Por Camila Morandé

Paul Jason Klein entra a un lugar y todo el mundo sabe que es un artista. Y no porque esté armando una escena o hablando fuerte y en tono autoritario para llamar la atención. Probablemente, sin importar el momento del día, lleva puesta ropa suelta mientras mira el celular y asiente con la cabeza a las palabras de algún amigo hablándole. Klein simplemente emana una esencia de genialidad. Y sus 828 mil seguidores en Instagram y Twitter lo saben.

Quizá sea el piercing de argolla con una luna colgante que siempre lleva en la oreja —y que a sus fans les gusta tanto, que ahora su banda vende como mercadishing oficial—, la mirada distante y melancólica de sus ojos color turquesa o los muchos tatuajes que tiene repartidos en el cuerpo. Hablando de los mismos, hace años, se hizo uno con forma de imán debido a que alguien le dijo que era magnético y se sintió tan halagado, que quiso prosperar el concepto en su propio cuerpo. Lo lleva en el antebrazo, acompañando el que tiene en honor a los siete estadios en los que LANY tocó junto a John Mayer en 2017 y un par de dados que se tatuó a juego con Halsey.

Lollapalooza se abrió como una instancia para que que la banda de pop alternativo tocase por primera vez en el continente. En Chile, les asignaron uno de los escenarios principales, pero a las 2 de la tarde, no precisamente el horario más conveniente cuando se trata de atraer público. Sin embargo, muchos proyectos hoy exitosos debutaron de esa manera en el festival. El dúo Twenty One Pilots, por ejemplo, tocó por primera vez en la edición 2016 del festival a las 3 de la tarde. Este año, eran el tercero de los nombres destacados en primera línea en el poster oficial de la parrilla de artistas, junto a Kendrick Lamar y los Arctic Monkeys. Klein comprende la dinámica.

“Nuestra especie de puerta de entrada a Sudamérica fue tocar en Lollapalooza, así que fue un éxito para nosotros estar en la parrilla de artistas del Lolla sudamericano. Esperamos, después del festival, volver y tener nuestros propios conciertos y empezar a construir un buen grupo de fans aquí”, comenta respecto a la posibilidad de dar un concierto en solitario en el país a futuro.

Comenzó a componer a los 15 años, porque quería llevar a una amiga de la infancia al tradicional baile de graduación norteamericano. “Dijo que sí. También fue mi primer beso. Pero escribí muchas canciones y muchas malas canciones. Antes de LANY, era Paul Klein, como cantante y compositor, y tuve muy poco éxito con eso. Creo que tienes que fracasar antes de tener éxito, y pienso que, con LANY, finalmente tuve esa oportunidad”, afirma. A esa misma edad, visitó la ciudad de Los Angeles por primera vez y quedó tan prendado de ella, que simplemente supo que era el lugar al que pertenecía.

16 años después, ya no se acuerda de la letra que dio comienzo a ese romance de colegio, pero se ríe al confesar que “probablemente describía todas las cosas que amaba de ella”. El presente no se aleja mucho de aquel entonces. Sigue escribiendo canciones acerca de estar enamorado y tener el corazón roto, pero ahora obtiene la inspiración de ex novias que han cimentado su propio camino y nombre en el espectáculo, y toca las melodías que escribe sobre ellas en frente de miles de fans enardecidas.

Tiene un título universitario y le iba bastante bien en el ámbito académico. “Me especialicé en performance musical y negocio de la música. Después me mudé a Los Angeles para seguir escribiendo canciones y perseguir mi arte, pero obviamente tienes conseguir un trabajo y pagar el arriendo”, exclama mientras recuerda haber postulado a supermercados y bancos, pero con ninguna empresa queriendo contratarlo, pues buscaba un horario part-time. “Fue una época difícil”, admite. Uno de sus muchos trabajos de medio tiempo fue sujetarle la puerta a gente entrando y saliendo de una tienda de lujo durante horas. “Apenas tenía dinero. Solía quedarme afuera de esa puerta y pensar en nombres e ideas de bandas”, recuerda.

