Durante los últimos años se ha ido derribando el mito, o más bien cambiado el paradigma, respecto de que el arte y todos las actividades vinculadas con el espíritu humano son un gasto, financiado en la mayoría de los casos por el bolsillo del propio creador, algún mecenas o un filántropo millonario de esos que aparecen de cuando de cuando.

Si bien aún falta mucho camino por recorrer, la industria creativa, denominada economía naranja, es la constatación de que efectivamente se están destinando recursos para el desarrollo de las ideas y la creatividad en cualquiera de sus expresiones. Y, ojo, no sólo a modo de filantropía, sino que con una intención de retorno, es decir, de rentabilidad.

En 2018, por ejemplo, casi un tercio de lo que se financió a través de la gestión de la banca ética en Chile (más de $525 millones de un total de $2.070 millones) se destinó a la industria creativa. Así, editoriales, librerías y festivales musicales, entre otras actividades, recibieron el respaldo de quienes entienden que financiar creatividad es construir y rescatar la identidad de un pueblo, además de obtener por medio de aquello un beneficio económico.

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Francisco García, folclorista y encargado del área de Educación y Cultura de Doble Impacto, dice que a través de lo que ha gestionado este proyecto bancario en construcción se ha palpado esta realidad, es decir, que invertir en economía naranja, en trabajo intelectual, es rentable para quienes financian esta industria. Hasta un 10%.

Como el principal activo de esta industria es la propiedad intelectual, además existen organismos que velan por registrar y cobrar los derechos de ésta.

La idea de promover la inversión naranja es por el aporte simbólico cultural que le confiere a la sociedad, en conjunto con la libertad de expresión. Esto, siempre con criterios de inclusión y armonía con el medio ambiente.

En 2017, según decía entonces la Agencia de Calidad de la Educación, 4 de cada 10 alumnos de cuarto básico (9 a 10 años) en Chile no entendían lo que leían. Entonces, resulta fundamental seguir financiando y entendiendo la importancia de invertir en creatividad.

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Juan Cristóbal Prieto, fundador de Green Libros -librería que ha recibido el apoyo de la inversión con impacto- lo confirma, pues sostiene que es necesario que exista este tipo de financiamiento para que así aparezcan más inversionistas interesados en promover la cultura.

Desde su experiencia, cuando se ofrece cultura y a buen precio, la gente repleta los lugares. Tal como acontece cada primer sábado del mes cuando Green Libros realiza sus clásicas ventas de bodega. “Yo aquí veo que la gente se pelea por entrar. De hecho, tienen que entrar en grupos de 30, tienen media hora, compran, y se tienen que ir. Y llega otro grupo de 30. Así son las colas, llegan hasta el final de la cuadra para comprar libros”.

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