Por María Luisa Carrión

Nadie podría decir que desconoce que los medios de comunicación atraviesan una crisis, sobre todo los medios escritos y más aún las revistas. En esta oportunidad las noticias –o las malas noticias– vinieron desde Capital.

Fue Marily Lüders, directora del Diario Financiero y de revista Capital, quien confirmó el hecho a través de redes sociales: el medio dejará de circular impreso en papel y se centrará en su versión online. Eso sí, informó que todo el equipo sigue y señaló que “en tiempos de pandemia, el periodismo bueno no puede faltar”. Las reacciones no se hicieron esperar:

“Tuvimos un poquito de humor para no tomarnos las cosas tan en serio”

Me parece lamentable. Pero siendo lamentable, también me parece que es reveladora del estado de las cosas, de los medios de comunicación que están con muchas dificultades”, parte diciendo Héctor Soto, quien fue parte de la revista en sus inicios.

Por círculos de amistad llegó a revista Capital a mediados de los ’90, cuando el proyecto partía. “Tengo la mejor opinión de esa experiencia. Fue una revista que exploró un nicho, un vértice que no estaba cubierto, la idea de cubrir noticias del ámbito económico, juntarlas con perspectivas políticas más o menos amplias y con una mirada cultural con alguna amplitud”, afirma.

Hoy se entera que revista Capital deja de circular en su versión en papel. Confiesa que no lo veía venir, pero que lo temía.

En su opinión, “rescataría que, del mundo de los negocios, siempre nos interesaron más las personas que las cifras. Rescataría que tuvimos un poquito de humor para no tomarnos las cosas tan en serio, no tomarnos nada demasiado en serio. Ese dejo de ironía, conseguido con mayor o menor fortuna, nos fue dando una identidad”.

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Identidad que se ha trabajado por más de dos décadas, que es el tiempo que la revista ha circulado en el país. Una identidad que, para uno de los que vio nacer Capital, se ha mantenido más o menos establece hasta la actualidad.

Es verdad que inicialmente, cuando con las hermanas Eluchans tratamos de llegar a una identidad para un proyecto editorial, nos gustaba la idea de una revista dirigida al hombre, una revista más bien masculina, pero como ocurre siempre con los medios de comunicación, estos son mucho más eclécticos de lo que sus fundadores o sus lectores piensan”, afirma Soto.

Otro de los puntos que destaca es que la revista logró “desbloquear” el mundo de los negocios y ponerle caras. Además, de bajar los niveles de desconfianza con aquellos que no estaban acostumbrados, por ejemplo, a dar entrevistas, como pueden ser los empresarios.

Haciendo historia

Matías Rivas, columnista de Capital y director de Ediciones UDP, recuerda que llegó a trabajar a la revista en 1997, cuando a la cabeza estaba Héctor Soto y fue una de las primeras cosas que hizo en un medio de comunicación.

Es un sitio muy libre, en el cual he podido escribir sin ningún tipo de recomendación ni nada, con gente muy buena a nivel de trabajo”, asegura Rivas. La opción la buscó él y se dio. Su primer artículo fue una reseña de libros. De ahí en adelante, dice, todo fue aprendizaje.

Para él, Capital “cumplía el rol de ser una revista con cultura, con entrevistas. Me parecía interesante lo que pasaba ahí como periodismo. Es una lástima que se haya acabado”. Y dice acabado, porque es uno de los nostálgicos de no poder tener más la versión impresa en sus manos.

“Hay cosas que se pueden hacer sólo en papel y que, al perderse el fetiche, el objeto, hay algo que deja de existir. No es lo mismo recibir un objeto que abrir una web. Hay una pérdida de materialidad, del cuerpo, no es lo mismo una revista online que una revista en papel”, afirma el columnista.

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Entre los trabajos que recuerda con especial atención están una columna que escribió el año pasado sobre la amistad y una en plena campaña contra Alejandro Guillier, candidato a la presidencia.

A quien también le costará acostumbrarse a la versión digital es a Cristóbal Bellolio. El cientista político ha sido columnista y trabajado por 11 años en revista Capital. Es el medio en que más tiempo ha colaborado.

Su historia comenzó en 2008 cuando Guillermo Turner, entonces director del medio, lo contactó. “Me dijo que andaba buscando chasconearla un poco. Quería reclutar un nuevo contingente de plumas”. Tenía 27 años.

