Por Joan Xavier Alemany

Entre los looter shooters está entre los mejores de la clase. Tom Clancy’s The Division 2 mantiene intacto su espíritu cooperativo y su caótica escena urbana de plena guerra civil modernapara concretar un shooter de tercera persona en el que pasarás horas descubriendo objetos y buscando alcanzar tu potencial. 

Todo ocurre en un mundo abierto en el que las transiciones entre la campaña, las misiones y el vasto terreno libre hacen que casi nunca se sienta como un gran lobby multiplayer forzado y maqueteado. 

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Aunque lamentablemente la proximidad nos impide disfrutar a concho la extremada dedicación que le dieron al escenario: Washington D.C. en la ruina, representando correctamente los hitos y los edificios públicos que más de alguno habrá querido ver arder.  

Te encuentras en plena reestructuración de una resistencia con hambre de liberación, idea que consigue envolver bien a un estilo de juego que podría encontrarse en varios free-toplay en Steam. Es lo bastante grande para justificar la expectación. 

Está bien, todo es muy gringo y patriotapero ese sabroso detalle atrae sólo el hemisferio norte. Hollywood bien lo sabe: rebelión en el corazón político de América. Dos facciones en pugna y tu deber como un agente liberador de las “hienas” que se tomaron la ciudad frente a una Casa Blanca cada vez más flanqueada. Ese argumento cinematográfico me convence, pero como chileno no me sumerge tanto como seguramente pretendieron los desarrolladores. 

UN PREMIO A LA PACIENCIA 

Son fácilmente más de 50 horas las que podrás estar metido The Division 2 sin aburrirte debido a la cantidad de misiones, sidequests y cosas por explorar dentro del juego. Con eso en mente -y porque el tiempo a veces apremia-, es difícil aguantar y esperar las condiciones adecuadas antes de saltar a cada una de las etapasPero hay que entender primero la propuesta. 

Su fuerte núcleo RPG te permitirá ir subiendo niveles, desarrollando el árbol de habilidades, perfeccionando drones de asistencia y mejorando tu arsenal con el vasto looteo que está repartido por la ciudad. Los objetos, eso sí, pesan más por lo estadístico que por la personalización a nivel estético del personaje. 

Así, emprendes un camino largo y felizmente no tedioso. El grinding -dosificado para inducir sutilmente al vicio- ha sido la ruta a seguir para muchísimos títulos triple A con foco en la monetización, perdiendo el alma varios de ellos en el proceso. 

Este no es el caso de The Division 2, por varias razones. En primer lugar, todas las armas tienen una sensación diferente al momento de ser usadas, algo básico en cualquier shooterTe las vas encontrando a medida que derrotas enemigos de gran nivel y ocultas en esos rincones en los que uno pensaría que no hay nada. Además, aunque se repitan, estas tienen variantes estadísticas que te harán un hábito detenerte a optimizar a tu agente.  

Lo mismo pasa con los elementos más estéticos: guantes, zapatos, mochila, chaleco antibalas, todo aquello tiene estadísticas que gradualmente irán mejorando tus capacidades en combate. 

Aquí el looteo -agradeciendo que los objetos para interactuar estén brillando entre tanto caos- y el grinding no pierden para nada sentido notando que puedes encontrar una amplia gama de contenido en cada momento.  

Y en cuanto al combate, la fórmula conocida, probada y amada por todos. Se trata de aguantar a cubierto entre las estructuras del mapa y asomarte en el momento justo para atacar. La paciencia también se expresa en este aspecto, ya que terminarás conociendo el significado real de la táctica “por la mala”, es decir, morirás bastante si decides hacerte el superhéroe y arremeter de frente contra la horda de enemigos.  

Esto más aún considerando la variedad de oponentes que te irás encontrando. Con más y menos armadura, o de clases muy bien definidas como francotiradores, asaltos, verdaderas moles y otros atacantes suicidas cuerpo a cuerpo. Es agradable darte cuenta, al terminar una misión, que un shooter te hizo sentir que una partida llegó a tomar ribetes ajedrecísticos.  

Entonces, redondeando el punto, pese a tener varios incentivos de largo plazo en el mapa -que ves en toda su amplitud desde un comienzo– y a enfrentarte a la libertad de elegir el orden de tus misiones, tienes que tomarte tu tiempo para subir los niveles necesarios para evitar las frustraciones. Asociarse, además, es clave en un juego táctico como este, por lo que hacer matchmaking y jugar con amigos potencia la satisfacción al doble al terminar con una multitud de hostiles. Tendrás duros momentos si decides avanzar a solas, aunque es perfectamente posible terminar la campaña en solitario

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INVERTIR BIEN EL TIEMPO 

Debes estar preparado para jugar, y mucho. El juego entrega una gran variedad de microtransacciones, pero bastante controladas considerando que existe mucho contenido gratis, así que aunque tengas dinero y estés dispuesto a pagar, atravesar el camino largo es inevitable. Puedes adquirir todas esas cosas accesorias y estéticas que no puedes escoger libremente en tu aventura. 

Pero donde pasarás más tiempo es en la optimización de cara a los combatesDos armas de la misma clase, por ejemplo, rifles de asalto, se sienten muy diferentes la una de la otra y la única forma de comprobar su efectividad es con rifle en mano eliminando oponentes. 

El daño que recibe cada enemigo es expresado en números con cada disparo, así que con ello podrás estar absolutamente seguro sobre si vas a conservar un arma o si vas a tirar una que acabas de adquirir directo a la basura en el primer uso.  

Características como DPS o el recoil son absurdamente determinantes al momento de la batalla, por lo mismo, tendrás que equilibrar como nunca la perseverancia para probar todo lo que vas recolectando para hallar tu estilo. Todo, pero todo lo que pillas tirado es potencialmente útil. 

Lo bueno es que lograr esa maestría con tus armas y equipos vale la pena considerando la incorporación de blindaje adicional en los enemigos que los hacen más duros que en la entrega anterior.

La repetitividad de matar tanto -muchos personajes mueren como zombis casi de un soplido- es más amena en este juego sabiendo que todo termina siendo un entrenamiento para algo más grande que está por venir: las Zonas Oscuras, masivas partidas con el mejor botín para coronar el endgame sin desafinar.  

Las misiones secundarias, eso sí, son perfectamente saltables y puedes seguir consiguiendo Tecnología SHD (vital para hacer progresar tus habilidades de apoyo) por otras vías, pero tarde o temprano deberás volver para seguir subiendo tu nivel hasta el 30, accediendo a equipos de mayor rareza y a nuevas posibilidades de especialización con un árbol de habilidades y armas especiales para cada una. 

EN SUMA 

The Division 2 exorciza los espíritus negativos del grinding que ha imperado últimamente en la industria. Es fluido, detallado y, sobre todo, ofrece contenido en cada paso en un mundo abierto que, si lo juegas con amigos, te hace pelear por tu vida en el ritmo perfecto. Su faceta RPG funciona a la perfección y las estadísticas influyen a un nivel que no puedes obviarlas saliendo a disparar headshots, como ocurre en otros títulos. 

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