La travesía al éxito

El primer compañero al que conoció fue Jake (Goss), en el gimnasio y a través de un amigo en común. Lo describe como “el mejor baterista del mundo, con una reputación basada en simplemente ser genial”. Nunca hablaron de hacer música juntos, pero se hicieron muy cercanos desde el comienzo. En aquel entonces, su nuevo mejor amigo vivía junto a Les (Priest), en Nashville, y solían juntarse los tres. Poco después, Jake y Les comenzaron su propio dúo, llamado “WRLDS” y Paul, que estaba intentando llevar una carrera como solista en su ciudad soñada, se encantó con su trabajo.

“Yo me quedé como ‘son amigos míos, así que quizá pueda escribir algunas canciones con ellos y, si son buenas, podamos partir con nuestra propia banda’. En ese punto, estaban teniendo una especie de amistad a larga distancia, pero cuando pasaba algo importante, Jake era la primera persona a la que Paul llamaba. Como cuando, por ejemplo, le ofrecieron participar en la exitosa versión estadounidense del programa cazatalentos “The Voice”.

“He practicado piano clásico por 13 años y estudié jazz, así que nunca me vi a mí mismo como vocalista. Todavía. De repente me sigo poniendo nervioso al cantar. Pero alguien me dijo ‘conozco al director del casting de ‘The Voice’, pienso que te iría genial en el programa y podríamos ponerte’. Jake no me dijo que no lo hiciera, pero lo llamé y le dije ‘oye, estoy muy inseguro respecto a esto, ¿debería hacerlo?’. Es como una de esas oportunidades que esperas jamás tener, porque son muy difíciles de rechazar. ‘¿Qué pasa si no lo hago y nunca más vuelvo a tener el chance de volverlo a intentar?’”, recuerda haber pensado.

De izquierda a derecha: Les Priest (teclado y guitarra), Paul Klein (voz, piano y guitarra) y Jake Goss (batería y sampler)

Jake le dijo que, si iba a hacerlo, tenía que estar seguro en un cien por ciento. “Y eso fue suficiente para mí para decir ‘definitivamente no lo estoy, así que no lo voy a hacer’. Y como un mes después empezamos a hablar respecto a empezar una banda juntos”. La parte amarga de la aventura fue que su mamá es fanática del programa. “¡Le hubiese encantado!”, cuenta riéndose. Pero aún así, tanto ella como su papá están muy felices con su éxito actual. “Pienso que están muy orgullosos. Cada vez que pueden venir a un concierto que está cerca de donde soy, viajan ir venir a verme”, dice.

En abril de 2014, cuando LANY lanzó sus primeras dos canciones, “Hot Lights” y “Walk Away”, a través de SoundCloud, Paul, Jake y Les vivían en un diminuto departamento de una pieza en Los Angeles. “Jake tenía todas sus baterías en nuestra cocina. El lugar era una locura”. Y recuerda esos tiempos. “Solíamos congelar toallas en el departamento para dormir desnudos con ellas encima, porque hacía mucho calor en el verano y no teníamos ninguna clase de aire acondicionado”.

Cuando se le pregunta respecto al momento exacto en que se dio cuenta que el trío se estaba convirtiendo en algo serio, recuerda la fracción exacta de tiempo y espacio en la que se encontraba. “Fue un momento específico en el que estábamos sentados en la mesa del departamento de una pieza en el que vivíamos al inicio y me acuerdo que twitteé algo respecto a nuestro concierto en Los Angeles o algo así. Pero recuerdo que como que explotó. Yo manejaba todas nuestras cuentas en redes sociales como banda, y miré a Jake y Les y me quedé como ‘chicos, mi teléfono explotó’”. Esa era la primera vez que anunciaban un concierto. Y cuando el día de su debut en vivo como LANY llegó, en febrero de 2015, lo describe como “un poco aterrador”, pero en realidad, fue una locura total.

