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En medio de la crisis de Afganistán bajo el control del Talibán, el reciente atentado explosivo que se atribuyó el grupo terrorista ISIS-K, que dejó cientos de fallecidos en el aeropuerto de Kabul, ha sido la aparición oficial de la asociación como un nuevo actor en el complejo escenario que enfrenta el país asiático.

Dos semanas antes de la caída de Kabul, Clarissa Ward, periodista de CNN que ha registrado el reciente proceso político y social en Afganistán, tuvo la posibilidad de entrevistar a un comandante de alto rango del ISIS-K.

En su informe, Ward contó que el líder le confirmó que estaban tranquilos, “esperando el momento para atacar”. El hombre acordó reunirse con el equipo periodístico en un hotel de la capital afgana. Su libertad de andar era tal que manifestó que no tenía problema para pasar por todos los puestos de control y llegar a la ciudad.

Para demostrar que lo que decía era cierto, dejó que el equipo filmara su llegada a Kabul. Abdul Munir, como pidió ser llamado, es un comandante del ISIS-K de la provincia de Kunar, el corazón de las operaciones de estos terroristas. Acordó halar con la condición de que no se revelara su identidad.

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Dijo que tenía hasta 600 hombres bajo su mando, entre indios, pakistaníes y personas de Asia central. Como muchos de sus soldados en tierra, solía luchar con los Talibán, pero alegó que estos han caído bajo la influencia de poderes extranjeros: “Estábamos operando en las filas de los Talibán, sin embargo, estas personas no estaban alineadas con nosotros en términos de creencias, así que nos fuimos a ISIS”.

“No pueden dar el ejemplo con castigos de la Ley islámica: cortarle la mano a un ladrón, apedrear hasta la muerte a un adúltero o a un asesino, no pueden hacer cumplir estos castigos fijados por la Sharia porque están bajo el control de otras personas”, argumentó Munir y añadió que “no queremos implementar los planes de otras personas y solo queremos hacer cumplir la Sharia”.

En ese sentido, el miembro de ISIS-K sentenció que “si alguno se lleva bien con nosotros en esto, es nuestro hermano, de lo contrario le declaramos la guerra, sea el Talibán o cualquier otro”. Munir afirmó haber llevado a cabo estas acciones: “Tengo presente esas escenas, un recuerdo es haber capturado a cinco personas en un combate, nuestros soldados se emocionaron demasiado y los golpeamos con hachas“.

Esa brutalidad fría hizo a ISIS-K un objetivo principal para las fuerzas de EE.UU. En los últimos años, los ataques aéreos y operaciones de Fuerzas especiales han impactado directamente al grupo en Kunar y Nangarhar. Munir aseguró haber enfrentado con sus hombres a los estadounidenses “en muchas ocasiones, también tuvimos un combate cuerpo a cuerpo con ellos y en tiroteos“.

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Consultado si el grupo estaba interesado en llevar a cabo ataques internacionales, Munir sostuvo que en su nivel de jerarquía solo podía dar información sobre Afganistán. Asumió sí que, con los estadounidenses fuera del país y los Talibán en el control, se facilitará su plan de expansión. “Actualmente, en lugar de operar, hemos recurrido solo al reclutamiento, para aprovechar la oportunidad”.

El grupo estaba interesado en realizar ataques transnacionales, pero confirmó que con la retirada de EE.UU. de Afganistán “potencialmente seremos capaces de establecer un califato”, como el de Abu Bakr al-Baghdadi en Siria e Irak.

La mayoría de los expertos en terrorismo dicen que ISIS-K está, al menos, a cinco años de lograr tener capacidad para lanzar ataques internacionales, pero los ataques en el aeropuerto plantean serias dudas respecto de la capacidad del Talibán para controlar a individuos como los del ISIS-K y si Afganistán llegará a convertirse en un refugio seguro para terroristas.

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