Por Mónica Rincón
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Fue uno de los primeros países en darle derecho a voto a las mujeres y hoy, en Afganistán cae la noche. Los talibán toman el poder, los mismos que entre 1996 y 2001 les prohibían reír. En verdad las afganas no tenían muchas razones para hacerlo, ni antes cuando las lapidaban, ni hoy cuando sus  vidas vuelven a estar en riesgo.

En tres meses, ante la retirada de Estados Unidos, los talibán llegaron hasta la capital, Kabul. Hoy tratan de mostrar una mejor cara y prometen respetar los Derechos Humanos.

Ellos que deforman el islam, en su primera conferencia anunciaron que respetarían a las mujeres pero dentro de la ley islámica. Preocupante, porque los DD.HH. son una conquista universal que trasciende culturas, ideologías y credos.

Hoy, el terror de su recuerdo es lo suficientemente disuasivo, porque además en otras ciudades ya se reportan persecuciones, listas negras y sabemos que frente a una protesta dispararon a matar.

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Obama anunció la retirada, Trump pactó con los talibanes incluso la fecha y Biden concretó de la peor forma posible la salida. Todos son responsables de la crisis sin fin en Afganistán. Como alguien dijo, no se exporta la democracia con bombardeos. Debe resultar de la propia voluntad política de los pueblos. Claro garantizando que sean libres elegir.

Durante 20 años de ocupación militar norteamericana, EE.UU. y todos hicieron vista gorda a la corrupción e ineficiencia de sus aliados. Porque no era Afganistán lo primero, sino la tranquilidad de que no daba refugio a Al Qaeda.

La comunidad internacional cierra los ojos, baja los brazos, mientras puede ser cosas de días para que a las mujeres les prohíban incluso… reír.

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