“Las entradas estaban tan agotadas y había tanta gente en el lugar, que llegaron los bomberos. ¡Llegó el departamento de bomberos! Diez minutos antes de que se suponiera que apareciéramos en el escenario, pensamos que tendríamos que cancelar el show (ríe) Estábamos muy nerviosos, pero fue un momento muy especial. Teníamos un buen problema”, exclama con una sonrisa en la cara.

Aprecia mucho el lazo que tiene con sus compañeros de banda. “Somos todos tan diferentes, pero trabajamos muy bien juntos y nunca hemos peleado realmente. De hecho, sólo algunas conversaciones duras y unas cuantas lágrimas. Principalmente mías. No creo que Les haya llorado alguna vez. El orgullo de Jake nunca… —se interrumpe— no sé. Jake y yo hemos llorado en el escenario juntos, porque no podemos creer lo que está pasando. Yo definitivamente soy el llorón de la banda, pero ha sido genial el sólo crecer y aprender. Obviamente nadie escribe un libro respecto a cómo hacer esto. El camino de todos es completamente diferente, así que, esencialmente, estamos dejándolo ser e intentando tomar las mejores decisiones posibles cada día. Y hemos construido un equipo muy bueno alrededor nuestro para ayudarnos a tomar las decisiones correctas, pero es un recorrido”.

Malibu Nights

En el año 2016, la revista Rolling Stone describió el sonido de LANY como “pop electrónico mezclado con un flashback hacia los ochenta, blue-eyed soul, y la búsqueda continua por conexión genuina a través de un smartphone”. Y hoy, cuando Paul habla de “Malibu Nights”, el disco más vulnerable y brutalmente honesto de la banda hasta el momento, suena como un padre orgulloso. La medianoche del 5 de octubre de 2018, poco después de su lanzamiento, en su cuenta de Twitter se leía una publicación que decía: “Espero vivir por siempre, pero si me muero mañana, me gustaría ser recordado por escribir estas nueve canciones. Los amo”, y adjuntaba un enlace al álbum en Spotify. Hoy, esas mismas nueve canciones suman casi 300 millones de reproducciones en dicha plataforma de streaming.

“Cuando lanzamos nuestro primer disco, sentí orgullo, pero aún veía que quedaba espacio para mejorar y crecer. No estoy diciendo que ‘Malibu Nights’ sea nuestro tope y nunca podamos hacer algo mejor, porque claro que haremos cosas mucho mejores, pero cuando lanzamos ‘Malibu Nights’, estaba y estoy tan orgulloso de esas nueve canciones.Porque, para mí, hice el disco que había soñado llevar a cabo toda mi vida, siendo un fanático de la música. Así que eso es lo que ese tweet quería decir y todavía lo mantengo. Este álbum es probablemente la razón por la que estoy hablando contigo, y porqué estamos en Chile y tocando en Sudamérica y agotando conciertos en la capital de México sin haber estado antes allí. Ha sido un éxito tremendo para nosotros. Ninguna de las canciones se escucha en la radio o algo así, no hemos tenido una explosión viral en Internet, pero cuando escribes nueve canciones muy buenas en un disco, las cosas simplemente van a pasar, así que es genial”, menciona.

Aún cuando resultó completamente obvio, tanto para los medios como para cualquier persona que no viviese bajo una roca privada de historias de Instagram con escapadas veraniegas a Capri y fiestas de Año Nuevo familiares, quien había inspirado el disco, Klein no sintió temor de verse definido por esa persona, la superestrella de pop Dua Lipa, de 23 años. “Yo escribí el disco, no ella”, dice encogiéndose de hombros con una sonrisa. “Coincide que la gente sabe de quién estaba escribiendo, porque nos vimos envueltos en una relación muy pública. Pero ella no lo escribió. Yo era el que despertaba cada mañana y decía ‘bueno, voy a sacarle el máximo provecho a esto’ en vez de quedarme sentado en la cama sin comer y emocionalmente afectado en torno a cómo terminó toda la cosa. Así que fui y escribí un puñado de buenas canciones e hice un muy buen disco con mis compañeros de banda. Algunos de los mejores álbumes del mundo hablan de corazones rotos, así que no me preocupé. De hecho, cuando llevaba cerca de tres o cuatro meses editándolo y escribiendo, dije ‘probablemente, esta es la mejor cosa que me ha pasado en la vida’. Así que, sí, por supuesto que la gente sabe quién es mi ex novia y sabe a quién le escribí y está bien. Pero ciertamente esa relación no me define. Me define lo que hice cuando terminó”, aclara.

