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Durante su visita a México, el presidente de Bolivia, Luis Arce, se unió con su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para decirle a la Organización de Estados Americanos (OEA) que “no tolerarán injerencias en asuntos internas”.

La declaración conjunta nace luego que fuera el secretario general de la organización, Luis Almagro, quien en 2019 encendiera las alarmas sobre un supuesto fraude electoral en Bolivia durante la última elección de Evo Morales.

En Última Mirada, el analista internacional Raúl Sohr explicó que “esa denuncia, respaldada por la OEA, dio pie a un movimiento policial militar que terminó deponiendo al presidente Evo Morales y esto quedó como un episodio muy oscuro y muy doloroso en la historia reciente de Bolivia porque hubo decenas de muertes”.

La declaración de Arce y AMLO dice que las delegaciones que llegan a inspeccionar procesos electorales deben ser neutrales y atenerse a una normativa que no influya en los resultados de las mismas elecciones. “Una crítica directa a la OEA. Hay mucha gente que comparte que lo que hizo Luis Almagro facilitó el reemplazo -momentáneo- de Evo Morales y fue una inmiscusión en los asuntos internos”, expresó Sohr.

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A juicio del analista,  “el problema con la OEA, como con cualquier organismo internacional, es que varía con el tiempo y su correlación de fuerzas internas depende de los distintos gobiernos que la conforman (…) La OEA está radicada en Washington, depende de Estados Unidos para su financiamiento en lo fundamental”.

Rol de China

México y Bolivia no han sido los únicos países en quejarse de la injerencia extranjera. China, por ejemplo, ha reclamado por lo que considera la inmiscusión de Estados Unidos y Europa en sus asuntos internos. “Asuntos internos que son Hong Kong y Xinjiang, donde los uigures, según numerosas denuncias internacionales, están sometidos a un régimen represivo”, indicó el analista. Esto les ha costado numerosas sanciones en las últimas semanas.

En Rusia, en tanto, molesta la intervención de EE.UU. para tratar de interrumpir la construcción de un gasoducto de 1.200 kilómetros que va a llevar combustibles a Alemania.

Para hacer frente a estas molestias, Sohr señaló que “los chinos, que son los que tienen mayor peso en estos momentos, están estudiando desde hace mucho tiempo alguna manera de enfrentarse a Estados Unidos y no necesariamente aplicarle sanciones, pero limitar el impacto que las sanciones que EE.UU. aplica, tenga sobre otros países. La clave que han encontrado los chinos es tratar de mermar el rol del dólar en la economía internacional”.

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Según el analista, “nunca se va a resolver el problema de cuándo es inmiscusión en los asuntos internos y cuándo es el legítimo derecho de la comunidad internacional de protestar por la situación de derechos humanos en un determinado país. Eso tiene mucho que ver con los intereses de quienes gravitan más en la comunidad internacional”.

“Tú miras con una lupa los abusos que se realizan en otros países, y tienes un parche en el ojo cuando se trata de otras latitudes, y eso opera para todas las potencias del mundo. EE.UU. ve con tremenda preocupación lo que puede pasar en el norte de China, pero no le tiene preocupado lo que pasa en Arabia Saudita, por ejemplo, que es un aliado cercano”, concluyó.

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