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Nota del editor: La siguiente reseña contiene spoilers importantes sobre el final de la serie Succession.

(CNN) – Los hijos de Logan Roy se dieron un agradable baño juntos en el final de Succession, que resultó ser un preludio perfecto para la demostración de despedida de la serie de los peligros de nadar con tiburones, y el hecho de que su imperioso padre dejó unos zapatos, en última instancia, que no podían llenar. En el proceso, los fans disfrutaron de risas, lágrimas y dos de las peleas más lamentables de la historia de la televisión.

Todas las relaciones clave se desarrollaron de forma que se sintieron perfectamente en sintonía con el punto en el que la serie se había ido construyendo a lo largo de esta extraordinaria temporada, hasta el inquietante plano final de Kendall (Jeremy Strong) solo y de espaldas, un eco de su padre sin el estatus y la familia que le rodean. Si eso supuso saltarse algunas cosas –como explicar el destino de las elecciones presidenciales–, la serie siempre se ha centrado en la dinastía familiar, con la política y la democracia como uno de los valiosos recursos con los que trafica.

El final fue preparado en parte por la constatación de que los cónyuges Shiv (Sarah Snook) y Tom (Matthew Macfadyen) estaban dispuestos a tirar al otro debajo del autobús con el fin de obtener el título de CEO de Waystar Royco en Estados Unidos, de parte de Lukas Matsson (Alexander Skarsgård), con Shiv refiriéndose desdeñosamente a su marido y al padre de su hijo aún por nacer como “una parte modular altamente intercambiable”.

Por su parte, Tom mantuvo un incómodo (bueno, lamentable) intercambio con Matsson en relación con Shiv antes de aceptar de buen grado ser su “testaferro”, la cara sonriente de la empresa que actuaría como testaferro para conseguir la aprobación del trato.

La traición de Matsson ayudó en última instancia a alinear a los tres hermanos Roy en un esfuerzo por bloquear la adquisición de GoJo, allanando el camino para una escena en la que reían y bromeaban juntos en la cocina de su madre que recordaba el vínculo que compartieron, fugazmente, tras la muerte de su padre. Esas interacciones representaron uno de esos momentos ocasionales en los que te das cuenta de que son hermanos con lazos para toda la vida, a pesar de haber crecido en la más disfuncional y despiadada de las familias.

 

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Luego estaba Greg (Nicholas Braun), utilizando su aplicación de traducción para saber que Matsson tenía la intención de traicionar a Shiv, vendiendo esa información con la esperanza de salvarse a sí mismo, y desencadenando el primero de los dos divertidísimos concursos de bofetadas de la noche con Tom.

En última instancia, todo se encaminó hacia la reunión del consejo de administración para aprobar o rechazar el acuerdo con GoJo, en la que se produjo una secuencia muy impactante que fue mucho más allá de las tibias peleas entre Kendall y Roman (Kieran Culkin): Shiv se resiste a ungir a Kendall como CEO, diciéndole rotundamente: “No creo que seas bueno en esto”, antes de recordarle que él fue el responsable de la muerte del joven camarero en la primera temporada.

Al darse cuenta de que le estaban arrebatando la victoria –y su “derecho de nacimiento”, como dijo antes–, Kendall soltó, de forma casi infantil: “¡Soy el [hermano] mayor!”.

Sin embargo, si algo demostró Sucesión a lo largo de sus cuatro temporadas es que el apellido Roy solo llega hasta cierto punto, y que los hijos nunca pueden escapar por completo de la enorme sombra de su padre.

Eso dejó a Shiv y Tom en lo que parecía ser una alianza de conveniencia declarada –con todo el afecto de una fusión corporativa– y a Kendall como un hombre roto, rico, seguramente, pero nunca para gobernar el reino de su padre ni nada que se le pareciera. Como él había dicho, en un raro caso de autoconciencia: “Soy como un engranaje construido para encajar en una sola máquina”.

A diferencia de otras grandes series de televisión, Succession no tenía que dar en el clavo para cimentar su legado. Pero lo hizo.

Eso no significaba responder a todas las preguntas que se planteaban, sino ofrecer un nivel de drama y humor que se cuenta entre las mejores series de la historia. Y como Tom observó al principio con respecto a Shiv, está claro que al creador de la serie, Jesse Armstrong, no le gusta fallar una prueba.

Por Brian Lowry.

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