progresar en sus aprendizajes ni instalar una discusión dentro del establecimiento educacional”, detalló.

En la misma línea, el también educador diferencial explicó que “no existe algo más excluyente que los programas de inclusión escolar, porque las escuelas deberían ser inclusivas de por sí”.

Preocupantes son también las declaraciones de la tía del menor, quien se manifestó molesta por la sugerencia de los docentes del establecimiento educacional de que lo que le hacía falta al niño era el aumento de sus medicamentos. “Mi sobrino no tiene retraso mental, él es de alta funcionalidad“, declaró.

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Según Poblete, para que estas situaciones sean realmente prevenidas, es necesario que “se eduque a toda la comunidad, a los administrativos de los departamentos de educación municipal, docentes y profesionales de apoyo, a los directivos, a los padres y apoderados, respecto de lo que realmente significa la inclusión“.

Esto último, para que se pueda “entenderla como un derecho y como la eliminación de toda forma de discriminación de los estudiantes que se enfrentan a una situación de discapacidad”.

Además, subrayó que la actual Ley de Inclusión Escolar, promulgada durante el gobierno de Michelle Bachelet, no asegura la participación ni igualdad de oportunidades para estos estudiantes.

Esta ley requiere ser mejorada y que se consagre el derecho a la educación inclusiva. Así como el derecho a tener el apoyo que es necesario. Los docentes debieran estar obligados a especializarse en materias de discapacidad, diseño universal de aprendizaje y en una educación inclusiva”, finalizó el presidente de la Fundación Chilena para la Discapacidad.

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