Foto: Agencia Uno

Hoy en día la vida saludable es tendencia. Tanto en redes sociales como en la prensa es una temática que ha alertado a la sociedad, debido al aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, la hipertensión y el estrés, los cuales se asocian a estilos de alimentación poco balanceados, con un consumo alto de azúcar, grasas y carbohidratos. A esto se le suma la vida sedentaria, los pocos espacios de esparcimiento y tiempo libre producto de las largas jornadas de trabajo. Por otra parte, los índices de alergias alimentarias en niños y adultos son altísimos y van en escalada.

Todo esto ha creado mayor conciencia sobre la importancia y la necesidad de cambiar hábitos: de sueño, de alimentación, de ritmos de vida, de actividad física y hasta de vida social.

Encontramos en el mercado productos que hasta hace algunos años eran inexistentes: disciplinas como el yoga o la meditación ya no son consideradas “raras” e incluso los médicos indican a sus pacientes terapias complementarias como las flores de Bach o el Reiki.

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Ahora, ¿qué significa realmente tener hábitos saludables? ¿Es suficiente con una dieta rica en fibra y baja en azúcar? ¿Tener un estilo de vida saludable significa dormir 8 horas, comer sano y hacer deporte tres veces a la semana? Si seguimos estas pautas, ¿no volveremos a enfermar? ¿Existe un método estándar que podamos seguir y que nos asegure salud y bienestar? ¿Qué pasa con aquellas otras personas que siguen todas las indicaciones, pero aún así se sienten cansadas, estresadas, débiles, enfermizas y hasta deprimidas?

Javiera Donoso, psicóloga especialista en reparación emocional y temáticas de autocuidado y autoestima, revela las 5 cosas que el manual de hábitos saludables y autocuidado no nos dice.

1. Saber identificar tú realidad

No es suficiente con dormir 8 horas, comer sano, hacer deporte, juntarnos con amigas, tomar vacaciones o meditar una vez al día. Cada persona tiene realidades y necesidades diferentes, que se deben tomar en cuenta en el momento de hacer un cambio de hábito. “Por ejemplo, para una persona asmática está contraindicado hacer ejercicios o una persona con una lesión en la cervical no puede hacer la postura de paro de cabeza de yoga, aunque tenga un montón de beneficios para otra persona. Por lo que es fundamental saber identificar tú realidad y cuáles son los hábitos beneficiosos para ti”, dice Donoso.

2. Tener una relación amorosa contigo

Los hábitos saludables comienzan en la relación que tienes contigo, en tu actitud mental, en la disposición a escuchar tus necesidades y priorizarlas. “Si no tienes una relación amorosa contigo, si te dejas para el último, si te exiges demasiado y no te respetas, los hábitos -aunque sean ‘sanos’- no serán saludables para ti”, agrega la especialista en reparación emocional y temáticas de autocuidado y autoestima.

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3. Necesitas conocerte

Es importante reconocer cuándo es necesario cambiar un hábito o reemplazar una conducta. “No existe una pauta que puedas seguir, aunque haya sido efectiva para muchas personas, no significa que se va a acomodar a ti o que te va a servir para siempre. No eres tú la que tiene que adaptarse a un método, es el método el que tiene que adaptarse a ti y para eso necesitas conocerte, saber qué te queda bien y qué no”, apunta.

4. Disfrutar del nuevo hábito que vas a incorporar

De lo contrario, se convierte en una imposición, un deber que cumplir, una exigencia más, que te hace sentir culpa cuando no lo haces lo “suficientemente bien”. Esta es la razón por la que muchas dietas tienen un efecto rebote tremendo, se incorpora un hábito incómodo, que genera ansiedad y sentimientos de autorreproche. “Las personas nos inclinamos hacia lo agradable y evitamos lo desagradable, si el hábito que estás intentando incorporar te provoca malestar, no será sostenible en el tiempo”, explica la especialista.

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5. Los cambios de hábitos son procesos

No es un cambio que haces de la noche a la mañana, no es lineal, tiene distintos momentos, y algunos son difíciles. Existen resistencias, porque tienes que dejar de hacer algo que has hecho durante mucho tiempo y tienes que vencer el peso de la inercia y de la habituación. Por esto se requiere perseverancia, pero también paciencia y autocompasión. “No es suficiente ‘la buena voluntad’ o ‘la intención de’. En general, las personas tenemos buena voluntad, pero existen otros factores que operan en registros emocionales profundos, existen patrones muy arraigados que es necesario movilizar para poder instalar un cambio de hábito duradero, que sea más que seguir la tendencia actual”, finaliza.

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