El productor y rapero fue declarado culpable de transportar trabajadoras sexuales entre estados, pero quedó absuelto de los cargos más graves por conspiración y tráfico sexual. El veredicto marca un nuevo giro en la caída del ícono del hip hop.
Sean “Diddy” Combs fue declarado culpable de dos cargos de prostitución en un mediático juicio federal en Nueva York, pero logró ser absuelto de los más graves delitos de conspiración y tráfico sexual, los que podían costarle cadena perpetua.
El veredicto se conoció este miércoles 2 de julio, tras 13 horas de deliberaciones por parte del jurado.
La decisión representa un giro dramático en la historia del influyente productor musical, acusado de múltiples abusos por exparejas y exempleadas.
Los cargos por los que fue condenado apuntan a que Combs transportó trabajadoras sexuales entre estados, lo que podría traducirse en hasta 20 años de prisión. Sin embargo, el tribunal desestimó que hubiera obligado a sus parejas a participar en sus conocidas “freak offs”: encuentros sexuales extremos, presuntamente organizados por el artista, alimentados por el consumo de drogas como éxtasis.
Visiblemente emocionado, Combs agradeció a sus abogados tras escuchar el veredicto. Pero el alivio no es completo. “Los delitos acreditados siguen siendo graves”, advirtió la fiscalía tras la audiencia, dejando abierta la posibilidad de una sentencia ejemplar.
Durante los dos meses que duró el juicio, los fiscales revelaron impactantes detalles de la vida privada del artista de 55 años: el uso frecuente de escoltas masculinos, el consumo de drogas, amenazas, agresiones físicas y chantajes.
Uno de los testimonios más crudos fue el de la cantante Cassie Ventura, expareja de Combs, quien relató entre lágrimas que fue obligada a mantener relaciones con decenas de hombres mientras él la grababa. Otra testigo aseguró que fue golpeada y forzada a participar en orgías.
La sentencia se conocerá en las próximas semanas. Hasta ahora, ni Combs ni su defensa han emitido declaraciones públicas sobre el veredicto.
Este caso se suma a otros procesos judiciales que han involucrado a figuras de la música y el espectáculo, como el de Harvey Weinstein o R. Kelly, marcando una tendencia creciente de denuncias por abuso y explotación sexual en la industria.
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