Por Jorge Cordero y Alexander Nanjarí
Agencia UNO

Los resultados en la elección de consejeros constitucionales muestran un cambio en el panorama político, esto tras una victoria contundente del Partido Republicano. En primer lugar, se puede observar otra derrota significativa para el oficialismo, la que se vuelve aún más aguda en los partidos de centroizquierda —no obtuvieron ningún escaño debido a su decisión de competir en listas separadas—. Aunque este mal resultado era predecible por la baja aprobación presidencial, se le suma, en segundo lugar, una disminución importante en la votación obtenida por Chile Seguro y el desplome total del Partido de la Gente. Cabe la pena preguntarse, entonces, por algunas de las causas que condujeron a esta victoria por parte de los Republicanos.

En tiempos de polarización y con un poder Ejecutivo ampliamente rechazado, es muy probable que los comicios se convirtiesen en un plebiscito de “apruebo” o “rechazo” a la gestión del presidente. Aunque es previsible que tras una baja adhesión presidencial disminuya la intención de voto hacia los partidos oficialistas, no necesariamente le debería suceder que se produzca un aumento sustantivo en los votos hacia el Partido Republicano. ¿Por qué a ellos y no hacia otras fuerzas políticas? —Chile Seguro y Partido de la Gente—.

Una posible respuesta podría ser que el Partido Republicano supo encarnar la postura más radical del rechazo hacia el actual Gobierno, pero no necesariamente en un sentido doctrinario. Pese a que los Republicanos si tienen mayor sustento ideológico que varios partidos políticos, esta adhesión electoral no sería por cohesión programática, sino que por apoyo más bien “actitudinal”. Sobre todo en favor de sus posturas frente a medidas que afectan cotidianamente a la población, es decir, problemas como seguridad e inmigración, entre otros. Diversas materias donde el Gobierno ha tenido un pésimo desempeño —de ahí le podría seguir que la votación principal de Republicanos se concentre por fuera de Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea, comunas que tradicionalmente votan por la derecha y que se inclinaron por Chile Seguro—.

Pero, al parecer, este fenómeno no impactaría solo al gobierno de turno, sino que también a los partidos tradicionales de la derecha y centroderecha, quienes al haber tenido una posición más dialogante con el oficialismo, se han vuelto una opción menos atractiva para representar el rechazo a la gestión del presidente Boric —eso podría explicar el alto apoyo hacia candidatos Republicanos con bajo nivel de conocimiento público—. Señalar, además, que ante la dinámica plebiscitaria que pudo haberse dado en esta elección, la derecha tradicional todavía cargaría con el fantasma del expresidente Sebastián Piñera, por lo que también habrían sido castigados por el elector insatisfecho con su gobierno.

Lo que ahora cabe preguntarse, es si el triunfo de la derecha en todas sus expresiones polarizará aún más a las fuerzas políticas ¿Chile Seguro seguirá planteando un camino propio de “mayor diálogo” y apertura a la agenda gubernamental o se verá arrastrada a una postura opositora cada vez más dura con tal de intentar generar mayor adhesión electoral? ¿El Gobierno se hará responsable de sus errores para mitigar el voto de rechazo o insistirá con agendas dogmáticas? Y quizás la pregunta más importante ¿Qué rumbo tomará el partido Republicano? Al corto plazo hay dos posibles respuestas: Creer que su éxito electoral es por apoyo programático y con ello promover una agenda más robusta en términos ideológicos, o bien, asumir que su victoria es síntoma de una coyuntura por el fracaso político del gobierno. Pese a que no son respuestas totalmente contradictorias y en algún punto pueden complementarse entre sí, concebir la segunda posibilidad implicaría tomarse con mayor prudencia el éxito electoral y ayudarlos a definir su rol en el próximo consejo constitucional.

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