Este jueves se estrenó en nuestro país It Capítulo Dos, la segunda parte de la cinta basada en la novela de Stephen King, que tiene lugar 27 años después del encuentro del Club de Perdedores y Pennywise, el terrorífico payaso.

Pero el terror que nuevamente surge en Derry no es pura ficción. La historia del escritor estadounidense habría sido en parte tomada de una terrible historia de un asesino en serie.

Se trata de John Wayne Gacy, quien era conocido como el payaso Pogo en su comunidad, participando de servicios sociales, desfiles y fiestas locales. Sin embargo, el gentil payaso Pogo se convertiría en “El payaso asesino”.

En un lapso de seis años, Gacy mató y violó a 33 jóvenes, de los cuales sepultó 26 en el patio de su casa, tres en otro lugar de la propiedad y cuatro fueron lanzados a un río cercano.

Las investigaciones posteriores a su detención y procesamiento revelaron que de niño Gacy fue golpeado por su padre, quien durante sus borracheras también lo trataba de “mariquita”, “débil” y “poco hombre”.

A sus 9 años un amigo de la familia abusó sexualmente de él.

A los 22 se mudó a Springfield para trabajar como vendedor, donde se casó con Marlynn Myers. La mujer eventualmente lo dejaría luego que Gacy se declarara culpable de abusar sexualmente de un menor de edad.

La edad de las víctimas de Pogo variaba entre los 15 y los 16 años, siendo el mayor de ellos un joven de 22 años. La mayoría de ellos fue violado; todos fueron apuñalados, estrangulados, drogados o asfixiados.

El fin de sus crímenes llegaría luego que las investigaciones por la desaparición de Robert Piest terminaran apuntándolo. Eventualmente, la policía encontró objetos relacionados a desapariciones anteriores.

En 1978, Gacy le contó a uno de sus abogados que luego de clavarle un cuchillo a uno de los jóvenes sintió excitación, algo que le gustó.

Pero en 1980 se declaró inocente y alejó tener problemas mentales, testimonio que fue rechazado tras realizarle estudios.

Incluso su defensa intentó atribuir los asesinatos a muertes accidentales derivadas de asfixia erótica.

Finalmente, fue declarado culpable, y el 10 de mayo de 1994 recibió la inyección letal. “Matarme no hará regresar a ninguna de las víctimas. ¡El Estado me está asesinando! ¡Bésenme el culo! ¡Nunca sabrán dónde están los otros!“, gritó antes de morir.

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