Democracia, invisible como el aire

Por CNN Chile

07.02.2025 / 14:02

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Las reglas del juego están cambiando hacia un escenario muy incierto e inquietante (al que han colaborado la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad, la mala política, por cierto) y ya no hay tiempo para quejarse.


Para un país como Chile donde la narrativa de la incertidumbre y frases como “están cambiando las reglas del juego” suelen ser casi un mantra, llama la atención que las mismas personas que se quejan de esa tensión no estén en alerta total con las acciones del recién iniciado segundo gobierno de Donald Trump en Estados Unidos.

La lista de los anuncios es larga y no puede ser más disruptiva para el mundo que se configuró después de las Guerras Mundiales. Amenazas de alza de aranceles, deportaciones masivas, salida de organismos internacionales, corte al financiamiento de programas de ayuda, de investigación científica, y tanto más.

Toda la institucionalidad para una democracia que se precie de tal, con contrapoderes, partidos políticos, multilateralismo, tolerancia, respeto a los derechos humanos, igualdad de género, ciencia, acuerdos, con valores que parecían sagrados y consagrados, ahora pareciera estar bajo sospecha.

En la vanguardia de esta ola libertaria que se propone cambiar las reglas del juego sin pedir permiso ni perdón, avanza una narrativa del éxito sin complejos, muy poderosa (tanto que hasta es capaz de instalar la palabra woke). Una cripto narrativa que quiere desmantelar la institucionalidad conocida y a la que declara “ineficiente e inútil”, por otra de la que sabemos poco o nada, pero que a una porción importante del electorado global le va gustando. Imposible no traer aquí otros relatos que han funcionado como un imán: con mi plata no, o con mí país no, con mis hijos no, etc.

Si dejamos todo esto como una mera batalla comunicacional, la pregunta es cuál debería ser la narrativa de la democracia, no como una entelequia, una palabra difícil o un concepto campañero. Y por qué esa certidumbre que parecía darnos ya no convence y no se la vincula con cosas tan concretas como una buena carretera, el acceso a insulina en un consultorio, una micro con aire acondicionado, un parque, un aeropuerto, un buen sistema de pensiones. Todo eso y más (mucho más) se sostiene con el aporte que hacemos conjuntamente las personas que vivimos en una comunidad, un país, y que administramos con una serie de instituciones. No viene del aire. Pero se va pareciendo al aire, porque ha dejado de verse y un grupo creciente de personas están dispuestas a hacer como que no existe, a pesar de lo esencial que es.

Las reglas del juego están cambiando hacia un escenario muy incierto e inquietante (al que han colaborado la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad, la mala política, por cierto) y ya no hay tiempo para quejarse. En Chile tenemos elección presidencial y parlamentaria este año y las campañas serán odiosas y pegajosas. Algunos eslóganes vacíos seguirán horadando la fe pública, porque rinden bien en votos. ¿Y eso será todo? ¿Cuál es la oferta de la democracia?

Gabriela Bade Mejías, Periodista