Por Mónica Rincón
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El Fiscal Nacional Jorge Abbott ha decidido reunir en la Fiscalía Regional Metropolitana Sur que ya llevaba una causa, la otra que estaba hasta ahora en manos del fiscal Emiliano Arias. Ha justificado su decisión en que lo pedía el Consejo de Defensa del Estado (CDE) y en que hay disputas entre los magistrados investigados y el persecutor Arias.

Lo bueno es que no será sacado del caso el fiscal Sergio Moya que ha llevado la investigación de manera seria y acuciosa durante años. Lo preocupante es que quitar al fiscal jefe de O’Higgins parecía ser el objetivo de varios, entre ellos de los imputados. Y se logró.

Y además es preocupante que los dimes y diretes entre Emiliano Arias y los tres miembros de la Corte de Apelaciones de Rancagua había motivado la cuestionada reunión entre el senador Juan Pablo Letelier y el propio Abbott.

Todos los imputados tienen derecho a pedir muchas cosas, pero que tener un fiscal a la carta se llegue a transformar en un hábito, preocupa ahora como antes preocupó en los casos de platas políticas, cuando se terminó apartando de varias causas a Carlos Gajardo y Pablo Norambuena.

Es de esperar que en esta ocasión el resultado final no sea el mismo.

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