Por Carlos Pizarro

“Oh, Jake. ¡Podríamos haberlo pasado tan bien juntos!”, dice Brett Ashley hacia el final de Fiesta (The sun also rises, 1926), una de las primeras novelas importantes de Ernest Hemingway.

“Sí. No está nada de mal pensarlo, ¿verdad?”, responde Jake Barnes, un periodista estadounidense que Hemingway plantea como una masculinidad destruida tras la guerra mundial, representada en la incapacidad sexual de un hombre, usada como una herida de batalla.

Para Brett Ashley, enfermera que conoció a Jake durante la I Guerra Mundial, Jake siempre será un hombre de segunda clase, un amigo que no podría entregarle lo que en el mundo de Hemingway es fundamental para una mujer: un pene funcional.

Eso, claro está, en el Estados Unidos de principios del siglo XX.

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En 2017, HBO transmitió el segundo capítulo de la séptima temporada de Game of Thrones, titulado “Stormborn”, en referencia a Daenerys Targaryen. En este, Gusano Gris y Missandei tienen un encuentro sexual que remece el concepto que trató Hemingway años antes.

El romance de ambos ha sido lo más parecido al amor en una serie coreana, en la que las miradas cómplices limitan el espectro de posibilidades de una pareja.

Pero el detalle relevante es la forma en que Bryan Cogman y Mark Mylod, escritor y director del capítulo respectivamente, abordan un coito entre una mujer y un hombre eunuco, terminando de alguna manera con el falocentrismo con que se refiere comúnmente al sexo.

Gusano Gris y los Inmaculados

Según comentan en el fandom oficial de Canción de hielo y fuego, “los Inmaculados son soldados-esclavos y eunucos, entrenados en Astapor desde una edad temprana para servir con incuestionable obediencia e inmenso poderío militar”.

La palabra eunuco viene del griego que significa “el guardián de la cama”, en relación a ciertos individuos que eran designados como los cuidadores de un hogar con mujeres, pues al ser castrado no podría hacerles algo.

Pues así como Gusano Gris, otros tantos han sido usados como guardias por todas las Ciudades Libres, siendo comerciados en grupos de cientos o miles.

La capacidad en la batalla de los Inmaculados se ve reflejada en uno de sus mayores logros: la Batalla de Qohor, donde sólo 3 mil de estos soldados derrotaron a 50 mil Dothraki.

Pues de esta calaña es nuestro Gusano Gris.

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En el capítulo mencionado, el segundo de la séptima temporada, Gusano Gris se encuentra en su habitación, sentado, afilando su espada, preparándose para la batalla que vendrá.

El afilar la espada ya nos da pistas de para dónde iba el asunto.

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Missandei entra a la habitación, increpando a Gusano Gris pues, a pesar que partirá a la batalla al día siguiente, no se había despedido de ella.

Gusano Gris no se da por aludido y Missandei deja el cuarto con un simple “entonces, te deseo buena suerte”. Antes que lograra salir, Gusano Gris la llama, para explicarle por qué para él es difícil despedirse. “Tú sabes por qué”, le dice a Missandei. “No lo sé”, responde ella a secas.

“¿Es eso lo que soy?”, contesta Missandei.

Luego vendrá la explicación de por qué Gusano Gris jamás tuvo debilidades, pues jamás tuvo miedos. Sin embargo, ahora tiene una debilidad: que algo malo le ocurra a Missandei. Esta característica de guardián también se conecta con lo que eran los eunucos, por ejemplo, en las antiguas Grecia y Roma, donde no necesariamente se referían a alguien castrado.

Así, Gusano Gris le cuenta cómo sus maestros solían tomar a los niños y lanzarlos a lo que más temían: perros, alturas, mar. “Si aprendía a nadar, bien. Si se ahogaba, bien”, le dice a Missandei.

Él intenta mostrarse, descubrirse ante ella, a quien ha observado y admirado desde sus primeros encuentros, decir en voz alta que tiene miedo. “Yo también”, le responde ella.

Así, el encuentro entre un ser tosco y las emociones culminan en un beso entre ambos.

Tras quedar ambos desnudos, Missandei guía a Gusano Gris hacia la cama, donde los besos que él le da al recorrer su cuerpo comparten espacio con el sonido de la chimenea y sus gemidos.

En adelante, la relación de Missandei y Gusano Gris se ve revestida de compromiso e interés por el cuidado mutuo. El umbral cruzado tras el acto íntimo pasa a ser un punto de partida para una nueva pareja.

A diferencia del personaje de Brett que crea Hemingway, el de Missandei escrito por Bryan Cogman -basándose en el de George R.R. Martin-, no requiere del órgano masculino para una relación funcional, pues, a pesar de lo que más de alguno creerá, no todo tiene que ver con el pene.

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