Y ahí empecé a escribir en una sección que inventaron un poco a mi medida, que se llamaba “Think Punk”, donde mezclaba distintas cosas, siempre tratando de meter a nuevos actores políticos, entrevistando a gente que estuviera apareciendo recién en la escena”, recuerda Bellolio.

El también académico de la Universidad Adolfo Ibáñez no esconde la tristeza por dejar de tener en sus manos desde ahora su trabajo: “La sensación de ver tu columna escrita ahí, cada 15 días, desde hace 11 años, eso ya no va a estar”.

Sobre el trabajo de Capital, asegura entre risas que “nunca jamás escribí de economía. Nunca revisé mucho la parte de negocios”. Sí, al igual que otros, afirma que “siempre me importó la manera como abordaba el poder. Tuvo entrevistas muy influyentes a distintos personajes de la vida política chilena, que fueron algunas bastante golpeadoras. Yo siempre la entendí como una revista de negocios, pero también de política, de actualidad, de vida social, de vida cultural”.

Reconoce que coleccionaba las revistas Capital y que todavía es un amante del papel. Por lo tanto, dice “obviamente me da pena, pero entiendo que no es algo que tenga que ver con la gestión de la revista, sino que es algo que le está pasando a todos a los medios prácticamente en todo el mundo. Era raro que la revista Capital siguiera sobreviviendo”, finaliza.

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El golpe final

Hace dos años se acabó la revista Paula y la publicación de Qué Pasa se limitó sólo a lo digital. El 2018, también, se terminó Cosas y poco tiempo después la editorial Televisa cerró sus puertas. El término de las publicaciones en papel es algo que ha ocurrido y que se arrastra hace tiempo.

Para Marcela Aguilar, decana de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales, “las revistas han sido probablemente los medios más afectados por la crisis global de los medios de papel, porque son productos muy caros de hacer. El tema de la impresión del papel es muy caro y para poder funcionar como negocio, necesitaban una alta proporción de avisaje”.

Avisaje que en los últimos años ha sido esquivo. Si en un primer momento se trasladó a la televisión abierta, luego se fue a las redes sociales. “Lo que ha pasado en los últimos 20 años es que los avisadores han ido huyendo del papel, porque han visto que el papel tiene poca penetración. Cada vez tiene menos público, cada vez hay menos personas que están dispuestas a comprar medios impresos”, afirma Aguilar.

Y claro, el COVID-19 pareciera que vino a dar el golpe final. Si ya era difícil llegar al público, ahora lo es aún más. Es muy complicado y caro distribuir en medio de una pandemia y a eso hay que sumar la desconfianza de las personas por el temor al contagio.

Para Carlos Tromben, escritor y profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Santiago, “las revistas y semanarios en papel, en papel couché a todo color, las revistas caras, empezaron a perder circulación ya en las dos crisis anteriores de los medios. En las últimas décadas ya fue muriendo por muerte natural ese tipo de publicación, no solamente en Chile, sino que en todo el mundo”.

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Para el académico, que también fue colaborador de Capital en sus inicios, lo que ocurrió era algo esperado, algo que iba a pasar con el tiempo, con o sin pandemia de por medio.

Pero ¿cómo definirían estos dos académicos lo que es y a quién va dirigida revista Capital?

Para Tromben era “misceláneo, tenía cultura, tenía reseña, tenía literatura, pero todo estaba supeditado al perfil socioeconómico. Era taquillero estar ahí, era lo más que hay”. Agrega que “estaba destinada a un público, no solamente conocedor de economía, también de clase alta, vinculado al mundo financiero y empresarial en todo su esplendor. Llegó a representar como una especie de vitrina de Sanhattan y de la clase alta vinculada al neoliberalismo chileno”.

Si hay algo que decir de las revistas es que tienen un foco muy claro, con ciertos intereses, y en ese sentido, Marcela Aguilar de la UDP define así el público de Capital: “Era una revista dirigida a hombres, a ejecutivos, a gente que estaba en el mundo de la empresa, en el mundo de la política, gerentes, personas con cierta capacidad de decisión, ya fuera económica o política, y gente con recursos”.

“Era un buen producto en el sentido de cómo estaba alineado con su público. La producción tenía altos estándares y sus temas, y la manera de abordarlos, estaba muy alineada con sus lectores y logró crear una marca”, concluye Carlos Tromben.

Marca que hoy deja de circular en papel, en los quioscos, pero que según afirman seguirá en su formato online.

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