Por Mónica Rincón
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Ya es oficial. El coordinador nacional de trasplantes, Juan Eduardo Sánchez, dijo que Joaquín Bustos, el joven que murió de un aneurisma cerebral en Temuco, es uno de los dos casos desde 2016 a fecha de trasplante fallido por falta de un avión. Es decir, sí hubo un error en el sistema, a diferencia de la versión inicial que no decía aquello y desde el Ministerio de Salud se decía que no había necesidad de buscar responsables.

Entonces, hay un par de cosas que decir. Primero: agradecer a la familia de Joaquín que, en medio de su dolor, fueron capaces de poner en el tapete las deficiencias evitables del sistema que impidieron usar todos los órganos del joven fallecido para dar vida a otros.

Segundo: habrá que buscar responsables de lo sucedido y mejorar los protocolos. Eso junto a lo ya anunciado por el Gobierno: la creación de centros regionales de trasplante que ayuden a descentralizar el sistema.

¿Sigue siendo necesaria la creación de campañas permanentes para aumentar las donaciones? Sí, porque, según las cifras, este 2019 en el 59% de las ocasiones las familias se han negado a que su pariente fallecido sea donante: muy lejos de la cifra más baja de 30% de rechazo del año 2003.

Más donaciones y que ninguna de ellas se pierda porque un avión no llegó o porque algo que era evitable, falló.

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