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Tres políticos ante el Papa, pidiendo por Lula, el ex Pdte de Brasil condenado por corrupción.

Llamativo que el Papa tenga el gesto de recibirlos entrando en asuntos de otro país. Y preocupante la señal que da en relación con la falta de probidad.

Si Carlos Ominami, el ex canciller de Brasil y un ex ministro de los Kichner acuden a Francisco como líder del catolicismo es impresentable. América Latina sólo tiene estados laicos.

Y si fueron ante él como Jefe de Estado, es contradictorio. Hacen y piden gestos políticos para denunciar… La politización de la justicia brasileña.

Entre sus 10 mandamientos: los amigos no son culpables. No importa que buena parte de los jueces que ratificaron las decisiones contra Lula hayan sido nombrados por él o por Dilma.

Apóstoles de lo predecible, ante las coimas del kichnerismo denunciada por el diario La Nación, la respuesta: acusar “una cierta manipulación de la justicia donde corruptos buscan enlodar personas”.

Eso en lenguaje judicial se llama “delación compensada” y es útil. ¿O desde el Vaticano los defensores de Lula empezaron a creer en milagros como que los delincuentes van a ir a tribunales a confesar?

De izquierda a derecha, es el mismo guion; sólo cambian los países. Y aquí en Chile ya lo vimos. El fiscal que se atreve está politizado o es súper héroe de cartón, las filtraciones. Mucho atacar al mensajero, poca defensa de la propia inocencia.

Porque es fácil ver la corrupción en el ojo ajeno, pero no el peso, el real o el dólar sucio en el del cercano.

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