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A lo largo de casi un siglo, el Superclásico entre Colo Colo y Universidad de Chile ha sido mucho más que un partido. Ha reflejado las transformaciones del país, las tensiones sociales, los momentos de gloria y también las crisis más profundas de sus protagonistas. Esta es la historia de una rivalidad que se juega en la cancha, pero también en la memoria, en la calle y en el corazón de millones de chilenos.
En Chile hay cosas que simplemente se heredan.
La empanada en fiestas patrias, la desconfianza al político de turno y el fervor que rodea el clásico entre Colo Colo y Universidad de Chile. No hace falta ser futbolero para saber que este partido paraliza al país.
El Superclásico, como se le conoce, no es solo un encuentro de fútbol: es una historia de identidades, de clases, de pasión y resistencia. Es una historia que, con sus altos y bajos, ha acompañado al país durante casi un siglo.
La historia parte el 9 de junio de 1935, en los antiguos Campos de Sports de Ñuñoa. Colo Colo, ya instalado como uno de los equipos populares del naciente profesionalismo, enfrenta en un amistoso a Universidad de Chile, que aún no ingresaba a la primera división. Fue triunfo albo por 3-2, pero más que el resultado, quedaba en el aire la sensación de que algo especial nacía.
En 1938 se jugó el primer partido oficial: Colo Colo goleó 6-0 a la U. Pero la rivalidad aún no era tal. Colo Colo, fundado en 1925 por jóvenes rebeldes de Magallanes, tenía una impronta profundamente popular.
La U, en cambio, venía del mundo universitario, ligada a la elite intelectual y académica. Una especie de pueblo versus oligarquía ilustrada. Con los años, esos bordes se desdibujaron, pero el contraste quedó tatuado en la identidad de ambos clubes.
1930-1950: Los albores del clásico
En los años 30 y 40, mientras Chile vivía transformaciones profundas (la crisis del salitre, la industrialización incipiente, la Segunda Guerra Mundial desde la distancia), Colo Colo se afirmaba como el equipo dominante.
El cacique forjó desde temprano su estampa ganadora, conquistando los campeonatos de 1937, 1939, 1941, 1944 y 1947.
La U, en cambio, tenía una presencia más irregular. Su primer gran hito fue el título de 1940, con una campaña que sorprendió alzando la copa. Aún así, en el “clásico” solía verse superada.
El partido era importante, pero aún no era el gran duelo nacional.
1960-1970: El Ballet Azul y el despertar albo
Mientras Violeta Parra cantaba que “la vida tiene una sola cuestión”, la U bailaba en las canchas. El Ballet Azul, con Leonel Sánchez, Carlos Campos, Rubén Marcos y compañía, dominó la década. Seis títulos en diez años (1959, 1962, 1964, 1965, 1967, 1969).
Era un equipo moderno, que imponía estilo y elegancia. El país, en plena efervescencia social y política, veía en la U una expresión de talento y de una nueva elite profesional urbana.
Colo Colo no se quedó atrás. En 1960 ganó el campeonato y empezó a preparar su desquite.
A fines de la década fichó a figuras como Chamaco Valdés, y en 1970, en un desempate por el título jugado ante la U, logró la revancha: triunfo 2-1 y vuelta olímpica.
Ese fue el inicio de una etapa más pareja, con una creciente tensión entre ambos clubes.
Francisco Valdés, imágenes de archivo de DaleAlbo
1980: La hegemonía alba y la caída azul
En plena dictadura, mientras Los Prisioneros comenzaban a rasgar guitarras en San Miguel, la U caía en desgracia.
Descendió en 1988, marcando uno de los momentos más oscuros de su historia. Colo Colo, en cambio, vivía su edad dorada: campeón en 1981, 1983 y 1986, y con figuras como Lizardo Garrido, Severino Vasconcelos, Carlos Caszely (en el inicio de la década) y Jorge Aravena.
Era un equipo arrollador, que imponía respeto en cada cancha. La distancia entre ambos crecía, pero el clásico seguía cargado de simbolismo, sobre todo por lo que representaba cada club en el imaginario social.
