El reto de convertir a Menem en serie: Leonardo Sbaraglia y Ariel Winograd revelan los desafíos tras el nuevo estreno de Prime Video
Por Camila Morandé
09.07.2025 / 12:18
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La primera decisión que Ariel Winograd tomó al aceptar dirigir "Menem", la nueva serie basada en la década de Carlos Saúl Menem en la Casa Rosada, fue humanizarlo. No volverlo un mártir ni un villano. “Si lo estás juzgando desde la puesta de cámara o desde el guion, ya también estás condicionando y lo estás transformando en un panfleto o en algo más político", contó en entrevista con CNN Chile. Desde Buenos Aires, tanto él como su protagonista, Leonardo Sbaraglia, abordaron cómo fue recrearlo paso a paso.
En Argentina, el expresidente Carlos Saúl Menem es sinónimo de polarización y una década completa de historia. Su promotor más polémico, quizá, sea el actual mandatario, Javier Milei, quien inauguró un busto en su honor en la Casa Rosada y llegó a señalarlo como “el mejor presidente de la historia argentina”. Y no por nada antecedió la oración con un “aunque les duela”.
Apodado coloquialmente como “El Turco”, debido a su ascendencia sirio-libanesa, Menem asumió dos periodos consecutivos (1989—1999) con un estilo particularmente disruptivo dentro del propio peronismo, del cual se declaraba férreo seguidor. Sus diez años como jefe de Estado estuvieron marcados por reformas económicas profundas y fuertes contrastes sociales, en los que adoptó políticas neoliberales que incluyeron la convertibilidad del peso con el dólar y una masiva ola de privatizaciones. Y aunque logró controlar la hiperinflación, fue a costa de un alto desempleo, mayor desigualdad y un crecimiento sostenido de la deuda externa.
Su gobierno también estuvo atravesado por episodios de alto impacto social, como los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel. También la reforma constitucional que le permitió una reelección, y la muerte de su hijo Carlos Menem Jr. en un accidente en helicóptero que nunca fue del todo esclarecido y que tuvo a la propia ex primera dama Zulema Yoma calificándolo públicamente como un homicidio.
Su relación diplomática con Chile, en tanto, fue fluida, y se vio reforzada con la firma de un tratado complementario al acuerdo de paz por el conflicto del Beagle. Pero su lazo más mediático vino de la mano de Cecilia Bolocco, la única chilena en la historia en ser coronada Miss Universo (1987), y a quien conoció en una entrevista televisada en 1999. Se casaron dos años después y tuvieron un único hijo en común, Máximo, antes de su separación en 2007.
Menem, la serie, llega este 9 de julio a 36 años y un día desde la primera vez que asumió la presidencia. Pretende retomar ese período desde una perspectiva humana y dramática, e incluso desenfadada a ratos. Con seis episodios, la ficción recrea los hitos del menemismo desde la mirada de una familia riojana y con un elenco dorado, compuesto por Leonardo Sbaraglia, Juan Minujín, Griselda Siciliani, Jorgelina Aruzzi, Marco Antonio Caponi, Agustín Sullivan y Cumelén Sanz, entre otros.
Griselda Siciliani y Leonardo Sbaraglia como Zulema Yoma y Carlos Menem en la nueva serie “Menem” | Créditos: Amazon Prime Video
Leonardo Sbaraglia en los zapatos de Menem
Para el público trasandino, Leonardo Sbaraglia no necesita presentación. Cumplió 55 años el mes pasado y es una de esas sombras del espectáculo que parecen haber estado siempre ahí, acompañando generaciones sin dejar de reinventarse. Su carrera comenzó a los 15 años y, desde entonces, ha transitado con fluidez entre el cine de autor europeo, la TV nacional, los thrillers de acción y los dramas íntimos.
Posee una versatilidad artística que le ha valido el respeto de nombres como Marcelo Piñeyro, Álex de la Iglesia y Pedro Almodóvar, junto a quien actualmente graba su segunda producción en España. Ha sido rompecorazones juvenil, hermano conflictuado, poeta salvaje y villano sofisticado; con reconocimientos en forma de estatuillas que van desde dos Martin Fierro hasta un Goya.
Y aunque divide gran parte de su tiempo en Europa, en su patria sigue tan vigente como siempre. Es más, por estos días, transitar por Retiro, una de las avenidas más céntricas de Buenos Aires, equivale a verlo, literalmente, en cada esquina. Es rostro de la última campaña de una reconocida marca de moda masculina, y en la fotografía principal posa ante un fondo color tierra y vestido con un conjunto tan sobrio como elegante. Emana carisma, bajo el sello distintivo de sus canas frondosas perfectamente estilizadas y una sonrisa amable. Pero esa misma faceta de galán hegemónico, que muchas veces se alza como un requerimiento propio del rubro, en el contexto de un proyecto como Menem resurgía como un arma de doble filo.
