Es fácil caer en el discurso apocalíptico: “los robots nos van a dejar sin pega”. Pero la realidad es más irónica. Lo que nos va a dejar sin pega es no aprender a trabajar con los robots. Porque la verdadera pregunta no es si va a llegar a tu oficina, sino cuánto rato más vas a esperar para adoptar a tu nuevo colega invisible.
En toda oficina chilena existe ese colega “mateo” que llega con el Excel perfecto, el informe terminado y la reunión agendada antes de que tú siquiera abras el correo. Ese que parece vivir con un pendrive en el bolsillo y nunca se equivoca. Bueno, malas noticias: ese colega dejará de existir… porque en verdad nunca existió. Era un agente de inteligencia artificial disfrazado de ser humano eficiente.
La startup YC Motion acaba de levantar 38 millones de dólares con la promesa de inventar un “Office” lleno de estos agentes. No hablamos de un chat simpático que responde dudas, sino de programas autónomos que reciben una tarea, se la reparten entre ellos y la completan de principio a fin sin que tú muevas un dedo. O sea, una oficina invisible que trabaja mientras tú haces lo más productivo que se puede hacer en Chile: tomarte el té con pan batido y palta.
Del PDF al jefe en tres saltos
Ejemplo: alguien le manda un PDF con ventas a un agente. Ese bot se lo pasa a otro que lo resume, que a su vez se lo entrega a otro que lo mete en Excel, y finalmente uno más genera un gráfico y se lo manda por mail al jefe. Todo sin que nadie respire en la oficina. Y ojo: acá no hay “perdón, se me pasó el correo”. El bot no se va de carrete el viernes ni llega tarde el lunes.
Versión chilena de la película
Llevémoslo a nuestra realidad. En una pyme de La Florida: un agente atiende WhatsApp Business y responde consultas de precios, otro genera facturas en el SII (sí, ¡el mismísimo SII!), y un tercero lleva el inventario. En un municipio: un bot recibe reclamos vecinales, otro busca documentos en Google Drive, otro arma un reporte semanal para el concejo. Y en un canal de TV… bueno, no voy a dar nombres, pero un agente levanta tendencias en redes, otro resume papers, y uno más arma un informe bonito para que el productor se luzca en la reunión de pauta.
En resumen: los agentes no vienen a quitar pega, vienen a quitar la parte fome de la pega. Esa que nadie quiere hacer, pero que alguien siempre termina heredando: el Excel eterno, el acta de reunión, el “copia y pega” del informe.

Ni magia ni ciencia ficción: pura pega invisible
La diferencia es que estos agentes actúan sin que estés encima. Les das permisos y trabajan solos. Lo brillante y lo aterrador es que son igual de responsables que ese colega que siempre promete mandar el archivo “a más tardar hoy día”. Es decir, pueden solucionarte la vida o mandarte cien correos ridículos en tu nombre.
La tecnología siempre es un espejo: amplifica lo bueno y lo malo. Un agente bien entrenado es como ese practicante estrella que se gana tu respeto; uno mal configurado es el sobrino que arruina la base de datos y después se va a almorzar.
Déjà vu de la productividad
Ya vivimos esta película. Cuando llegaron las planillas electrónicas, se dijo que los contadores desaparecerían. Resultado: hay más contadores que nunca, pero ahora saben hacer magia en minutos. Lo mismo con los cajeros automáticos: no desaparecieron los cajeros humanos, se reconvirtieron.
Lo que desaparece no es el trabajo en sí, sino el trabajo repetitivo y sin alma. Y si eres de los que insiste en “pero yo disfruto hacer macros en Excel”, tranquilo: siempre habrá espacio para los masoquistas digitales.
¿Y en Chile, qué onda?
Spoiler: ya estamos ahí. Startups locales ofrecen bots que facturan solos, asistentes que agendan reuniones por WhatsApp y sistemas que monitorean precios del retail. YC Motion quiere empaquetar todo esto en un “Office” que funcione tan simple como el Microsoft Office de siempre, pero con un ejército invisible trabajando detrás.
Para un país de pymes como Chile, esto es oro. Una ferretería en Maipú podría recibir pedidos, generar boletas, coordinar despachos y avisar al cliente, todo automático. Eso no reemplaza al dueño que sabe de pernos, reemplaza al practicante que hacía todo en Excel a medianoche.
Es fácil caer en el discurso apocalíptico: “los robots nos van a dejar sin pega”. Pero la realidad es más irónica. Lo que nos va a dejar sin pega es no aprender a trabajar con los robots. El futuro no es Mad Max ni Terminator: es un Chile donde el bot de la municipalidad contesta tu reclamo antes de que el funcionario vuelva del café. Donde COMPIN aprueba licencias médicas en segundos (imagínate ese milagro). Donde en marzo, un agente procesa permisos de circulación sin filas eternas ni inspectores con cara larga. Y ojo: si eso pasa, no será ciencia ficción, será la IA arreglando lo que nosotros llevamos décadas parchando con formularios.
Porque al final, pocas cosas son más chilenas que delegar la pega. Antes era al primo, al practicante o al “compadre” que cachaba un poco de Excel. Ahora será a un agente de IA que no pide aguinaldo, no se va de huelga y no necesita firmar asistencia.
La verdadera pregunta no es si va a llegar a tu oficina, sino cuánto rato más vas a esperar para adoptar a tu nuevo colega invisible.
Mario Saavedra, conocido como @MacGenio, es especialista en temas de tecnología y cultura digital.