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(EFE) – Con arte, flores y música, la capital de Colombia, Medellín, celebró este martes los 90 años del pintor y escultor Fernando Botero, uno de los artistas más importantes del siglo XX, como un gesto de gratitud por iluminar con sus obras a una ciudad que estuvo en tinieblas.

En el Museo de Antioquia, ubicado en el corazón de la ciudad donde el artista nació el 19 de abril de 1932, se llevó a cabo un homenaje que el maestro pudo seguir junto a su familia desde Montecarlo, Mónaco, y que tuvo a sus voluptuosas esculturas como anfitrionas en la inauguración de la exposición Botero 90 años, momento cumbre del festejo.

“El maestro Fernando Botero no solamente ha sido para Medellín un artista vital, hijo de esta tierra, sino que también ha sido un gestor y un visionario“, expresó a EFE la directora del Museo de Antioquia, María del Rosario Escobar, quien agregó: “Le debemos la mejor cara de Colombia“.

En el Museo de Antioquia, que cuenta con 189 obras de Botero, 187 de las cuales fueron donadas por él mismo, hubo este martes discursos de reconocimiento y un coloquio sobre su vida y obra para celebrar su 90 aniversario. Entre el público, se agitaron espontáneamente ramos de flores, aplaudieron y gritaron en coro: “Gracias, maestro”.

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“Siempre ha sido un colombiano muy unido a su terruño; es el más colombiano de todos, a pesar de que no vive en Medellín desde 1960 prácticamente, pero está atento a las noticias y conectado con nosotros”, afirmó Escobar.

Nostalgia de su tierra

Sobre la reacción de Botero ante los homenajes, Escobar comentó que está “complemente conmovido” y aunque lleva tres años sin moverse de Europa por la pandemia, “sabemos que siente muchísima nostalgia de su tierra”.

Por su parte, el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, resaltó la generosidad y la sencillez del artista, reconocido por sus famosas “gordas”, además de agradecerle por ser ejemplo de “amor a su tierra“, que está presente “en su obra y en su vida”, afirmando que “el ser humano tiene la misma dimensión inmensa que la del artista”.

Arte y la violencia en Colombia

Según explicó el curador Camilo Castaño, la exposición muestra, a través de las donaciones hechas al museo y a Medellín entre 1974 y 2012, la evolución y los cambios en su obra con momentos que evocan el camino que transitó para llegar al estilo que lo caracteriza: Monumentalidad y volumen.

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La sala de Botero 90 años cuenta con tres partes. La primera muestra al “joven Botero” y la búsqueda del estilo, con tres piezas fundamentales: Paisaje de Fiesole (1954), La Monalisa niña (1961) y El obispo Negro (1963), alrededor de obras de artistas como Wifredo Lam y Rufino Tamayo, “compañeros en esa búsqueda del estilo para Botero”.

En la segunda parte está el “Botero consolidado” y está integrada por muchas obras que estaban en las bodegas del museo y que el público no había visto, mientras que el tercer espacio tiene a las últimas donaciones, en especial cuadros de la serie Viacrucis y otras que evocan la violencia en Colombia.

Castaño explicó en un coloquio que, en el museo, como una forma de “activar sentidos”, hay obras de Botero que se vinculan a través de la tragedia, del dolor y de la tortura, con la contemporaneidad, “con esa violencia desafortunada e insistente de este país”.

Además de la exposición, el homenaje incluyó una visita al mural Escena con jinete, el fresco más grande de Botero, pintado en 1960 y que por años estuvo olvidado en un pasaje comercial hasta que fue rescatado en 2021 por el museo. Para complementar la programación se proyectó el documental Botero, una mirada íntima a la vida y la obra del maestro, y la Orquesta Filarmónica de Medellín elevó el homenaje con la Suite Botero.

El estreno de esta suite se hizo en un concierto que presentó composiciones del músico Jaime Martínez inspiradas en obras como La Mano, Hombre a caballo y La mujer sentada, entre otras esculturas que embellecen la emblemática Plaza Botero de Medellín, muestra fehaciente del amor del artista por el país que hoy celebra nueve décadas de vida.

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