1990: El regreso azul y la reinvención del clásico
Con el regreso de la democracia también volvió la U a Primera. Fue campeona en 1994 y 1995, con un fútbol combativo, dirigido por el Lulo Socías y luego por Jorge Socías.
El equipo tenía garra, tenía mística. Mientras Los Tres cantaban “La Espada & la Pared” y se vivía un renacer cultural en Chile, el Superclásico volvía a tomar fuerza con figuras como Marcelo Salas, Esteban Valencia, Rodrigo Goldberg, por el lado azul; y Marcelo Espina, Fernando Vergara y Barticciotto, por el lado albo.
Colo Colo, por su parte, vivió su momento culmine en 1991, cuando ganó la Copa Libertadores, una hazaña que ningún otro club chileno ha logrado.
Esa corona continental le dio a los albos un prestigio único. En los 90, ambos clubes se disputaban la supremacía: la U con su garra renacida; Colo Colo con su historia imponente y su camiseta pesada.
2000-2010: Equilibrio y tensión máxima
Fue una década pareja, aunque marcada por la inestabilidad institucional en ambos lados del clásico.
Universidad de Chile enfrentó una de sus crisis más graves: en 2006, la concesionaria que administraba al club entró en quiebra, y la institución pasó a manos de una sindicatura.
A pesar de ello, la U logró mantenerse competitiva e incluso levantó la Copa Chile en el año 2000. Colo Colo, por su parte, vivió su propio colapso unos años antes.
En 2002, en medio de deudas millonarias, falta de liquidez y una dirigencia colapsada, el club fue declarado en quiebra por el 26° Juzgado Civil de Santiago.
Por primera vez en su historia, el equipo más ganador del país era intervenido judicialmente y administrado por un síndico.
Fue un golpe duro, no solo económico sino también simbólico: el emblema del “equipo del pueblo” se encontraba al borde del abismo.
La crisis marcó un antes y un después: derivó en la instauración del modelo de sociedades anónimas deportivas, que terminaría por cambiar para siempre la gestión del fútbol chileno.
A partir de esa reestructuración, Colo Colo resurgió con fuerza. Entre 2006 y 2009 vivió un renacimiento deportivo bajo la dirección técnica de Claudio Borghi, ganando cuatro títulos y desplegando un fútbol ofensivo que cautivó a hinchas propios y ajenos.
Figuras como Matías Fernández, Humberto Suazo y Alexis Sánchez marcaron una era.
La final del Torneo de Apertura 2006, entre Colo Colo y la U, fue una postal inolvidable: ida en el Nacional, vuelta en el Monumental, definición por penales.
Colo Colo fue campeón y la U quedó con la espina clavada.
El clásico se vivía con la intensidad de siempre, ahora con el CDF como testigo, llevando cada jugada a todos los rincones del país. Fue la época en que el Superclásico comenzó a sentirse más masivo que nunca.
2011 en adelante: El auge azul, el dominio albo en Macul
En 2011, mientras Chile marchaba por la educación y nacía una nueva generación política, la U de Jorge Sampaoli deslumbraba.
Campeona invicta del torneo nacional y luego campeona de la Copa Sudamericana, con Eduardo Vargas intratable, la U tocaba el cielo.
Fue uno de los equipos más dominantes en la historia del fútbol chileno. El hincha azul volvía a soñar.
Pero la historia daría un giro. Desde 2013 en adelante, Colo Colo retomó el control del clásico, sobre todo en su casa. El Monumental se volvió un bastión inexpugnable para la U: año tras año, derrota tras derrota. La racha negativa creció hasta volverse un mito, una carga psicológica para jugadores y técnicos azules.
Hasta que en 2024, como si el fútbol pagara sus deudas, la U rompió el maleficio y venció en Macul. Fue un 1-0 sufrido, histórico, que liberó años de frustración. El país lo celebró, lo discutió, lo vivió. La historia volvía a escribirse.
Agencia UNO
Vestir ambas camisetas es, en el mundo del Superclásico chileno, casi un acto de provocación. Es una línea fina, delicada, donde cada paso deja huella.
A lo largo de la historia, no han sido muchos los que se atrevieron a cruzarla. Algunos fueron olvidados rápidamente. Otros, ovacionados. Y unos pocos, condenados.
