Por Mónica Rincón
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¿Se imaginan a Coca Cola y Pepsi compartiendo ejecutivos? No. Eso es Interlocking: la participación simultánea de una persona como director o ejecutivo principal de empresas competidoras.

Inaceptable en empresas que tienen que actuar de manera independiente. El riesgo de coordinarse y coludirse aumenta o se relaja la intensidad de la competencia que debería beneficiarnos con menores precios, mayor variedad e innovación.

Por esto inició un proceso la Fiscalía Nacional Económica: acusó a Hernán Büchi de haber sido a la vez director o ejecutivo relevante de Banco Chile, Consorcio Financiero y Falabella. Empresas que compiten entre sí en servicios bancarios y otros.

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Para poner término anticipado al proceso Falabella pagará 1,2 millones de dólares, reforzará planes en materia de libre competencia y Büchi a dejará su cargo en esa empresa.

Hasta ahí sería una buena noticia. La mala es que la Fiscalía Nacional Económica que persigue los ilícitos anticompetitivos, que analiza preventivamente fusiones y hace estudios de mercado (¿del gas se acuerdan?) apenas se sostiene con 114 funcionarios, perdió 11 en 3 años porque desde 2018 su presupuesto ha bajado 14%. Este 2022 deja de caer, pero para subir un ridículo 0,1% sin ningún escándalo por parte de los parlamentarios que revisaron esta partida del presupuesto.

Se repite la película de la UAF. Y así se debilita la lucha contra la corrupción.

El Estado chileno frente a los delitos de cuello y corbata es como David contra Goliat, pero además con una honda gastada y que no tiene como renovar.

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