Por Daniel Matamala
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¿Héroe o villano? Julian Assange, el fundador de Wikileaks es sin duda uno de los personajes más controvertidos del mundo.

Adquirió fama mundial con este video, que muestra el ataque de un helicóptero Apache estadounidense contra once personas desarmadas, entre ellos un profesional de la agencia Reuters. A ello siguieron una serie de espectaculares filtraciones que revelaron los secretos más oscuros de la diplomacia y el aparato de guerra de Washington.

Wikileaks trabajó junto a varios de los medios más prestigiosos del mundo, como The Guardian y el New York Times, que se aseguraron de clasificar y contextualizar más de un cuarto de millón de cables y comunicaciones con criterio periodístico. Assange se convirtió en un ícono de la libertad de expresión, aclamado en buena parte del planeta.

Pero junto a la fama llegó el infierno legal. Perseguido por Estados Unidos, encerrado en la embajada de Ecuador en Londres, Assange al parecer creyó que cualquier enemigo de su enemigo era su amigo.

Cambió el periodismo por las conspiraciones de inteligencia. Se vinculó con Rusia en los intentos del gobierno de Putin por intervenir en elecciones extranjeras, publicando correos que habrían sido obtenidos por hackers rusos. “Amo Wikileaks”, dijo Donald Trump durante su campaña, mientras Assange aparecía cada vez más alineado con los intereses de Moscú. El encierro pasaba su cuenta.

Assange abrió el camino a casos como Edward Snowden o los Panama Papers. Un héroe de la transparencia o un villano de las conspiraciones. Son las dos caras de un personaje icónico de nuestros tiempos.

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