Por Karol Cariola y Manuel Riesco
Foto: Agencia UNO

En medio de la discusión del cuarto retiro de fondos “previsionales”, y ante la excesiva preocupación de algunos sectores políticos por el estado financiero de las AFPs, es necesario refrescar la memoria y ojalá nunca olvidar lo que han significado las Administradoras de Fondos de Pensiones para los trabajadores y trabajadoras en nuestro país.

Debemos tener en cuenta que el sustento del sistema de AFP es el conocido ahorro forzoso, que es básicamente el desvío del grueso de las cotizaciones previsionales y onerosos subsidios fiscales al financiamiento de negocios, principalmente de cuatro conglomerados nacionales ligados a la dictadura de Pinochet que controlan dicho sistema a costa de la miseria de tres millones de jubilados, la mitad fallecidos, y en su mayoría mujeres.

Parafraseando a Luis Emilio Recabarren, hay progresos evidentes en las cuatro décadas transcurridas desde la creación del sistema de AFP, ello no puede negarse, pero de todos los progresos -que el mercado de capitales se ha beneficiado-, a sus afiliados y al fisco sólo les ha correspondido contribuir a él para que lo gocen sus controladores. Las cifras del abuso resultan abrumadoras.

El dinero aportado por las cotizaciones de afiliados y subsidios fiscales ha excedido con creces las pensiones pagadas por el sistema AFP en cada uno de los 482 meses transcurridos desde su creación en junio de 1981. Dicho sistema descontó de los salarios más de 200 mil millones de dólares en cotizaciones obligatorias al tiempo que aportó poco más de 30 mil millones de dólares al pago de pensiones, los que el fisco ha complementado con 50 mil millones de dólares en subsidios monetarios directos.

Es decir, la mayor parte de las pensiones “pagadas por las AFPs” fueron subsidiadas con recursos fiscales. A esto se suman las pensiones solidarias, las pensiones militares, y “otras prestaciones previsionales” que en su mayor parte son subsidios indirectos a las AFP, como los incentivos al retiro. Esto deja en evidencia que el Estado de Chile financia tres cuartas partes del gasto nacional en pensiones, mientras las AFP financian el cuarto restante con un tercio de las cotizaciones corrientes.

Con esto queremos demostrar que el mentado “ahorro forzoso” al que se ha obligado a los trabajadores y trabajadoras por cuatro décadas, jamás ha pagado en Chile pensión alguna. Al igual que en el mundo entero, estas se pagan siempre con impuestos corrientes.

Es cierto que, tal como machaca la propaganda del sistema, el fondo AFP ha logrado ganancias brutas interesantes, aunque nada del otro mundo. Medidas en dólares, su rentabilidad bruta está por debajo de la que exhibe Wall Street si se mide desde junio de 1981, y desde la crisis “subprime” la cuota AFP medida en dólares no ha ganado nada. El motivo de dichas rentabilidades elevadas es que en 1981 los mercados financieros mundiales se encontraban en su sima secular más profunda, su momento más deprimido posterior a la Gran Depresión de los años 1930. Si se mide la rentabilidad de Wall Street en un plazo más largo, y entre cimas o entre simas, ésta promedia poco más de 2% anual, significativamente menos que el crecimiento del producto interno bruto estadounidense en el mismo período.

Por añadidura, la propaganda de las AFPs publicita de manera engañosa sólo las rentabilidades brutas del fondo, sin descontar las suculentas comisiones y primas netas que cobran a los afiliados y afiliadas. Considerando ambas, dichos cobros han absorbido más del 60% de las ganancias brutas del fondo acumuladas desde la creación del sistema en 1981. Sin embargo, mientras estos se acumulan sin cesar, la rentabilidad bruta es muy volátil y en ocasiones el fondo AFP ve esfumarse parte significativa de su valor, de modo que en varias oportunidades las ganancias brutas se han reducido por debajo de las comisiones y primas, ambas acumuladas desde la creación del sistema.

Las comisiones AFP son muy elevadas, sin embargo, los cobros más onerosos son las primas netas embolsadas por las compañías de seguros que forman parte del negocio. Dichas compañías han cobrado primas brutas que hasta mayo del año 2021 sumaban más de 100 mil millones de dólares, lo que es equivalente a la mitad de las cotizaciones recaudadas desde 1981.

Sólo seis compañías se han embolsado más del 75% de las primas brutas. Dos de estas últimas son transnacionales y a su vez propietarias de AFP. Las otras cuatro pertenecen a reconocidos grupos nacionales, todos ellos ligados estrechamente a la dictadura de Pinochet, que se han embolsado más de la mitad de las primas brutas cobradas por el sistema desde 1981. Es decir, el equivalente a más de un cuarto de las cotizaciones recaudadas a costa del trabajo y esfuerzo de los trabajadores/as chilenas que producto del sistema, se las han apropiado estos cuatro grupos económicos.

Los mismos han recibido por añadidura un cuarto de las inversiones del fondo en empresas nacionales. Bajo estas dos formas de apropiación, primas de seguros e inversiones del fondo, estos cuatro grupos -auténticos “Hijos de Pinochet”-, se han embolsado decenas de miles de millones de dólares escamoteados a las pensiones de millones de jubiladas. Ellos son los verdaderos beneficiarios del sistema de AFP.

Este abuso debe terminar, ha llegado la hora de acabar con el ahorro forzoso y derogar el Decreto Ley 3500 que le dio origen durante la dictadura cívico militar. Es urgente establecer un sistema público de seguridad social, además de restituir las cotizaciones al propósito exclusivo de financiar pensiones directamente, objetivo del cual jamás debieron desviarse. Acabarlo no cuesta dinero al fisco sino por el contrario, además de duplicar las pensiones, genera miles de millones de dólares en superávit. Además, pone fin a la irracional práctica de endeudar al fisco para ahorrar.

Es necesario reparar el daño infligido restituyendo íntegramente el fondo AFP a quiénes contribuyeron a formarlo, afiliados activos, jubilados e incluso el propio fisco. Estas medidas ayudarán a elevar las pensiones de inmediato a un nivel digno, lo que además resulta sostenible en el tiempo y durante varios años no requerirá incrementar la carga impositiva que las cotizaciones representan para el trabajo y las empresas, especialmente PYME.

Es un desafío a corto plazo tomar medidas que contribuyan a la economía y a una distribución más justa del ingreso nacional. En esta dirección han sido importantes y significativos  los resultados de las restituciones de fondos a los afiliados y afiliadas a través de los retiros del 10%. Y resulta necesario destacar que el único beneficio real que las y los afiliados han obtenido del ahorro AFP son estos retiros aprobados por la casi unanimidad del Parlamento, en medio de una pandemia, ya que los únicos meses en que los afiliados han retirado dinero neto del sistema se registran a partir de agosto del año 2020, y la suma de dichos retiros -que a la fecha alcanzan los 50 mil millones de dólares-, excede el total de lo aportado por el sistema AFP al pago de pensiones a lo largo de 40 años.

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