(EFE) – Confiar en que regímenes como Rusia o China no usarán sus bombas nucleares es un riesgo que Occidente debe enfrentar apostando por la prohibición total de esas armas, advierte Beatrice Fihn, secretaria ejecutiva de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, Nobel de la Paz en 2017.

Depende de Occidente ejercer esta presión sobre Rusia, negociar el desarme nuclear y presionar también a China para reunirse”, declara Fihn.

La ganadora del Nobel, junto a políticos, expertos y activistas, participan esta semana en el foro “Nuclear Ban Week”, organizado en el marco de la primera conferencia del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPNW, por su siglas en inglés), que se celebrará este martes en la capital austríaca.

El TPNW entró en vigor en 2021 y ha sido ratificado ya por unos 60 países, la mayoría de América Latina, Asia y África.

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No lo han hecho los nueve Estados con armas atómicas, China, Corea del Norte, Estados Unidos, Francia, India, Israel, Pakistán, Reino Unido y Rusia, ni ningún miembro de la OTAN.

A diferencia del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que permite su tenencia a los cinco países en el Consejo de Seguridad de la ONU, el TPNW es el primer documento legal que prohíbe totalmente los arsenales nucleares.

Avanzar hacia la prohibición

Según la responsable de ICAN, un movimiento que ganó el Nobel de la Paz en 2017, sin un completo desarme, la seguridad de la comunidad internacional depende de que las potencias nucleares hagan lo correcto, algo que Fihn considera una ingenuidad.

Así lo demuestra la creciente acumulación nuclear de China, la modernización del arsenal estadounidense, la ampliación del británico, la producción iraní de uranio y las pruebas de misiles intercontinentales de Corea del Norte.

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“Tenemos que preguntarnos si realmente nos sentimos cómodos poniendo nuestra seguridad en manos de personas como Vladimir Putin, Kim Jong-un o Xi Jinping“, advierte.

Las últimas amenazas de Moscú de usar la bomba atómica en la invasión de Ucrania, según la secretaria ejecutiva de ICAN, evidencian que esta confianza no es posible y bajan el umbral “de lo que es aceptable en este momento”.

“Nunca estaremos seguros”

La simple posesión de este arsenal amenaza al resto del mundo, según Fihn, quien sentencia: “Nunca estaremos seguros en Europa mientras Rusia tenga armas nucleares“.

“Si empezamos a tolerar este comportamiento, estamos diciendo a los países más pequeños que no podemos ayudarles, que no vamos a apoyarles y que vamos a dejar que el país más grande los invada”, agrega.

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En este sentido, advierte de que el rechazo de la OTAN al TPNW incrementa el riesgo de una guerra nuclear, pues incita a los países más vulnerables a apostar por este arsenal para así garantizar su seguridad.

El armamento nuclear es un componente esencial en la defensa de la OTAN, razón por la cual ninguno de sus miembros se ha adherido al Tratado.

“Los Estados que no participan están perdiendo la oportunidad de condenar realmente las amenazas nucleares de Rusia y lo que están haciendo es decir que esto es aceptable, porque no lo están condenando”, subraya.

Vulnerabilidad masiva

Fihn argumenta que muchos países ven la invasión rusa de Ucrania y preguntan a la OTAN si deberían adquirirlas, porque reciben el mensaje de que “eres estúpido” si no las tienes.

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“Aún confío en que las democracias sean menos propensas a arrasar ciudades enteras de civiles que algunos de esos dictadores”, señala Fihn, quien afirma que “se les puede quitar ese poder”.

Pese a esta coyuntura, Fihn ve con optimismo que Alemania, Noruega y Países Bajos, miembros de la Alianza Atlántica, acudan como observadores a la conferencia del TPNW en Viena.

Desde su creación en 2007, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) ha defendido el desarme como la única solución ante la amenaza atómica.

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