Por Bárbara Mateluna
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Desde que llegó el coronavirus en marzo a nuestro país, la principal preocupación de autoridades y especialistas fueron los grupos de riesgo, personas con enfermedades crónicas y adultos mayores. El virus los ataca con particular agresividad, provocándoles incluso la muerte.

Pero hay un segmento que no fue parte de los discursos oficiales y también son protagonistas en la pandemia. Hablamos de niños, niñas y adolescentes, quienes por supuesto se contagian, son considerados importantes vectores de propagación de la enfermedad y también suelen ser asintomáticos.

La realidad de este segmento es preocupante, ya que a pesar de que los efectos que causa el virus en ellos no son tan intensos, los menores igual corren riesgos de gravedad. Pero independiente de aquello, es innegable que igual sufren los efectos de la pandemia derivados del aislamiento social, las cuarentenas y los problemas económicos que se generan.

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Según evidencian los datos extraídos por el Observatorio de la Niñez y la Adolescencia de los informes epidemiológicos, el impacto de la pandemia en este grupo es alarmante: “El número de casos reportados positivos COVID-19 ha tenido una tendencia al alza que es preocupante. Si al 30 de marzo estos no superaban los 100 casos, al 12 de junio supera los 12 mil casos“.

De hecho, la cantidad de personas de entre 0 a 19 años contagiadas en Chile supera a registros de Italia, España, Reino Unido y México, países que indudablemente tienen un número de habitantes significativamente mayor que el nuestro.

Visibilizando la realidad de la niñez

Los menores sí son afectados directamente por el coronavirus, una realidad que según el Observatorio de la Niñez no se ha visibilizado lo suficiente. El virus no solo los contagia, sino que también evidencia las precarias condiciones en las que viven y como deben enfrentar esta pandemia.

Es por eso que el boletín realizado no solo analiza variables epidemiológicas, sino que también se abordan variables estructurales, sociales y económicas que permiten evidenciar aquellos grupos de menores que se encuentran más expuestos al contagio y a las consecuencias negativas asociadas a esta crisis sanitaria.

Quisimos dar cuenta en este informe de un grupo que se estaba invisibilizado y, sobre todo, hacer ver en qué condiciones están los niños y niñas para enfrentar esta pandemia. Cuando vemos cifras de pobreza o de hacinamiento siempre son ellos, los menores, lo que tienen cifras más altas”, comenta Valentina Terra, investigadora del Observatorio Niñez y Adolescencia, a CNN Chile.

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En Chile, el 13,9% de los niños, niñas y adolescentes vive en situación de pobreza por ingreso y el 22,9% en situación de pobreza multidimensional. Ahora, si se considera a todas y todos los niños y niñas que experimentan algún tipo de pobreza, la cifra aumenta a un 31,2%. Es decir, 3 de cada 10 menores viven en situación de pobreza, lo que sin duda, los sitúa en una desventaja inicial para enfrentar la emergencia sanitaria.

En este sentido, Valentina detalla que “las cifras más actualizadas que tenemos sobre pobreza son del año 2017, por lo que probablemente la realidad sea peor y se trata de una cifra más alta. O sea, hoy con la pandemia y la situación que se está develando de precarización, puede que esas cifras sean muchos más brutales”.

Una niñez completamente vulnerada

La pobreza es una realidad tras la que se esconden una serie de problemáticas como el hacinamiento y la falta de acceso a servicios básicos, entre otras.

De hecho, 147 comunas en Chile tienen escasez hídrica, es decir, casi un tercio de todas las comunas de nuestro país. “Eso es muchísimo y eso afecta indudablemente el derecho a la salud, a la vida, a la salud mental de los niños y de las niñas, que en este contexto se están viendo restringidos en el acceso al agua, para cumplir con las condiciones sanitarias que esta pandemia está exigiendo”, aclara Terra.

El informe también detalla la dificultad que tienen los niños y adolescentes para acceder a la educación en medio de esta crisis. Las clases presenciales están suspendidas, por lo que la enseñanza se realiza de forma online, un servicio que no todos poseen. Entonces, ¿cómo se educa un niño que no tiene computador y muchos menos una conexión de Internet?

En Chile, según la encuesta Casen 2017, el 73% de los hogares no tiene acceso a conexión pagada a través de Banda Ancha Móvil y un 59,6% no tiene acceso a conexión pagada a través de Banda Ancha Fija. A lo que se suma una distribución muy dispar, haciendo muy disímiles las realidades de las niñas y los niños y aumentando las desigualdades en el ejercicio de derechos.

El informe detalla que mientras que en Providencia tiene un 100% de hogares con Internet fija, dicho porcentaje disminuye a 58,03% en el caso de Renca y a un 30,38% en La Pintana.

Un poquito más del 40% de las casas en Chile no cuentan con un computador, por lo tanto, hay muchos niños y niñas que no tienen acceso a educarse, y si le sumas a eso hacinamiento, el no contar con un espacio en la casa, es más complejo aún. Pasa que con esto se le está asegurando el derecho a la educación solamente a un grupo de la población que es menor“, subraya la investigadora del Observatorio.

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El sociólogo de la Universidad Central, Rodrigo Larraín, sostiene que “las clases a distancia afectan también al desarrollo afectivo que se vio interrumpido de un momento a otro”. Esto, podría afectar directamente a los más pequeños que pasaban mucho tiempo en el jardín infantil, donde no sólo aprendían y recibían alimentación, sino que también tenían una figura importante en la educadora de párvulo.

Pese a esto, el profesional es optimista, aun considerando los efectos negativos que la pandemia podría acarrear a niños y adolescentes: “Los niños son bien plásticos, se adaptan con mucha facilidad, y esto para ellos va a ser solo un mal recuerdo que les tocó vivir, pero vamos a volver a la vida y podrán superarlo”.

Sin embargo, desde el Observatorio Niñez y Adolescencia plantea que es urgente que en Chile exista una ley de protección integral de los derechos de los niños y niñas. “Deben existir políticas públicas orientadas a la infancia que sean integrales, que partan desde una lógica primero, formativa, promocional y preventiva; y que no lleguen como está ocurriendo hoy, cuando ya está hecho el daño, cuando ya estamos en medio del problema”, concluyen.

Mira el Informe COVID-19 y Niñez acá:

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