Y él era plenamente consciente de ello.
“Yo las tenía todas en contra. No tenía ni la edad”, reconoce Sbaraglia a CNN Chile con mate en mano y sin rodeos ni dramatismo, al meditar sobre su protagónico. La frase instala, desde un inicio, el pulso de la conversación, mientras toma asiento en el Salón Roca del Palacio Paz. Construido hace más de un siglo, el edificio recrea un entorno estratégicamente ceremonial para esta entrevista. Afuera, grupos de turistas se aglomeran frente a la Plaza San Martín para admirar su arquitectura hoy declarada Monumento Histórico Nacional. Ajenos a que, tras los muros, se desenreda el corazón de un proyecto que retrata al animal político que marcó una era en la historia del país.
La mirada del director, Ariel Winograd
Desde el primer borrador, el director Ariel Winograd supo que si iban a tocar a Carlos Saúl Menem, no sería como mártir ni como villano. Lo tomarían como un ser humano. “Queríamos contar la historia poniéndonos en los zapatos del personaje, tratando de no juzgarlo”, explica, y esa idea se convirtió en el norte del proyecto. Junto a la guionista Mariana Levy y el creador Mariano Varela, se embarcaron en una búsqueda que, más allá de justificar o condenar al exmandatario, pretendía habitarlo.
Dicha línea editorial abordó, también, la perspectiva ética. “Si lo estás juzgando desde la puesta de cámara o desde el guion, ya también estás condicionando y lo estás transformando en un panfleto o en algo más político”, sostiene.
La misión era intentar comprender qué lo movía.
“Nosotros siempre estuvimos en la búsqueda del personaje y por qué tomó las decisiones que tomó; qué hacía o qué es lo que realmente quería, qué es lo que amaba. Cuáles eran sus adicciones en el sentido del poder. ¿Qué es lo que más le atraía del poder y qué hacés con eso?“, cuestiona.
Recrear los años noventa con la menor interferencia posible del presente fue parte de esa consigna: un ejercicio de inmersión total, tanto histórica como emocional. Winograd era un adolescente durante el auge del menemismo. Años después, en su ópera prima Cara de Queso (2006), ya había explorado esa época. Pero el interés seguía latente: “Hay algo de ese retrato que me resulta fascinante. No quiero usar la palabra impunidad, porque no es de impunidad… Sino de libertad. De que era un delirio. Para darte un ejemplo chiquito: hoy ves la foto de Menem juntándose con los Rolling Stones. Hay algo ahí”.
El vínculo entre Sbaraglia y Winograd
“Para mí, fue un desafío que creo que solo podía aceptar o hacer con él”, asevera Sbaraglia, en clara referencia a su director. Este, a su izquierda, escucha cada palabra con suma atención. Aunque no se contenta con absorber el cumplido sin más, y lo ataja en el aire como si se tratara de un balón que necesita devolver.
“Pero porque vos tenés también una forma…”, parte replicando el cineasta. “Cada actor tiene su propio mundo y método de trabajo. Yo, por lo menos, viéndolo de afuera… Leo tiene una forma de trabajo inmersiva al mil por ciento”.
La interrupción de Winograd, aunque casual, funciona como espejo de la dinámica entre ambos. Por eso, cuando recibió ese llamado con una propuesta que hoy recuerda en forma de pregunta (“¿Te interesa hacer la historia de uno de los personajes más importantes en la historia de la política argentina?”), sugerir a Sbaraglia en el foco principal surgió de manera espontánea.
Con voz temblorosa, cuenta que todo empezó en Ushuaia, una localidad ubicada en el extremo austral del país. O al menos, ahí fue donde algo se selló entre ellos. Estaban rodando El Gerente (2022), y la intensidad del proyecto ya los tenía metidos hasta el cuello. Leonardo, caracterizado con un bigote, encarnaba a un personaje que, curiosamente, a Ariel le recordaba a su propio padre. Para el intérprete, en cambio, era un guiño a su abuelo. Las capas eran múltiples, pero los vínculos personales se colaban en la ficción y el set se volvía algo más íntimo de lo habitual.
Ariel Winograd y Leonardo Sbaraglia en la avant premiere de la serie | Créditos: Amazon Prime Video
Cuando terminaron la última escena, ambos lloraron. A mares. La carga emocional de ese rodaje no se soltaba tan fácil. “Medio raro lo que estoy contando”, dice, como pidiendo disculpas por poner sobre la mesa el recuerdo de una instancia tan personal. Sin embargo, sigue abrazándola. “Pero me acuerdo de que terminamos, lloramos, nos emocionamos. Después me vino a tocar la puerta y me dijo: ‘Bueno, me voy a afeitar el bigote’”.