Lo curioso es que incluso Leonel Sánchez, emblema absoluto de Universidad de Chile y símbolo del Ballet Azul, tiene su nombre ligado a Colo Colo… aunque por razones de nobleza rival: tras su retiro, fue homenajeado por el club albo en un gesto de respeto.
Ese episodio habla también de cómo, a veces, las pasiones se moderan ante la grandeza.
Del otro lado de la historia aparece Matías Zaldivia, defensor argentino nacionalizado chileno. Dejó el Monumental tras años en Colo Colo y, contra todo pronóstico, recaló en la U.
Tras un polémico periodo de incertidumbre y un más que olvidable grafiteo en el portón del Centro Deportivo Azul, Matías se consolidó en 2024 y fue uno de los pilares en la histórica victoria azul en Macul, cortando así una maldición de 23 años.
Su imagen celebrando en el césped del estadio que antes fue su casa se volvió ícono. Algunos colocolinos no se lo perdonan. Para los azules, ya es parte de su nueva era.
Entre ellos, una larga lista: Jean Beausejour, que logró ser querido por ambas hinchadas. Hugo Rubio y su hijo Eduardo, los primeros en hacer el recorrido completo. Rodrigo Meléndez, Leonardo Rodríguez, Manuel Iturra, Pedro Reyes, Luis Pedro Figueroa, Patricio Yáñez.
Algunos jugaron con perfil bajo. Otros, como Marco Antonio Figueroa, no tuvieron problemas en prender la mecha.
Más de 240 partidos oficiales han escrito la historia del Superclásico chileno. En ese largo recorrido, los números hablan, pero también gritan… y es a favor de los blancos.
Colo-Colo ganó 89 partidos, contra 49 triunfos de Universidad de Chile, y 58 empates, una ventaja de 40 triunfos en favor del Cacique.
La más grande sigue siendo el 6-0 de Colo Colo en 1938, en el primer clásico oficial de la historia. Fue un bautismo amargo para los azules. Décadas después, en 2012, el Cacique repetiría un 5-0 en el Monumental, quizás el golpe más doloroso para la generación reciente de la U.
Pero los azules también han dejado su marca. En 1994, en plena campaña del título tras 25 años, la U venció 4-1 a Colo Colo en el Nacional.
En 1963, el mítico Ballet Azul se impuso 6-3 en uno de los partidos más bellos del clásico. Y más atrás, en 1959, la U ganó 2-1 y se coronó campeona, dándole a ese duelo un peso histórico y emocional imposible de medir. Más tarde, en 2012, los universitarios ganaron por dos de sus duelos por 5-0 y 4-0 como locales.
Durante más de dos décadas, el Estadio Monumental fue sinónimo de jerarquía alba en el Superclásico. Desde 2001, Colo Colo convirtió su casa en un bastión inexpugnable para Universidad de Chile.
No importaba la forma ni el contexto: equipos campeones, planteles en crisis, técnicos interinos o estadios repletos. La U salía de Macul sin victorias. Año tras año, el Cacique impuso respeto y escribió un capítulo inédito de dominio clásico como local.
Pero el 10 de marzo de 2024, todo cambió. En la edición 195 del Superclásico, el invicto se rompió.
Universidad de Chile ganó 1-0 con gol de Israel Poblete, luego de una jugada que incluyó un cabezazo desviado y silenció el recinto de Pedreros. El golpe fue más simbólico que estadístico: se terminó una era. La jerarquía que Colo Colo había construido en su estadio, piedra a piedra, a lo largo de 23 años, quedó en pausa.
A pesar de una leve mejoría en el segundo tiempo y una polémica jugada anulada por el VAR, el equipo de Jorge Almirón no logró evitar lo que parecía imposible. La U, por fin, celebraba en Macul.
Y aunque la historia sigue teniendo a Colo Colo como el gran dominador del historial en casa, el quiebre dejó una certeza: ni las rachas más sólidas duran para siempre.
El Monumental fue, durante más de 20 años, el símbolo de la supremacía alba. Hoy, el clásico inicia un nuevo capítulo… eso siempre y cuando se pueda jugar.
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