Como líderes de dos fanbases muy meticulosas y dedicadas, surgieron muchas teorías cuando la pareja terminó y Lipa lanzó el video musical de su éxito “IDGAF”. Los fans apuntaron a que el concepto de los videos era muy parecido entre sí y quizá ella estaba intentando enviarle un mensaje a su ahora ex-pareja: “Quizá. Era mi novia cuando grabamos el video de ‘Super Far’. Y el video de ‘Super Far’ salió antes que el de ‘IDGAF.’” Pero al final, no tiene más que palabras cordiales para la carrera en ascenso de la joven. “No me agobio. Es increíble, no tengo nada malo que decir respecto a ella. Estoy muy feliz de que haya ganado los Grammys, se los merece. Trabaja durísimo y es muy talentosa. No le deseo nada más que lo mejor, en serio. Pienso que ella es genial”.

Convertirse en los nuevos Coldplay

A la vez que expone sus más íntimos sentimientos a través de sus composiciones, en las que habla acerca de llorar y tener el corazón roto, no siente que necesita probar una parada de chico duro que consigue estar con quien sea que quiere. “No es como si lo hiciera a propósito, ¿sabes? Simplemente soy yo mismo, pero pienso que es genial que rompa las barreras de la masculinidad tóxica. Por ejemplo, no me pinto las uñas para hacer enojar a la gente, simplemente lo hago porque creo que es genial. Y escribo respecto a mis sentimientos porque creo que hay mucho valor en articular y comunicar la manera en la que te sientes y piensas. Pienso que muchas cosas salen mal en el mundo porque nadie realmente dice lo que piensa y siente. Son todos tan cuidados de lo que dicen, que hablan en círculos y nunca alcanzan a hacer nada. Así que la forma en la que compongo es diciendo las cosas exactamente como son, y no tengo problema ni vergüenza en admitir que he sido herido, o admitir que me han roto el corazón, o admitir que todavía pienso en esa persona y todavía la extraño. Y no creo que en realidad se trate de debilidad, simplemente es honestidad y hay mucha valentía en ser honesto”, piensa.

En cinco años, espera ver a LANY tocando en estadios alrededor del mundo, pero admite que hacer un nombre al mismo ritmo en diferentes países no es un trabajo sencillo. “Acabo de dejar Europa. Estuvimos en tour allí 43 días y tocamos en un lugar con capacidad para cinco mil personas en Londres, y después tocamos para 500 en Warsaw, Polonia. Así que hay una diferencia grande”, dice. Están trabajando en ello, e incluso tienen hacia lo que aspirar.

“Coldplay es el mejor ejemplo de en lo que nos queremos convertir, y tienen una puesta en escena muy internacional. Cuando pienso en Coldplay, no pienso en Inglaterra o una banda británica. Pienso en Argentina. Acaban de sacar un disco en vivo desde Buenos Aires. Y eso es tan Coldplay para mí. Tocar alrededor del mundo y en tantos países distintos. Venir aquí y viajar como lo hacemos. Por supuesto que es agotador, pero es la manera en que nos vamos a convertir en los siguientes Coldplay, que es lo que adoraríamos poder aspirar a ser. Así que es genial estar aquí y saber que hay gente acampando en el Starbucks que está en el recibidor del hotel donde nos quedamos porque saben quienes somos. Es un sentimiento muy bonito y también una señal”, señala.

¿Y el tercer disco? “Lo haremos a fines de este año y lo vamos a lanzar como en la primavera del próximo”. Cuando le digo que espero que no sufra demasiado nuevamente para obtener la suficiente inspiración para crear un buen disco, se ríe a carcajadas. “¡Voy a estar bien!”, responde.

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