Para ambos fue un gesto pequeño, pero cargado de simbolismo.
“Y ese ‘Bueno, me voy a afeitar el bigote. Chau’, en cierta manera… Yo me estaba despidiendo. O sea, nos estábamos despidiendo de…”. Hace una pausa y se le cuela una sonrisa al mirar de reojo a su compañero, que tiene la vista pegada en el techo y los ojos aguados, como si en su cabeza fuese recreando lo narrado.
“Nos vamos a poner a llorar los dos, boludo”, bromea.
“Sí, me voy a poner a llorar”, reconoce Sbaraglia, sin pudor.
“Yo también”, lo acompaña Winograd. “Nos estábamos despidiendo del personaje que construimos y que hay que abandonarlo”, repone, para luego concluir: “Yo ahí sentí que con él podía, tal vez, entrar en un viaje así. Jugar este desafío de hacer Menem; tanto yo, como director, y Leo interpretándolo“.
El vínculo que nació ahí se trasladó por completo al proceso de Menem.
“Hay miles de anécdotas. De verdad. No alcanza una entrevista”, reconoce Sbaraglia. “Tendríamos que escribir un libro o hacer un documental… Tanto trabajo de El Gerente, que se continúa con el caso de Menem… ha sido mágico. Las cosas que me han ocurrido en La Rioja, los encuentros con el entorno de Menem, las sincronías entre su vida y la mía… Yo estoy muy impresionado. Y agradecido. Porque creo que hay que agradecer este tipo de experiencias. Estas posibilidades de transformación”.
¿Y el proceso de construcción? Mucho más allá del maquillaje, cuenta. Fue físico, emocional y prácticamente espiritual. “Tengo algunos videos que hice de un trabajo, que una vez vino Marco Caponi (Gerónimo Ayala en la serie) y estuvimos cuatro o cinco horas en casa haciendo ejercicios. Él me filmaba sin maquillaje y me ponía el teléfono en los planos que más me parecía. Y no importaba el maquillaje. Estaba él igual. Fue un trabajo de ir como metiéndome en esa especie de máscara”, señala.
Leonardo Sbaraglia como el expresidente Carlos Saúl Menem en la nueva serie “Menem” | Créditos: Amazon Prime Video
Al preguntarle cómo se preparó, su respuesta no tiene rodeos: “Muchísimo trabajo. Muchísimo. He visto una cantidad de videos…”, reitera. Pero más que encerrarse en una pieza a estudiar, Sbaraglia eligió una táctica más radical. De esas de método, y transformó su propio hogar. “Mi casa era como la presidencia, y yo recibía a la gente como si fuera él. Mi casa, que no es la gran cosa, con mi mesa toda rota y no sé qué… y de pronto era el despacho presidencial. La gente iba pasando, y yo los atendía como si fuera la Casa Rosada”, dice, poniéndose de pie para imitar el saludo presidencial.
Winograd interviene otra vez, mientras el equipo de prensa intenta cerrar la entrevista. “Pará… Un minuto más. Un minuto más”, pide, sin intención de que se apague la grabadora todavía. Explica que el proceso colectivo fue obsesivo, minucioso. “Me acuerdo de audios y audios que (Leo) me mandaba. ‘Yo tengo muchos amigos actores’”, repite, imitando la entonación de Menem, para luego comentarle a Sbaraglia: “Vos entraste por lo sonoro. Hubo realmente una investigación de cómo entro. Vos. Y después, yo, desde el call, decidir qué lente usábamos, todo”.
El cuidado por el detalle les llevó incluso a preguntarse si esa recreación del Menem de La Rioja era históricamente real. Al punto de que hasta las patillas de Menem dieron pie a discusiones técnicas en plena preproducción. “Che, pero pará, ¿Menem tan patilludo?”, cuenta el director que llegaron a preguntarse mientras repasaban fotografías de archivo y analizaban épocas. “En La Rioja tenía unas patillas así… Che, parece no sé qué”, suelta, entre divertido y desconcertado. “Parece el hombre mono”, remata Sbaraglia, y ambos sueltan carcajadas cómplices. “Claro. Parece (Mario) Sapag, cuando lo interpretaba”, le responde Winograd. “Después íbamos viendo cómo fue todo buscado igual ese look. Él era súper estético”.
Las risas compartidas hablan de la confianza propia de su amistad, y no diluyen la seriedad con que enfrentaron el proyecto. Uno que inició su producción a mediados de 2023 y se está dando a conocer al mundo dos años más tarde, en plena celebración del Día de la Independencia argemtina. “El trabajo fue tan grande que llegamos a esto. A estar, con este nivel, también, de pasión contándolo”, concluye el director.
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