Por Mónica Rincón
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No es sólo qué, es también cuándo y cómo. La reforma tributaria del presidente Duque llegó cuando la pandemia está en su peak, con una economía colombiana que se contrajo 6,8% en 2020.

El cómo también generó rechazo. Sin negociar con sus aliados ni menos con la oposición.

Y aunque hay expertos que dicen que Colombia sí necesita paliar su déficit fiscal en el mediano plazo, la opinión pública recibió la reforma como una carga para la clase media y todo estalló.

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Las protestas se extendieron por el país, sobre todo en grandes ciudades como Cali. Y aunque la mayoría fueron pacíficas, varias y sobre todo de noche, derivaron en serios y condenables hechos de violencia como lo advirtió la propia opositora alcaldesa de Bogotá, quien dijo que “la violencia y el vandalismo nada solucionan, solo empeoran todo”.

Y lamentablemente vimos también brutalidad policial, graves violaciones de Derechos Humanos que han sido condenadas además desde fuera y dentro de Colombia, mientras el ex presidente Uribe tuitea y luego borra un mensaje alentando a los militares a usar las armas.

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Human Rights Watch le contesta que no ha entendido nada. 24 personas muertas, algunos adolescentes, y 800 heridos. Y las protestas siguen hace ocho días.

Pero lo cierto, como alguien sostuvo, es que la ruptura viene de atrás. Colombia, la cuarta economía de América Latina, retrocedió una década en pobreza durante la pandemia: llega al 42%. Y 21 millones de personas o comen una vez al día o no comen todos los días.

El presidente ha llamado ahora un diálogo nacional. ¿Tendrá éxito?

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