Por Mónica Rincón
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Hoy la Santa Sede ha informado del inicio de una investigación a Bernardino Piñera por un presunto abuso sexual en contra de un menor de edad que habría sucedido hace 50 años.

Demos por sentado que tiene derecho, como todos, a la presunción de inocencia y que recién se analiza la verosimilitud de la denuncia. Pero hay dos cosas que decir. Lo primero es que este tema no debiera ser utilizado políticamente en contra del presidente Sebastián Piñera, que es sobrino del ex arzobispo.

Y por eso, reacciones como las del senador Felipe Harboe no son aceptables. El senador tuiteó: “Ahora que sale la noticia de investigación por abuso sexual de Bernardino Piñera creo que lo de la vocera fue cortina de humo para arrastrar las marcas comunicacionales“.

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No. No es aceptable, porque en estos casos lo importante es preocuparse de los denunciantes y no tratar de hacer un punto político.

Lo segundo que no es apropiado es parte de la reacción del presidente. Está bien que el mandatario afirme que se tienen que investigar a fondo todas las denuncias y es humanamente entendible que como sobrino sea duro y que le cueste creer. El problema es cuando agrega que además le cuesta creer en una denuncia hecha 50 años después y contra un hombre de 103 años.

No es relevante la edad del investigado, de hecho, en el caso de Renato Poblete éste había fallecido. Y respecto de la demora en denunciar, eso no le quita credibilidad a quien acusa. El propio presidente se la jugó por la imprescriptibilidad de los delitos sexuales diciendo que “no permitiremos más que el tiempo se convierta en cómplice y dé impunidad a quienes abusan de nuestros niños”.

Ya lo deberíamos tener todos claro: las víctimas hablan cuando pueden y si quieren.

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