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En una nueva entrega de El Librero, Fabio Costa, fundador de Librerías Bros, nos trae tres libros para disfrutar de los últimos días del verano.

El primero es “La niña que salvó los libros”, de Klaus Hagerup y Lisa Aisato. Se trata de Anna, quien es una niña que por sobre todas las cosas que disfruta haciendo lo que más ama: leer. Gran parte de su tiempo lo dedica precisamente a la lectura y su pasión por los libros parece no tener límites. Tanto así que, cuando descubre que la biblioteca donde le prestan sus libros debe destruir los tomos que nadie lee, se embarca en una cruzada para salvarlos, un hecho la llevará a leer más libros de los que realmente puede tolerar. Queriendo descansar, su bibliotecaria amiga le recomienda leer un libro más, ya que cree que le va a gustar, y efectivamente al leerlo Anna queda fascinada con este nuevo libro que, para su sorpresa y frustración, trae su página final en blanco. La curiosidad llevará a Anna y a todo su entorno a la búsqueda de ese final faltante, lo que le dará un nuevo significado a su vida y su relación con los libros y también con el futuro.

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“Si Buda fuera taxista”, de Mario Reyes. Luego de que el príncipe Siddharta se convirtiera en Buda y se reencarnara varias veces para guiar a las personas en la iluminación, en un momento decide retirarse en la nada para reflexionar y dejar que la vida siga su curso. Muchos años después, ya en la actualidad, el príncipe decide ver cómo sigue la vida y se encuentra con que seguimos sufriendo y viviendo vidas que no son todo lo satisfactorias que deberían ser. Es por eso que decide volver a reencarnarse para guiarnos y apoyarnos en nuestra búsqueda de paz.

Finalmente, “Los cuerpos del verano”, de Martín Felipe Castagnet. En esta historia la muerte ya no existe. Avances médicos y tecnológicos permiten traspasar nuestra conciencia a Internet y, una vez muerto nuestro cuerpo original (o aquel que hayamos tomado luego de despachar el anterior) , basta con cargar esa información en el próximo y seguir viviendo. Pero claro, no todos pueden elegir el cuerpo que se les antoje, incluso hay quienes deciden quedarse en sus cuerpos originales pese a su deplorable estado post-mortem. Esto les significará un desprecio social y una exclusión por parte de la gente “normal”.

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