{"multiple":false,"video":{"key":"oVy78I12wf","duration":"00:06:15","type":"video","download":""}}

La historia de Laura Pérez es una donde ningún protocolo funcionó. En su casa, hasta hace pocas semanas, vivían dos personas más. Hoy está sola. Todo comenzó durante la segunda semana de mayo, cuando su pareja, de 73 años, sin enfermedades de base, comenzó con síntomas de COVID-19.

No se podía levantar, no podía hacer nada y yo llamé a la ambulancia, carabineros, médicos y nadie vino“, contó a CHV Noticias la mujer de 68 años, hipertensa y con resistencia a la insulina.

El 16 de mayo, un médico del programa municipal de Maipú llegó hasta su casa a examinar a su pareja. Le diagnosticó bronquitis obstructiva. Pero él, asegura Laura, siguió empeorando.

“Él estaba con mucho dolor de cuerpo y lo único que hacía era dormir, medio tragaba las cosas, en dos semanas no comía nada y le temblaban las piernas y no se podía enderezar“, relató.

Lee también: “Quiso atender hasta el último día”: La emoción del doctor Ugarte al recordar a colega que murió por COVID-19

Pasaron los días y decidió pedir ayuda a su familia. Solicitaron un servicio de ambulancia particular para trasladarlo al hospital del Carmen. Laura dijo que gastó el total de la pensión que recibe para que su pareja pudiera recibir asistencia, porque temía que muriera en la casa.

A esa altura, su mamá, que vivía en el mismo domicilio, ya tenía síntomas y también la dejaron internada. “Los dejaron hospitlizados graves y después nos dijeron que tenía una falla multisistémica”, indicó.

Tres días después recibió la notificación de su muerte: “Me llaman a las tres de la mañana y me dicen lo siento mucho, pero tengo que darle una mala noticia: su pareja falleció”. Laura aseguró que “nunca supe del resultado, nunca me dijeron“. De hecho, en ese momento no sabía si a su pareja se le hizo la PCR, porque solo le notificaron del fallecimiento.

Horas más tarde, Laura buscó de forma particular un laboratorio con disponibilidad de exámenes PCR para ella y su mamá. “Nos cobraron $12.500 por cada examen”, apuntó. Finalmente, tanto su madre como ella dieron positivo por COVID-19. Contó que la llamaron “para que pusiera en resguardo a mi mamá y mi mamá ya había fallecido”.

Su esposo y madre murieron con horas de diferencia. El examen de su mamá llegó tarde, el de su pareja nunca apareció. A las 19 horas le comunicaron que su mamá falleció, a las 3 de la mañana le informaron que su pareja murió.

Solo en un furgón

Misma incertidumbre que invade a Saúl, quien vive en un furgón en el Quisco y donde está a la espera del resultado de su examen por coronavirus al que se sometió hace varios días.

Estoy esperando el día que el señor seremi se deje de hablar y me llame, para que me de la respuesta de si es postivo o negativo, esperemos que sea negativo“, sostuvo.

Lee también: ¿Cómo se mejorará la trazabilidad a 3 meses de la llegada de la pandemia?

Es cantante y trabajaba en bares y restoranes, lo que terminó con la pandemia. Se quedó sin ingresos y no pudo seguir pagando arriendo. La solución que encontró fue adaptar su vehículo como su nuevo techo, donde se mantiene aislado.

Saúl, dice que se siente totalmente abandonado: “Es muy agotador saber como la mayoría de los chilenos están prácticamente abandonados“.

Esperas como las de Laura y Saúl han resultado fatales y otras ocurren en condiciones de total vulnerabilidad. Las denuncias por demoras excesivas en los resultados de test PCR y las filas fuera de distintos laboratorios, evidencian, día a día, fallas en este proceso, que se ha identificado como clave, para combatir la pandemia.

Este viernes el ministro de Salud, Jaime Mañalich, aseguró que la próxima semana se implementara el testeo de PCR mediante el uso de muestras de saliva. Esto, con el propósito de aumentar la capacidad de testeo en la atención primaria de salud y evitar las colas. Las horas para tomarse la muestra, explicaron del Minsal, deberán solicitarse en los consultorios. Mientras tanto, chilenos siguen esperando en absoluta soledad.

Tags:

Deja tu comentario