Por Daniel Matamala
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Publicado por CNN

Presionado por un ultimátum del gobierno, el superintendente del Medio Ambiente ha formulado cargos contra ENAP por infracción gravísima en el caso Quintero, una acusación que podría llevar a revocar su aprobación ambiental o clausurar la planta.

La petrolera es la única empresa acusada. Y cuesta confiar. Cuesta confiar en autoridades que primero le echaron la culpa a ENAP, luego matizaron o se desdijeron, pidieron esperar, y ahora vuelven a la carga contra la empresa estatal como única responsable.

Cuesta, porque no se midieron los contaminantes en el momento, y porque hay serias dudas sobre la idoneidad de quienes han operado esos equipos.

Cuesta, porque la superintendencia ya responsabilizó a operaciones de ENAP y las clausuró hace dos semanas, y pese a ello las intoxicaciones han continuado.

Cuesta, porque recién ayer tuvimos a más de 100 niños y jóvenes intoxicados y no tenemos la más remota idea de qué les pasó, qué contaminantes se emitieron, ni mucho menos de quién o quiénes son los responsables de lo que pasó ayer.

Cuesta confiar, cuando las autoridades dan palos de ciego, y parecen ansiosas por apuntar con el dedo, ojalá cortando el hilo por lo más delgado, y así dar por terminada esta crisis.

Cuesta confiar en que esto no sea más que un maquillaje para tapar una herida que es profunda y es vergonzosa: la impotencia del Estado para proteger a los niños, las mujeres y los hombres de Quintero y de Puchuncaví.

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