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Pocas veces desde el retorno a la democracia ha hecho tanto sentido eso de la soledad del poder. Frase que alude a que el Pdta o la Pdta al final deciden solos. Pero por estos días la soledad del poder adquiere un significado gráfico.

Cuando los parlamentarios son capaces de dejar sin ni un solo voto al gobierno para un reajuste. Cuando la DC corta relaciones aunque el Ministro del Interior sea de sus filas. Cuando un ex Presidente de la misma coalición es capaz de responsabilizar a Michelle Bachelet del CAE, de las autopistas y del Transantiago.

En ese panorama el gobierno intenta priorizar la agenda.  De más de 150 proyectos debe dejar sólo 50 para que el Parlamento los tramite de aquí al fin de este mandato.
Con baja popularidad y por lo mismo poco poder, sin relato sino apenas sello, el trabajo no será fácil. Sobre todo respecto de temas en los que no hay consenso sino disenso como el aborto.

Optar por resolver problemas concretos con mejor gestión o insistir en las reformas como la educacional o la nueva Constitución. Eso ya es complejo. Nada fácil para un gobierno que tiene el síndrome pero no el de todos los que terminan. Este no es tanto un Pato cojo como sí un Pato cada vez más solo.

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